El sanchismo no es un estudio de politólogos, como la que escribe; apelo al estudio de expertos en psicología y artes escénicas. Me rindo, lo confieso, ante esta lenta agonía de Pedro Sánchez, me rindo ante la capacidad que tiene de paralizar España. ¿A qué dedica el tiempo cuando no está hipotecando el futuro institucional de nuestro país?
Que PSOE y Podemos hayan intentado negociar ha sido un fracaso, y esto deja a España de cara a unas nuevas elecciones el 10N. Que vayamos en cuatro años a las cuartas elecciones es un síndrome de enfermedad democrática en nuestro sistema. Pero esto sucede de forma natural por ceguera de Sánchez al anteponer sus ambiciones personales al interés general del país. En 2016 «fusiló» a su propio partido con el No es No contra el PP de Mariano Rajoy, ahora es también incapaz de sumar mayoría con Podemos para su investidura.
Después del 28 de abril, este señor tenía la opción de mirar hacia la izquierda y hacia la derecha, sobre todo la de Ciudadanos. Es una evidencia en el juego de la política que tu oposición histórica nunca te facilite la mayoría, con esto digo que Casado era al último al que debía conquistar. También era previsible que Podemos volviese a pedir más tajada de lo que el PSOE esperaba, ya lo hizo en 2016.
Con lo cual, y sin llegar a tener 200 asesores que te orienten, y un equipo de ministro altamente cualificado, el viraje natural para negociar la mayoría y crear Gobierno era con Ciudadanos, por ende, la facción política más orientada a centro-izquierda. Pues bien, no lo ha visto, como el Titanic no vio el iceberg. ¿Seguro? Es tan evidente y tan beneficioso para nuestro país que me intriga que Sánchez lo haya dejado pasar.
La suma de PSOE y Ciudadanos hubiese sido la demostración más sana y democrática del voto que todos ejercieron el 28A. Un Gobierno equilibrado y compensado, a la postre dos colores políticos semejantes en intenciones de gobierno, por supuesto, limando diferencias en los detalles, pero en lo esencial hubiésemos visto un matrimonio con un PSOE resurgido, que vira de izquierda a centro, y Ciudadanos estrenándose dando voz a la nueva centro-derecha. Hablamos de 123 y 57 escaños respectivamente, eso es un pistoletazo de salida magnífico para llevar a cabo un gobierno social demócrata en España que hubiese dejado atrás las purezas radicales del PP y de Podemos.
¡Perdón, me despierto y dejo de soñar! El líder socialista ha dejado que corra el tiempo de forma táctica para repetir elecciones. Una lección de interpretación y arte ante los medios, ante el pueblo y ante el rey Felipe VI. Nunca quiso la coalición con Podemos, sabía de antemano lo que pedirían, y nunca tendió la mano al PP y Cs para pactar su abstención. Todo lo contrario, Sánchez aprobó el pacto de Navarra, blanqueando a los herederos de Batasuna y dando oxigeno al nacionalismo, lo que ha significado una traición al constitucionalismo, y el principal escoño para conseguir la abstención de PP y Cs en la investidura.
Pedro se lleva el mérito del bloqueo que atraviesa nuestro país, cuyas consecuencias económicas son graves. Hay síntomas de desaceleración y bastante preocupación por parte de los empresarios, la patronal considera que los decretazos de Sánchez han erosionado la situación económica. España vive un espectáculo deprimente desde hace cuatro meses, porque Sánchez no ha dado muestras de querer pactar su investidura.
Ha jugado al desgaste con todos, ha arrastrado a Iglesias, degradando sus peticiones y ni aún así le ha dado ni un vaso de agua; a Rivera lo ha sacado de escena, sabedor que Ciudadanos es su oponente más fuerte y con grandes simpatías por parte de su electorado potencial; no ha sufrido demasiado por el PP, si Casado se consolida en el futuro siempre que sea a costa de Rivera.
Lo más grave de la estrategia sanchista de echar tiempo al tiempo, o de sumar fotos ante los medios, es algo que viene sucediendo en nuestra democracia los últimos años: pensar que votamos por amor al arte.
¡Cuidado! Si el ciudadano calcula lo caro que nos sale que los políticos estén ahí por amor al arte, la democracia deja de ser necesaria. Volvemos a la Edad Media y el ciudadano por hartazgo vira a la ultraderecha, sinónimo de control y seguridad. Más plato y menos teatro.
Este bloqueo tan calculado del PSOE es porque después del 10-N Podemos será irrelevante… ¿es posible que el plan de Sánchez sea la abstención del PP tras el 10-N?