Es curioso que los perfiles políticos que encabezan partidos de extrema derecha niegan la mayor recordando que no son de extrema derecha, sino que son de extrema necesidad. Todavía no entiendo la negación y tampoco veo el insulto en la denominación extrema derecha, es precisamente lo que les hace ganar seguidores.
La extrema derecha de Abascal, de Le Pen, en Francia, o de Salvini, en Italia, defiende cerrar fronteras a los inmigrantes, defiende el centralismo del Estado por encima de pluralidades, el nacionalismo económico, el populismo, rechaza los deberes de la globalización... dicho de otra forma, esta gente no hace prisioneros. Ser radicales en esta «guerra de partidos» es lo que les da escaños en el parlamento, y negarlo es absurdo. No necesitan ajustar sus argumentos.
«Es muy importante que en España haya un partido basado en la soberanía y la identidad del pueblo español, y que esté dispuesto a defender sus fronteras». Esta frase es de Steve Bannon, estratega político y ex asesor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Bannon, con la misma fama que un super fichaje de futbol, es el actual estratega del partido de extrema derecha Vox, el cual ha conseguido 24 escaños en las elecciones generales.
Este nuevo partido, nacido en 2013 y con una mínima estructura, logra así acabar con la relativa «anomalía» que hasta ahora representaba España, al no tener ningún partido de extrema derecha con representación parlamentaria a nivel estatal. Con representación en dieciocho provincias españolas, recibirá 2,11 millones de euros en subvenciones públicas por los escaños con los que se va a estrenar en el Congreso de los Diputados.
¿En qué se parecen Vox y Santiago Abascal a Trump?
Son líderes que basan sus discursos sobre todo en emociones, en reivindicaciones de carácter cultural. Como el orgullo de pertenecer a un país fuerte, Trump lo hizo con el lema Make America great again, y Vox utilizó ese mismo mensaje en 2016 con Hacer a España grande otra vez. Vox es el partido del orgullo de ser español, frente al desafío en Cataluña. Sin la crisis que se desató en Cataluña con el referéndum de independencia, declarado ilegal, y la proclamación de independencia el 27 de octubre de 2017, sería difícil entender el auge de Vox.
El nacionalismo español es la principal bandera de la formación y de su líder. El principal motor de Vox es la gente que hace mucho tiempo que piensa que se le ha pedido que oculte o esconda su identidad nacional, porque eso es provocar, o porque te llaman facha.
Abascal propone eliminar los parlamentos y los gobiernos autonómicos para devolver poder al Estado, rompiendo con el consenso territorial vertebrado en la Constitución de 1978 y en claro desafío a las nacionalidades históricas: Galicia, País Vasco y Cataluña. El partido no pone en duda el orden constitucional y se declara defensor del Estado de Derecho.
Vox no ha intentado, hasta ahora, ser el abanderado de los pobres o la clase media empobrecida. En esto se diferencia Vox de Trump, que logró el poder gracias a la polarización que existía en Estados Unidos y porque logró expandir los apoyos tradicionales republicanos hacia segmentos de la clase blanca pobre, con poco nivel educativo o rural. Pero las propuestas de Vox en el plano económico son de corte neoliberal, como la bajada y eliminación de impuestos o la introducción de un sistema mixto de pensiones con presencia del sector privado.
Un aspecto en el que Vox se parece mucho a sus partidos homólogos internacionales es el de la inmigración. Todos coinciden en limitarla al máximo. En sus 100 medidas, la formación de Abascal habla de la deportación de todos los inmigrantes ilegales a sus países de origen. En Estados Unidos Donald Trump ha hablado de que la mayoría de migrantes mexicanos y centroamericanos son «delincuentes». Ambos defienden la construcción de muros, Vox quiere levantar uno en los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, para evitar la inmigración, y que Marruecos colabore en su construcción.
Al igual que Trump, Abascal también tiene un discurso incendiario contra los medios de comunicación, a los que acusa constantemente de colgar estigmas a la formación que dirige: «En los actos de Vox hay inmigrantes, mujeres, homosexuales, catalanes y vascos. Lo que se dice de Vox es una caricatura», afirmó. Por todo esto, su modo preferido de comunicación son las redes sociales, las cuales ha sabido explotar a su favor.
Los partidos de extrema derecha europea cumplen tres requisitos, son autoritarios, son xenófobos y nacionalistas, y siguen estrategias o retóricas populistas. Una característica específica de Vox, además de su postura territorial, es su visión enormemente reaccionaria católica. Son anacrónicos, por llamarlo de algún modo, en temas sobre derechos de las mujeres y minorías sexuales. Vox quiere acabar con la ley de violencia de género al considerar que discrimina a los hombres y cree que solo hay una familia «natural», y es aquella formada por un hombre y una mujer.
Además, al igual que otras formaciones de extrema derecha europea -como Alternativa por Alemania, Viktor Orbán en Hungria, Le Pen en Francia, o el Partido de los Finlandeses- es esperable que Vox se transforme a lo largo de los próximos años.
Negar la evidencia con Vox es absurdo, ya están aquí, pero su enmienda a la totalidad en la distribución del Estado es para tomar distancia. Si bien considero que su planteamiento de la inmigración y el patriotismo seduce a mucha gente, la idea del fin de la España descentralizada, anulando las comunidades autónomas es para sacar brillo a la lampara del genio. Es algo que ya se comenta en los foros, la recuperación de la Educación y la Sanidad para el Estado central.
Trump, Abascal, Salvatini, etc…los que aplauden o los que se indignan con la ultraderecha, los que miramos con cierta distancia y nos cuestionamos sus ofrecimientos, nos debemos hacer algunas preguntas ¿por qué ahora? ¿cuánto tiempo ha pasado en nuestro país desde la dirección de Francisco Franco? ¿el Estado del Bienestar ha perdido el control y se requiere un Estado policía?