Lejos de limitarse al rigorismo moral y al imperativo categórico, el pensamiento kantiano se caracteriza por:
Promover la libertad individual, la república y el criticismo sin barreras.
Simpatizar con las revoluciones inglesa, americana y francesa.
Immanuel Kant ha sido considerado el filósofo mayor de Alemania y uno de los principales en la historia del pensamiento.
Nace en Königsberg, ciudad de Prusia Oriental, donde pasa toda su vida y donde muere.
Su idealismo crítico abre una nueva era de la filosofía e influencia a la mayoría de los filósofos de los siglos XIX, XX y XXI.
Vino a este mundo el 22 de abril de 1724 en una familia pietista y de un padre talabartero muy pobre. Su vida transcurre durante la segunda mitad del siglo XVIII.
Su madre Ana Regina Renter fue profundamente religiosa y llevó a Kant a estudiar al Colegio Fredericiano, cuyo director era su correligionario. Ella educó a Kant en un ambiente pietista y le inculcó un cristianismo práctico con fuertes valores morales y una inclinación hacia la caridad y la vida sana, austera, laboriosa, puntual y ordenada.
Luego Kant estudia en la Universidad de Königsberg, primero Teología y luego Filosofía hasta doctorarse. Su profesor Martin Knutzen le introduce en el racionalismo y en las ideas de la Ilustración de Leibniz y Wolff. Empieza dando conferencias y clases privadas antes de ser profesor en dicho centro de educación superior. Fracasa dos veces en su intento de obtener una cátedra. Hasta 1770 lo nombran catedrático de Lógica y Metafísica.
Su vida se caracteriza por ser rutinaria, puntual, metódica y dedicada únicamente a impartir sus clases y a escribir su monumental obra. De salud delicada y muy baja estatura. Nunca viajó, no se le conocieron amores, nunca se casó y por sobre todo amaba su vida libre e independiente. Sin ser rico ayudaba económicamente a los pobres.
Como lo resume el filósofo español Manuel García Morente:
«Era el colmo de la puntualidad; salía de su casa todos los días exactamente a la misma hora; iba a la universidad tardando exactamente el mismo tiempo; dictaba sus clases con una puntualidad de reloj; volvía a su casa exactamente a la misma hora; tanto que las comadres del barrio, cuando tenían duda sobre la hora que era decían: ya deben ser las nueve porque acaba de pasar el señor Kant».
García Morente, M. (1938). Lecciones Preliminares de la Filosofía (primera ed.) Buenos Aires, Argentina: Losada S.A. (pág. 230)
Se salió de dicho formato únicamente durante el tiempo de la Revolución francesa porque se desviaba de su ruta para recoger las últimas noticias políticas en el correo de la ciudad.
Sus enseñanzas de religión se basan en el uso de la razón en vez de referirse a las Sagradas Escrituras, por lo que en 1792 Federico Guillermo II le prohibió dar clases o escribir sobre religión.
Sus ideas éticas parten de la creencia en la libertad del individuo.
En su pensamiento se distinguen dos etapas, la primera racionalista y precrítica; la segunda, empirista y escéptica con influencia del filósofo inglés David Hume. Según sus palabras a partir de allí despierta de su sueño dogmático.
En 1781 aparece la Crítica de la razón pura y luego la Crítica de la razón práctica, en 1788, donde establece que el hombre debiera actuar como si fuera libre.
El liberalismo francés ha sido generalmente racionalista y el liberalismo inglés más bien empirista. Pues Immanuel Kant, siendo filósofo alemán, se nutrió de ambas fuentes. Tanto por su racionalismo como por su criticismo, Kant es catalogado como un filósofo de la libertad.
La grandeza filosófica de Kant es tan monumental que poco se dice de sus ideas políticas.
Kant recibió la influencia liberal al leer a Hutcheson, el profesor de Adam Smith, y las ideas de separación de poderes de John Locke y Montesquieu; así como las tesis contractualistas y republicanas de Juan Jacobo Rousseau. No fue un demócrata, pero sí un republicano. Según Carlos Marx el pensamiento político de Kant «es la filosofía alemana de la Revolución Francesa».
Considera al ser humano como persona racional y libre que se manda a sí misma. Cree en la soberanía de los seres racionales. Y define a la persona como un fin en sí misma. Caracterizó a la Ilustración como la rebelión de la razón, su grito de independencia.
Es interesante su concepto de libertad: la libertad es la capacidad que tengo de dictar mi propia ley. Y si todos somos libres no puede haber otra ley que la que cada uno se dicta a sí mismo. También afirma que todo ser humano tiene un pie puesto en la libertad y otro en la necesidad y debe luchar constantemente por la libertad. Y existe libertad por lo pronto cuando se puede exponer públicamente opinión sobre los más diversos temas.
Para Kant vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros. Y sostiene que el derecho es el conjunto de condiciones que permiten a la libertad de cada uno acomodarse a la libertad de todos.
Es muy liberal su criticismo sin barreras, que abre la posibilidad de criticar o analizar los más diversos temas. Desde Kant el sentido crítico caracteriza a la historia de la filosofía occidental.
En la primera etapa de su pensamiento Kant fue un racionalista de la Ilustración que se basaba en Leibniz y Wolff, mientras que en la segunda etapa influido por los filósofos ingleses David Hume y John Locke introduce el empirismo, el escepticismo y se convierte en un liberal empirista. El cambio se produce entre 1769 y 1770. Como dijo el maestro: El año 1769 me dio una gran luz.
Por lo general no asistía al culto pero en deuda con esa mezcla entre la formación que le inculcara su madre y con el ambiente de la Ilustración creyó en la libertad, en la inmortalidad del alma y en la existencia de Dios. Al retirarse de su cátedra dijo:
«No temo a la muerte. La recibiré loando a Dios. Pero temo que un demonio me diga que hice daño a otro ser humano».
Frente al absolutismo y el despotismo de su época, promueve el republicanismo basado en los principios de libertad e igualdad de los ciudadanos dentro de la ley, caracterizado por la separación del poder ejecutivo y del legislativo y por las ideas de estado de naturaleza, contrato social y representación. A diferencia de John Locke, prefirió a la república en vez de la monarquía constitucional, sin disentir de ésta última. En este punto es más bien discípulo del ginebrino Juan Jacobo Rousseau y de su célebre Contrato Social.
Sin ser político se interesaba por la política simpatizando con los americanos que luchaban por su independencia de Inglaterra y con los ideales de la Revolución Francesa, aunque más tarde se opuso y condenó a sus excesos.
Asimismo, en su única obra directa y estrictamente política, titulada como La Paz Perpetua y publicada en 1795 promueve y anticipa la paz mundial por medio de la creación de una federación mundial de estados republicanos que anuncia la Liga de las Naciones y la Organización de las Naciones Unidas.
Fallece a los ochenta años de edad, probablemente de alzhéimer, el 12 de febrero de 1804 rodeado de sus discípulos y amigos. Antes de morir murmuró: Está bien y partió.
La ciudad y la universidad de Königsberg le enterraron en las arcadas de la catedral con honores propios de un príncipe. Su tumba se encuentra en la actual Kaliningrado, territorio de Rusia. Según Kant:
«El sabio puede cambiar de opinión, el necio nunca».
El gran genio alemán cambió de opinión varias veces a lo largo de su fructífera carrera intelectual de amor a la sabiduría.