Según varios genios de la literatura y el cine, solo existe una historia: el monomito.
El profesor Joseph Campbell dedicó décadas al estudio de las mitologías en varios continentes y analizó miles de historias, la mayoría de tradición oral, con el objeto de encontrar analogías entre ellas.
Para su sorpresa y la nuestra, las coincidencias eran extremadamente marcadas. Descubrió que existe un formato de historia que puede abarcar gran parte de los cuentos, mitos y aventuras que hemos oído, leído y visto gran parte de la humanidad durante siglos.
Según el mitólogo, el periplo del héroe cuenta la historia de La guerra de las galaxias, Superman, Gladiator, Titanic, Avatar o incluso podemos ver retratado en este envase compacto y evidente al mismísimo Nuevo Testamento. También abarcaría los viajes iniciáticos de Buda, Mahoma y otros profetas de varias religiones.
Visto así, al parecer, cualquiera de las historias que conocemos, desde las románticas a las de terror, pasando por novelas negras y de intriga, todas serían retratadas y empaquetadas en un periplo del héroe (o heroína, dependiendo del caso). Las etapas del periplo podrían aparecer antes o después, claramente marcadas o sutiles, pero la historia, todas las historias, seguirían un formato marcado. Ese formato que nuestro cerebro está preparado para asimilar, aceptar y amar.
Según estos estudiosos, no podemos recibir una historia sin el formato o las partes principales que componen el monomito sin despreciarla o quedarnos incompletos. Si la historia no se parece al periplo del héroe, no es una historia que merezca ser contada.
Hasta aquí la opinión de gran parte de los expertos. Y ahora la de un humilde servidor.
Ahora mismo estamos en un periplo
Hace poco tuve la suerte de asistir en Pamplona Negra a una conferencia de Juan Gómez-Jurado en nuestra querida Iruña. En ella, el exitoso autor defendía la teoría de que todas, absolutamente todas las historias objeto de novelas, guiones y películas seguían deterministamente esta secuencia de pasos llamada el periplo del héroe y dio, durante la exposición, varios ejemplos retando a los asistentes a desmentirlo.
Leyendo lo que escribo y aunque no se trata de ficción, como indico en el subtítulo de estos párrafos, ahora mismo estoy siguiendo un guion. Sigo una línea argumental para ordenar las ideas que quiero transmitir. Salgo de un sitio y paseamos por unas ideas para luego ver que llegamos a otro distinto y comparamos con el origen. Es un formato en el que nos entendemos, es la forma de razonamiento común en la que movemos y sí, la usamos casi todo el tiempo.
Pero no siempre
El periplo del héroe se repite muchas veces y alrededor del mundo, de eso no hay dudas y su efecto, cuando nos llega en forma de historia, causa —casi siempre— el mismo efecto: nos hace viajar a lugares y entendemos el proceso como algo extraordinario y a la vez necesario. No hace falta entrar en detalles para explicar este viaje. Eso es lo bueno del monomito. Pero no podemos decir, de ninguna manera, que es la única manera de contar una historia.
Campbell realizó un trabajo estupendo: fue capaz de encontrar similitudes entre los mitos y las historias y hasta allí es su aportación. Extrapolar la idea llevándola a la simplificación absoluta de que todas las historias siguen este guion o periplo necesariamente es deshonrar el esfuerzo del estudio inicial del mitólogo. De las similitudes a la homogeneización de la ficción hay un trecho bastante largo y eso mismo requeriría un extenso documento (tal vez sin guion marcado).
Imagino que habréis notado alguna vez que una historia os suena de algo. Si revisáis los enlaces al principio de este texto y los leéis al detalle podréis encontrar lo que decía Campbell, muchas historias se parecen y algunas se parecen tanto que casi debería darle vergüenza al creador / historiador creativo. Esto es un riesgo que corren los creadores defensores de la teoría del monomito.
No todos en este mundo son héroes o heroínas y aunque en algunos casos se pueda extrapolar la idea a un grupo de personas y no solo un ente individual, el formato repetido cansa al espectador / lector.
La teoría que nos contaba Juan hace unos días también se basaba en que el espectador tolera la repetición. Estoy de acuerdo en que en cierto grado llevamos a nuestra audiencia a lugares cómodos de asimilar, aunque también me parece que el exceso de lugares comunes empalaga pronto al consumidor de ficción.
Estamos viviendo un paradigma de la repetición camuflada de novedad una y otra vez repetida. Los perros de la misma raza que se cruzan una y otra vez entre ellos y siguen siendo la misma pura raza, la misma historia una y otra vez.
La simplificación es necesaria para entender el mundo complejo en el que vivimos, no lo niego, pero hay que tener claro que es una herramienta, no una verdad en sí misma. La mejor ficción es la que está por venir, siempre. Y esa ficción, en cualquier formato que tenga, será distinta, nueva, única. Si hay historias basadas en el cansino periplo del héroe, por favor, que sean las menos, yo ya me estoy cansando de la misma historia una y otra vez.
Y ahora que sabéis el truco, cuando veáis la próxima, me entenderéis.