Thomas Jefferson nace en Shadwell, Virginia, el 13 de abril de 1743.
Fue el autor principal de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776. Es considerado uno de los padres fundadores de esa nación y el Monumento a Thomas Jefferson ( Thomas Jefferson Memorial en inglés) erigido en Washington D.C. es uno de monumentos insoslayables de la capital federal.
Ejerció como el tercer presidente de su país durante dos administraciones que se extendieron de 1801 a 1809.
Sobresale como gran defensor de la libertad, la república, la democracia, el derecho natural y la tolerancia. Recibe la influencia del pensamiento del inglés John Locke, padre del liberalismo y por el espíritu deísta de la Ilustración europea.
Funda y pertenece al Partido Demócrata-Republicano y con su mandato puso fin a la influencia del Partido Federalista en el ámbito presidencial. Manifiesta una gran crítica a las monarquías europeas, incluyendo por supuesto a la inglesa y también a Napoleón Bonaparte a quien define como el peor de todos los seres humanos y el gran opresor de los derechos y las libertades en el mundo. También adversa las atrocidades de Robespierre que, según sus palabras, afectarían el futuro de la causa de la libertad. Sus mayores elogios se dirigen a George Washington, el Comandante en Jefe de la Revolución Americana y para Benjamín Franklin, a quien define como el Padre de la filosofía americana.
Estudia en el William and Mary College. Antes de ingresar a la carrera política Jefferson se desempeña como hacendado en las propiedades de sus padres y como abogado en su bufete. Es parlamentario en la Cámara de Burgueses (1769-1774) y allí promueve sin éxito la abolición de la esclavitud. También se destaca como Gobernador de Virginia de 1779 a 1781.
Cuando se agrava el conflicto entre Gran Bretaña y sus colonias norteamericanas, Jefferson se sitúa al lado de las últimas publicando un Breve análisis de los derechos de la América Británica en 1774.
Después de la independencia funge como embajador en Francia de 1785 a 1789, donde presenció la Revolución francesa. Luego fue el primer secretario de Estado en el Gobierno de George Washington y vicepresidente de los Estados Unidos en el de John Adams.
Con sus ideas antielitistas se enfrenta a Alexander Hamilton, entonces secretario del Tesoro, dando inicio a una primera división entre federalistas y demócratas-republicanos. Cuenta una visión idealizada de unos Estados Unidos virtuosos gracias a la ética y el trabajo de los pequeños agricultores: Los agricultores son el pueblo escogido de Dios. La democracia jeffersoniana incluye aspectos como participación ciudadana, división de poderes, separación de iglesia y estado, libertades individuales y gobierno al servicio de la libertad.
Siguiendo su filosofía de un gobierno limitado, durante su primer término como presidente de los Estados Unidos reduce el gasto federal, la deuda nacional en un tercio y el presupuesto militar. También abolió varios impuestos incluido el del whiskey. Adversa la emisión de moneda sin respaldo. Durante su gestión se consolida un sistema que consiste en repartir las funciones entre el gobierno federal, más concentrado en la defensa y la política exterior y los estados con un grado alto de autonomía. Promueve la educación afirmando que solo una educación popular puede defender la democracia y un pueblo ignorante no puede conservar su libertad.
Aprovechando la guerra entre Inglaterra y Francia, le compra Luisiana a Napoleón Bonaparte en 15 millones de dólares el 4 de julio de 1803 con lo que duplica el territorio de los Estados Unidos. También promueve el avance hacia el océano Pacífico con la expedición de Lewis y Clark hacia el oeste entre 1804 y 1806.
En 1804 derrota en el Colegio Electoral a su rival Charles Pinckney por 162 votos a 14 y gana un segundo mandato en la presidencia que no fue tan exitoso como el primero debido al complejo marco internacional generado por las Guerras Napoleónicas.
Su esposa Martha Jefferson fallece el 6 de setiembre de 1782 y Thomas Jefferson no se vuelve a casar. De manera que durante su permanencia en la Casa Blanca no hubo primera dama. El atendía solo los eventos oficiales o se ayudaba con su hija o con Dolley Madison, la esposa de James Madison, el secretario de Estado.
No escribe libros ni tratados y tampoco se distingue como un gran orador. De modo que lo mejor de su pensamiento se debe encontrar en sus 25.000 cartas.
Sobre la libertad escribe:
«El Dios que nos dio vida, al mismo tiempo nos entregó libertad (...). El hombre nace libre y la libertad y la felicidad del hombre (...) son los únicos objetivos de un gobierno legítimo.
Sobre los derechos naturales del ser humano sentencia:
«Existen derechos que no se entregan al Gobierno (...). El derecho a pensar y actuar libremente. Estos son los derechos al pensamiento y la publicación de nuestros pensamientos en forma escrita o hablada; el derecho al comercio libre; el derecho a la libertad personal».
Son célebres sus conceptos sobre la libertad de prensa: estoy a favor de la libertad de prensa y contra toda violación de la Constitución para silenciar mediante la fuerza y no la razón, las quejas o críticas, justas o injustas, de nuestros ciudadanos contra la conducta de sus gobernantes». Y prefiero una prensa sin gobierno que un gobierno sin prensa.
Sobre la tolerancia escribe: tolero con la máxima amplitud el derecho de otros a que sus opiniones difieran de las mías. Y jamás me inclinaré a través de las palabras o las acciones, ante el templo de la intolerancia, ni admitiré el derecho a inmiscuirme en las opiniones religiosas de los demás.
Propugna por un gobierno constitucional, federal, republicano y democrático con las siguientes palabras:
«Sigamos entonces con coraje y confianza, nuestros propios principios federales y republicanos (...). La República es el paraíso en comparación con la monarquía (...). Nosotros los de los Estados Unidos, usted sabe, somos constitucionalmente y conscientemente demócratas».
Según Jefferson dicho Gobierno debía basarse en la división de poderes:
«El primer principio de un buen gobierno es, ciertamente, una distribución de poderes en ejecutivo, judicial y legislativo, y una subdivisión de éste último en dos o tres ramas y agregaba: No luchamos por un despotismo electivo, sino por un tipo de gobierno que pueda estar cimentado sobre los principios de libertad, en el que los poderes del gobierno se dividan y equilibren… de tal manera que ninguno pudiera trascender sus límites legales sin que fuera efectivamente controlado y refrenado por los otros poderes».
También promueve un balance entre los derechos del Gobierno federal y los derechos de los estados, afirmando que estos últimos son barreras a favor de la libertad.
Asimismo se pronuncia y favorece como presidente un Gobierno correctamente frugal y sencillo, aplicando todos los posibles ahorros de la renta pública a la descarga de la deuda nacional, no soy partidario de multiplicar empleados ni salarios solo para ganar partidarios y aumentar con cada artificio la deuda pública. Así también, la mayor seguridad contra la introducción de prácticas y de ideas corruptas dentro de nuestro gobierno, es hacer que se logre reducir los gastos públicos hasta el mínimo.
Sobre economía política dice: el monopolio de un banco único es ciertamente un mal. Y también:
«la agricultura, la manufactura, el comercio y la navegación, los cuatro pilares de nuestra prosperidad, son más prósperos cuando se deja más libertad a la empresa privada y nos consideramos desautorizados para gravar a la posteridad con nuestras propias deudas».
Sobre asuntos exteriores sentencia: la paz y la amistad con toda la humanidad es nuestra más sabia política y paz, comercio y amistad honesta con todas las naciones.
En el año en que fue elegido presidente le escribe a un amigo su más famosa sentencia:
«He jurado ante el altar de Dios una eterna hostilidad hacia cualquier clase de tiranía sobre la mente del hombre».
Como resumiera Abraham Lincoln en 1859:
«Los principios de Jefferson son las definiciones y los axiomas de una sociedad libre».
Repitiendo el ejemplo de George Washington y para evitar el despotismo y la reelección perpetua del presidente, Thomas Jefferson decide retirarse al final de su segundo período presidencial. Se traslada a su residencia de Monticello, Virginia adonde vive sus últimos 17 años. Allí supervisa la construcción de la Universidad de Virginia que fue fundada en 1819 y fallece precisamente el día de la Independencia, el 4 de julio de 1826 a la edad de 83 años. Sus restos permanecen enterrados en Monticello.
Escribe su propio epitafio que dice: Aquí fue enterrado Thomas Jefferson, Autor de la Declaración de Independencia Americana, Del Estatuto de Libertad Religiosa de Virginia, y Padre de la Universidad de Virginia.
Omitió todos sus cargos públicos, incluidos el de gobernador de Virginia, parlamentario, secretario de Estado, vicepresidente y presidente de los Estados Unidos.