La llamada Guerra Civil de Costa Rica, desarrollada durante los meses de marzo y abril de 1948, es un parteaguas en la Historia Nacional costarricense, que aún suscita discusiones, análisis, que nunca se acabarán, conclusiones siempre polémicas.
Sus causas, desarrollo del conflicto y consecuencias siguen siendo foco de atención de historiadores, analistas de diverso tipo y militantes de las fuerzas políticas que estuvieron en pugna, especialmente, de militantes de izquierda que tratan de redefinir la naturaleza de este conflicto en todas sus dimensiones, especialmente a la distancia de 70 años de esos acontecimientos, no tanto así de los seguidores de los Presidentes Rafael Ángel Calderón Guardia o Teodoro Picado, el primero perdedor de las elecciones de 1948 y el segundo Presidente durante el conflicto armado.
Los triunfadores del conflicto, especialmente a través de su principal dirigente, José Figueres Ferrer, más han historiado sobre este evento y el mismo Figueres, como Manuel Mora Valverde, de parte de los comunistas, han sido los que más trataron el tema o se refirieron a él de modo aclaratorio, desde sus respectivas percepciones.
La clave inmediata del conflicto estuvo en el resultado de las elecciones de febrero de 1948, donde las fuerzas políticas en pugna estuvieron muy polarizadas. El Gobierno de Teodoro Picado Michalski (8 de mayo de 1944 - 8 de mayo de 1948) era enfrentado desde la oposición política por Otilio Ulate Blanco, líder de estas fuerzas desde 1946 al morir el Presidente León Cortes Castro (1936-1940) que era, hasta ese momento, el principal líder de la oposición.
Los procesos electorales en Costa Rica, hasta 1948, se resolvían en última instancia en el Congreso Nacional de la República, que conocía los resultados que el Tribunal Nacional Electoral le pasaba, pudiendo aprobarlos o desaprobarlos. En ese momento había una mayoría de diputados de Gobierno y del Partido Comunista, llamado Vanguardia Popular.
La elección de 1944, que hizo surgir el Gobierno de Teodoro Picado Michalski, había sido cuestionada por la oposición política como fraudulenta. Para José Figueres, líder empresarial de ese momento, esa era una razón legítima para acabar y «tumbar» al Gobierno, para lo cual invocaba la solución armada. Otilio Ulate Blanco, otro de los líderes opositores se oponía a la solución armada, como tampoco estaba de acuerdo en ese momento el Presidente León Cortes Castro, quien aspiraba a un nuevo período presidencial y había sido derrotado en las elecciones de 1944. A su muerte, en 1946, la jefatura de la oposición la asumió Otilio Ulate, con el compromiso de que si en 1948 se volvía a realizar fraude electoral estaría de acuerdo en la solución militar que proponía José Figueres.
Por su parte, Figueres empezó a prepararse, en sus fincas, militarmente, al mismo tiempo que desarrolló una ola terrorista contra objetivos políticos del Gobierno y sus aliados, especialmente en el año de 1947.
A ello se sumó un llamado a una Huelga de Brazos Caídos, a finales de julio de 1947, que exigía el control del aparato electoral y de la policía por parte de la oposición. La huelga logró pasar el control electoral a la oposición.
El 16 de diciembre de 1947 había firmado Figueres el Pacto del Caribe con dominicanos y nicaragüenses «para luchar por el abatimiento de cualquier régimen cesarista», «la eliminación de las dictaduras», y la «inmediata reconstrucción de la República de Centroamérica».
Así se fue a las elecciones de febrero de 1948, enfrentando a Rafael Ángel Calderón Guardia, en su segunda postulación presidencial, y Otilio Ulate Blanco enfrentándolo. Los comunistas inicialmente habían inscrito candidatura presidencial, que retiraron en diciembre de 1947 para apoyar, forzadamente, sin pacto alguno, a Calderón Guardia, considerando que garantizaba el desarrollo de las conquistas sociales que con él se habían obtenido en 1943, el Capítulo constitucional de las Garantías Sociales y el Código de Trabajo.
El resultado electoral fue favorable a Otilio Ulate, en los votos presidenciales, y favorable a los gobiernistas y comunistas en los votos legislativos, aumentando sus diputados, que ya eran mayoría parlamentaria. El resultado electoral debía ser conocido por el Congreso de la República, como sucedió. Se argumentó que había habido irregularidades electorales, que afectaron a más de 75.000 ciudadanos en el Padrón Electoral, por lo que el Congreso anuló el voto de mayoría del Tribunal Electoral y acogió el Voto Salvado, de minoría, del Magistrado Presidente Max Koberg Bolandi, que sirvió para anular las elecciones presidenciales, donde se daba por ganador a Ulate.
Otilio Ulate el 8 de febrero había cursado invitación al Partido Republicano para que el Tercer Designado a la Presidencia, de nombramiento del Congreso, le correspondiera.
El Congreso de la República acordó anular las elecciones presidenciales, el 2 de marzo de 1948, mas no las legislativas, cuyo conocimiento haría el Congreso en mayo. Se basaron para ello en una acción de nulidad interpuesta ante el Congreso el 28 de febrero por Rafael Ángel Calderón Guardia, y a la Declaratoria Provisional del resultado de las elecciones. Este fue el detonante para iniciar la lucha armada contra el Gobierno para hacer valer el resultado electoral en favor de Otilio Ulate. Ese fue el pretexto inmediato del alzamiento militar, hacer respetar las elecciones.
La oposición, ahora militar, se venía preparando en las fincas de José Figueres, al sur de la capital. El 12 de marzo inicia la insurrección. Los conflictos y enfrentamientos poco a poco se van produciendo y desarrollando en distintas partes del país. Los comunistas quedaron obligados a defender al Gobierno y la nulidad de las elecciones presidenciales, en las que habían estado de acuerdo con sus diputados en el Congreso. La oposición se levanta en armas para hacer valer el triunfo electoral de Ulate.
En un mes de enfrentamientos militares, iniciados en marzo, poco a poco, la oposición fue ganando el terreno militar. A mediados de abril se encontraba acuartelada en Cartago y se presagiaba la Batalla de San José como una batalla cruel y sangrienta. El líder comunista Carlos Luis Fallas, en Tres Ríos, cerca de Cartago, aseguraba tener la fuerza combatiente en capacidad de derrotar a Figueres en Cartago, pero carecía de las armas suficientes para ese esfuerzo.
El 13 de abril Figueres había demandado la renuncia del Presidente Picado y sus Designados a la Presidencia, y proponía que en su orden el Congreso eligiera tres nuevos Designados que serían, José Figueres, Alberto Marten y Fernando Valverde, ejerciendo inmediatamente la Presidencia Figueres como Primer Designado, ofreciendo a la vez amnistía general por delitos políticos, respetar las vidas y haciendas de sus adversarios, salvadas las responsabilidades civiles que pudieran ser declaradas por los tribunales, y que el asilo diplomático lo respetaría conforme a los tratados y prácticas internacionales. El Presidente Picado ese mismo día rechaza esta propuesta y señala al Cuerpo Diplomático en su papel mediador en el conflicto, que ya venía empezando a tener.
A mediados de abril, en esas circunstancias, Figueres envió al sacerdote Benjamín Núñez a negociar una salida política, y evitar la «matanza» de San José. Manuel Mora estaba de acuerdo y sorprendió al propio Fallas con la determinación de ir a encontrarse con José Figueres en las montañas de Ochomogo, entre Cartago y Tres Ríos. Fallas acompañó a Mora a ese encuentro. No había garantías de vida para nadie. Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez se había ofrecido también para asistir a Ochomogo. Se le pidió que se quedara en San José preparando la reunión, con representantes del Cuerpo Diplomático, donde se conocería lo conversado y acordado en Ochomogo.
El 14 de abril el Presidente Picado le comunica a Santos León Herrera la decisión para que él asuma la Presidencia como Designado a la misma, con acuerdo del Nuncio Apostólico, los Embajadores de México, Panamá, los Estados Unidos y el Ministro de Chile que representaban a todo el Cuerpo Diplomático.
El 17 de abril de 1948, por la noche se produjo el encuentro. José Figueres y Manuel Mora, luego se sumaron Benjamín Núñez y Carlos Luis Fallas. Mora le había propuesto a Figueres sumar ambas fuerzas para evitar la ocupación por el sur, de los Estados Unidos, que había acordado desplazarse hacia Costa Rica para estabilizar el país, frontera del Canal de Panamá, y por el norte, la invasión que propiciaba Somoza, para acabar con Figueres, que le amenazaba de ir a tumbarlo, y de paso acabar con los comunistas. Figueres dijo que no podía convencer a sus tropas de esa alianza pero que aseguraba, con su palabra, lo que allí se acordara, desarmándose los comunistas, cesando las hostilidades militares del Gobierno y de los comunistas.
En Ochomogo no se firmó en documento especial ningún Pacto. En Ochomogo se produjo una conversación, donde se llegó a puntos comunes para dar por acabada la guerra, fue un Pacto de Palabra, que se le encargó al sacerdote Benjamín Núñez, recoger y redactar y hacerlo llegar a los comunistas y al Gobierno. Sin embargo, en la historiografía, en el relato histórico nacional de estos hechos, siempre se ha hablado del Pacto de Ochomogo, como si allí se hubiera firmado un documento, que lleva ese nombre.
Sí se reconoce, para todos los sectores políticos, analistas e historiadores, ese encuentro de los principales jefes político militares de ese momento. El Gobierno de hecho estaba representado en la Conversación de Ochomogo también por Manuel Mora. A las 9 de la noche la Radio Hispana, de Cartago, transmitió las notas de la quinta sinfonía de Beethoven alternando la palabra carretera, que era el mensaje con el que se comunicaba que la reunión se había hecho y que le ponía fin a la Guerra Civil.
El 19 de abril de 1948 Benjamín Núñez hizo llegar por escrito, a Manuel Mora, lo acordado en Ochomogo, reconociendo que ese acuerdo había tenido aval y promoción del Presidente Teodoro Picado. En la misma nota se solicitaba que lo que quedaba de Gobierno fuera «oportunamente reorganizado» para en él pudieran tener, los insurgentes, la participación que les correspondía. Igualmente proponían que la cartera de Seguridad Pública se mantuviera a cargo de Miguel Brenes Gutiérrez, en quienes los comunistas tenían confianza, y que la Secretaría de Trabajo, si no se mantiene en manos de Miguel Brenes, se daría a un ciudadano amigo del Partido Comunista el cual sería debidamente consultado. Los otros puestos del Gabinete que se precise sustituir serían ocupados por personas de mentalidad progresista de manera que el nuevo Gobierno fuera una garantía para la clase trabajadora y para todo el pueblo.
De seguido la Carta adjuntaba, al Partido Vanguardia Popular, la síntesis de lo Conversado y Acordado en Ochomogo, en 10 puntos medulares, entre ellos:
Las Garantías Sociales serían respetadas.
El Código de Trabajo no sufrirá modificación negativa a los intereses de los trabajadores, reconociendo el derecho de huelga para los trabajadores del país.
Libertad de organización para la clase trabajadora, respeto y garantías de existencia y actividades de las Centrales Sindicales existentes en el país: La Rerum Novarum, que respondía a los intereses de a oposición y la Confederación de Trabajadores de Costa Rica, dirigida por los comunistas.
Guardar absoluto y efectivo respeto al sistema democrático republicano asegurando y respetando las libertades de pensamiento, de conciencia, de palabra, de reunión y de organización de todos los partidos políticos que existan o puedan establecerse en el país.
Que las familias de todas las víctimas de la guerra civil y las víctimas incapacitadas, recibirán sin distinción de partidos políticos, indemnizaciones adecuadas.
El 20 de abril se firmó en la Embajada de México, por ello conocido como el Pacto de la Embajada de México, lo expuesto en el documento del 19 de abril, que recogía lo conversado y acordado en Ochomogo. Así se le puso fin a la Guerra Civil.
El 20 de abril Teodoro Picado llama al Tercer Designado a la Presidencia, Santos León Herrera a ejercerla, porque tiene «que dejar la Presidencia de la República durante algunos días».
Teodoro Picado no renunció a la Presidencia de la República, y no dio margen para que el Congreso nombrara a los Designados y de ellos se escogiera, como había propuesto Figueres, ni satisfizo la petición de su renuncia que Figueres había propuesto.
El 8 de mayo debía entregarse la Presidencia de la República a Otilio Ulate Blanco, en cuya defensa se había hecho el levantamiento militar. Sin embargo, José Figueres obligó a Ulate a postergar su recibo. Así el 1 de mayo de 1948 se firmó el Pacto Ulate—Figueres, con el cual Ulate aceptaba la constitución de una Junta Revolucionaria que gobernaría el país, sin Congreso, durante un período de dieciocho meses a partir del ocho de mayo, al mismo tiempo la Junta reconocerá y declarará, inmediatamente, que «el 8 de Febrero último fue legítimamente electo Presidente de Costa Rica don Otilio Ulate Blanco», y que será la Asamblea Nacional Constituyente, que también convocarán en 1949, la que finalmente «ratifique la elección de don Otilio Ulate».
Con esto José Figueres Ferrer dio técnicamente un Golpe de Estado a Otilio Ulate Blanco, al no entregarle la Presidencia inmediatamente al resultado de la Guerra Civil, e inició así su Gobierno de Facto, llamado Junta Fundadora de la Segunda República, desde 1 de mayo de 1948 hasta 7 de noviembre del 1949.
Fue un Gobierno de Facto, de hecho una dictadura, con todos los elementos que caracterizan un régimen de esta naturaleza, eliminación de los poderes públicos, suspensión de la Constitución, del Poder Legislativo y del Poder Judicial, que lo renovó en sus autoridades por nombramientos de sus Magistrados, mediante Decretos Leyes, estableciendo un régimen represivo con Tribunales políticos de Sanciones Inmediatas, de Probidad, con encarcelamiento de principales líderes comunistas y del Gobierno, forzando al exilio voluntario a principales líderes comunistas y del Gobierno de Picado, y con el asesinato del Codo de Diablo en diciembre de 1948. Además, la Junta procedió a la confiscación de bienes de militantes comunistas y gobiernistas, prohibió al Partido Comunista, llamado Vanguardia Popular, impidiéndole su participación electoral hasta 1974, prohibición que se estableció por el Decreto No. 105 de 17 de julio de 1948 y que se proyectó al Segundo párrafo del Art. 98 de la Constitución Política que se aprobó el 7 de noviembre de 1949.
El gobierno ejercido por Decretos Leyes, luego avalados por la Asamblea Nacional Constituyente no puede desprenderse de esa categoría de Dictadura y de gobierno represivo y autoritario que tuvo. Sin embargo, en la Historia Nacional, en la historiografía, en el discurso de los triunfadores como de los vencidos, en los análisis de diverso tipo, no se trató ni se trata de Dictadura al Gobierno ejercido por Figueres y sus ministros. Las autoridades de la Junta tampoco pueden desnudarse del traje de dictadores y de gobernantes autoritarios con que ejercieron su gobierno.
¿Por qué se ha dejado de lado en el análisis histórico, y en el discurso político, de esta calificación? Probablemente por algunos de los siguientes elementos, entre otros:
Porque el Gobierno de Facto de Figueres cumplió el Pacto Ulate—Figueres, de reconocerle su triunfo electoral de 1948, y disponerse a entregarle la Presidencia de la República, el 7 de noviembre de 1949, el mismo día que quedó en vigencia la Constitución Política actual. De este modo su gobierno autoritario no se proyectó más allá del plazo pactado con Ulate, violando o contrariando la práctica de los dictadores y dictaduras del continente, y de la región centroamericana, que cuando se producían era sin plazo, hasta que otro dictador los derrocara.
Porque impulsó la convocatoria a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución Política, la actual.
Porque Figueres no era de tradición militar, ni los miembros de la Junta eran de formación militar.
Porque durante el ejercicio del Gobierno de Facto se tomaron una serie de medidas que no alteraron las Reformas Sociales y el Código de Trabajo. Estas se mantuvieron como parte de la Constitución Política y se ampliaron, y el Código se respetó, a pesar que la Junta tenía sus propios proyectos de Constitución y de Código que les fueron rechazados.
Porque impulsaron medidas importantes que permitieron desarrollar el Estado benefactor y asistencialista hasta 1978, con bastante éxito, con el papel del Estado en la economía nacional, con el desarrollo institucional que impulsaron, dándole cuerpo a las reformas sociales, con la nacionalización de la banca y de los recursos hidroenergéticos, etc.
Porque abolió el Ejército en 1948 de manera permanente.
Porque Figueres se propuso crear un partido político que, con el nombre del Ejército que había formado para hacer respetar las elecciones de 1948, el 12 de octubre de 1951 lo funda bajo el nombre de Partido Liberación Nacional, y se inscribe inmediatamente a participar, desde entonces en el juego político democrático de las elecciones, llegando a ejercer la Presidencia constitucional en dos ocasiones, 1953-1958 y 1970-1974.
Porque Figueres se convierte, desde la década de 1950, en un abanderado de luchas contra las dictaduras del continente y por la vigencia de los regímenes democrático republicanos, en lo que coincidían sectores comunistas, de izquierda y democráticos nacionales.
Porque también con Figueres, y de dos gobiernos de Liberación Nacional, 1970-1974 y 1974-1978, se retorna al restablecimiento de los derechos políticos de los costarricenses, permitiendo de nuevo la participación electoral de los comunistas.
Porque Figueres, en su segundo gobierno constitucional restablece relaciones con la URSS y con países socialistas, aspecto que neutralizó, especialmente a los comunistas, en su crítica histórica a los sucesos de 1948. Incluso a Gonzalo Facio Segreda, a quien se le imputa la responsabilidad del Crimen del Codo de Diablo, contra dirigentes comunistas, siendo Canciller de Figueres en ese segundo Gobierno constitucional, los comunistas dejaron de llamarle «el autor intelectual del Crimen del Codo del Diablo» para empezar a llamarle «El Canciller».
Porque Figueres juega un papel importante en la lucha final del Frente Sandinista de Liberación Nacional, entre 1978-1979, para la caída de la Dictadura somocista, aspecto que los mismos sandinistas le reconocieron, así como en la conversaciones que pusieron fin a las guerras en Centroamérica en la década de 1980-1990, junto con Manuel Mora Valverde.
Porque en el desarrollo del Estado, y de sus instituciones, se fue reconociendo el papel de los comunistas en la historia y la cultura costarricense. Oficialmente se empezaron a publicar las obras de escritores comunistas, se les reconoció con Premios Nacionales, con el Premio Magón, la más alta distinción en este campo, y con el Benemeritazgo de la Patria, entre ellos a Manuel Mora Valverde y dos veces a Carmen Lyra.
Porque a Figueres se le ha reconocido como el personaje más importante de la Historia nacional para el siglo XX.
Porque en el análisis histórico, de los textos escolares, el énfasis del estudio ha descansado hasta la Guerra Civil, y poco se ha avanzado en el período posterior. Al avanzar en el período posterior «se brincan» el Gobierno de Facto. Durante los años inmediatos a la Guerra Civil quienes escribieron sobre estos acontecimientos ignoraron el carácter dictatorial del gobierno de la Segunda República y se le dio trato de continuidad institucional, casi como si nada hubiera ocurrido.
Porque en términos muy generales se habla de la Guerra Civil e implícitamente queda allí comprendido el período de la Junta de Gobierno, sin que se analice de modo específico o particular.
16.Porque al valorar las dictaduras costarricense del siglo XX solo enfatiza en la de Federico Tinoco y no el Gobierno de Facto de José Figueres. Si se trata de interrupción del proceso constitucional en el siglo XX siempre se señala al Gobierno dictatorial de Federico Tinoco y al Gobierno de Facto de José Figueres, pero sin el adjetivo de «dictadura», que en la realidad lo fue.
Estos aspectos, entre otros, minimizaron el carácter de dictador y de dictadura de Figueres durante su Gobierno de Facto en 1948-1949, y logró sobre imponerse en la vida institucional por su paso en la política democrática a partir de 1949 hasta su muerte.