Un trabajador contento con su puesto de trabajo, que se siente valorado e integrado, es un trabajador productivo. Por el contrario, un trabajador desmotivado y que va sin ganas a trabajar no será todo lo productivo y eficiente que podría ser.
A priori, está afirmación puede ser obvia y clara, pero muchos directores, responsables o propietarios, no la tienen asumida, y eso se nota en los ambientes del trabajo y en la cara de trabajadores, tanto para bien como para mal.
Hay varios factores que influyen en esta ecuación laboral. Para empezar, en muchas ocasiones, el salario no se corresponde en realidad con el trabajo que uno desarrolla. Si uno nota que se le exige demasiado y que está mal pagado, la motivación bajará en picado; un punto que, en función del resto de la ecuación, influirá en si se está a gusto o no en un puesto de trabajo.
Los compañeros y compañeras de trabajo es otra de las partes claves. Si hay buen rollo, compañerismo, uno irá a trabajar más a gusto. Además, en caso de necesidad y de buen ambiente, sabes de antemano que si te atascas en un punto o no llegas por volumen de faena vas a encontrar una mano que te ayudará o al contrario, tu estarás predispuestas a echar una mano si alguien lo requiere; hoy por mí, mañana por ti. En caso contrario, si el ambiente es malo, la relación con los compañeros es fría, etc., cada mañana se te hará una montaña cuesta arriba ir a trabajar; es más, el humor te cambiará en cuando traspase la puerta del trabajo.
Mención aparte para los responsables, directores o jefes de negocios, departamentos y/o empresas. Estos deben ser los primeros en dar ejemplo. SI piden puntualidad, ellos deben ser los primeros en llegar o, como mínimo, ser puntuales; si piden compromiso y si hace falta quedarse un poco más de tiempo para sacar adelante el trabajo, deben ser los primeros en arribar el hombro, etc. Esto no significa que si un momento dado, se tiene que echar una bronca, no se pueda hacer... pero sin gritos, ni faltas de respeto; hablando, la gente se entiende.
Todo lo expuesto parecen cosas obvias, pero, sobre todo, desde que llega la llamada «crisis», muchos de estos puntos han desaparecido del mapa. Sólo falta darse una vuelta por y entrar en comercios –lo que uno tiene más accesible, ya que en despachos no se puede entrar si uno no trabaja ahí- para ver el ambiente que se respira en una empresa.
Y en tu negocio o compañía, ¿qué ambiente hay?