La razón de que no duermas por la noche se encuentra en tus genes, y no se trata de una broma; además, el insomnio -un trastorno que afecta a un 15% de la población mundial- está estrechamente ligado a tu estado mental, a tu corazón e incluso con la diabetes.
Dos estudios independientes publicados en Nature Genetics han demostrado que los problemas a la hora de conciliar el sueño, de despertarse a mitad de la noche o demasiado pronto, tienen su origen en los genes. Es decir, aunque no hay que perder de vista factores ambientales que afectan en buena medida a un buen descanso como el estrés, el abuso del café y el alcohol y de otras sustancias psicoactivas, la diferencia la han aportado recientemente dos investigaciones sobre gemelos.
En uno de los trabajos, que compara el genoma de más de un millón de personas declaradas como insomnes, los investigadores identificaron más de 500 genes con alguna variación que intervienen en el riesgo de padecer esta aflicción. De hecho, Danielle Posthuma, profesora y genetista de la Universidad Libre de Ámsterdam y coautora del informe, asegura en este sentido que «nuestro estudio muestra que el insomnio, como muchos otros trastornos neuropsiquiátricos, tiene que ver con centenares de genes, cada uno con un ligero efecto. Por sí solos, estos genes no tienen un especial interés. Lo que importa es su acción combinada sobre el riesgo de sufrir insomnio».
Además, según el periodista Miguel Ángel Criado, «estos investigadores encontraron que parte de estos genes intervienen en la funcionalidad de los axones, las terminaciones de las neuronas que, como capilares, llevan el impulso nervioso a las células nerviosas contiguas. En concreto, observaron una sobreexpresión, un exceso o enriquecimiento del proceso que expresa la información codificada en el ADN en las proteínas. Este exceso de expresión también lo comprobaron en neuronas de regiones específicas del cerebro, como el córtex frontal».
Del mismo modo, los científicos no hallaron una relación significativa entre las variaciones genéticas de los insomnes y otros aspectos vinculados con el sueño, como ser madrugador, la tendencia a sestear, los ronquidos o los despertares repentinos. Sin embargo, sí observaron una dinámica directa entre los genes y ciertos trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, así como con otras afecciones coronarias y diabetes.
Es más, para Eus Van Somerenm, profesor de neurofisiología del Instituto de Neurociencia de los Países Bajos y coautor del estudio, «se trata de un resultado importante ya que siempre buscábamos las causas del insomnio en los circuitos cerebrales que regulan el sueño; debemos cambiar y poner el foco en los circuitos que regulan la emoción, el estrés y la tensión».
El segundo trabajo, basado en datos de cerca de medio millón de personas, ha conseguido identificar 236 genes relacionados con el insomnio pero, al igual que demuestra la primera investigación, revela que la base genética del trastorno tiene poco que ver con la regulación general del sueño. Concretamente, volvieron a encontrar una sobreexpresión en los genes que median la proteolisis o degradación programada de las proteínas de determinadas células cerebrales.
En otras palabras, los científicos -empleando una novedosa técnica de investigación denominada aleatorización mendeliana- buscaron una conexión entre las distintas variantes genéticas y dos o más problemas de salud. Así, como en el primer informe, vieron que los insomnes tienen hasta el doble de riesgo de padecer una cardiopatía coronaria o síntomas propios de la depresión.
«Ahora queda un duro trabajo para averiguar cómo los cambios en los genes nos llevan al insomnio. Esto requiere estudios en células humanas, ratones, moscas de la fruta, pez cebra y otros organismos modelo. Además, son indispensables estudios detallados que definan con mayor precisión los vínculos causales entre el insomnio y los resultados clínicos», comenta al respecto Richa Saxena, investigadora en genética del sueño del Hospital General de Massachusetts (EE UU). No obstante, ha nacido un rayo de esperanza para todos los que intentan dormir y descansar el tiempo necesario sin tener que recurrir al uso de fármacos y opiáceos. Todo un sueño.