Desde hace algunos años se habla de heridas morales en términos psiquiátricos. Esta etiqueta fue dada, inicialmente, a algunos soldados que volvían de la guerra después de haber cometido o participado en «atrocidades». Los síntomas eran y son visibles y tienen mucho en común con el estrés que crean las situaciones traumáticas (síndrome postraumático). Las heridas morales aparecen cuando las personas son expuestas a situaciones o acciones que quebrantan sus principios éticos y, en estos casos, la moral es obviamente una precondición.
El concepto mismo de heridas morales nos muestra un límite que, al ser superado, causa dolor, fuertes sentimientos de culpa y también depresión. La moral es parte de nuestra existencia, vida social, emociones y sistema nervioso. Esta se cristaliza en circuitos neuronales y conexiones en nuestro cerebro. Circuitos que incluyen neurotransmisores, entre ellos la serotonina, según estudios recientes, y que además persisten en el tiempo, consolidándose y dando un centro relativamente inalterable a las personas, que nos alejan de la metáfora de ser completamente maleables o como decía Ibsen, una cebolla, que se podía desnudar capa a capa sin llegar a un centro. La función comportamental de la moral es conservar un equilibrio interno y externo. Interno en relación a impulsos emocionales y externo por lo que concierne la comunidad y el equilibrio mismo sustenta la persona y le da integridad y capacidad de actuar.
En Italia gobiernan dos partidos «populistas», que han hecho y hacen un uso sistemático de mentiras y ya se advierte una reacción en contra de estos personajes, sobre todo en el norte del país, que tiene tradiciones democráticas más fuertes y donde la esperanza de un pequeño beneficio económico no tiene los mismos efectos que en el sur, donde además, el nivel general de información y educación es más bajo. Por este motivo, la gente en el sur es más vulnerable a la manipulación y al carisma de los «líderes fuertes». Estas diferencias están fundadas en la historia misma del país. El norte de Italia ha vivido periodos de prosperidad, vida cívica y autonomía. En cambio, el sur ha sido invadido y gobernado tiránicamente, obligando a la población a un oportunismo de sobrevivencia. Estas observaciones no excluyen actos de solidaridad espontánea con los emigrantes y refugiados, que son sin duda uno de los enemigos del Gobierno, que se esfuerza en canalizar el odio hacia los grupos marginales, logrando un cierto y frágil consenso. La protesta en algunos lugares se manifiesta como solidaridad hacia los emigrantes y refugiados.
Por otro lado, la moral es siempre más débil y esto parece ser una tendencia histórica. En nuestros días se habla de maleabilidad a nivel individual y fluidez a nivel social, denotando el rol marginal de los valores morales. Como experimento político y social, podríamos hipotetizar, que el desgaste del consenso del gobierno en Italia es proporcional a la fuerza moral de sus habitantes. Mayor es esta, más acelera la corrosión del consenso y más rápidamente cae el gobierno, que está lleno de contradicciones. Las primeras protestas y rechazos están marcando la vida cotidiana en estos últimos meses y las reacciones de repudio son siempre mas frecuentes.
Otros gobiernos «fuertes», como en Polonia, donde hemos asistido recientemente al asesinato de un alcalde de oposición y especialmente en Hungría, donde las protestas aumentan, se ve crecer lenta y cotidianamente la oposición y «resistencia» a las políticas antidemocráticas. Brasil en este caso, podría ser una incógnita. Francia ha mantenido bajo control el Frente Nacional y nuevas alianzas podrían suscitarse, como una posible convergencia entre el populismo de derecha y de «izquierda», que en cierta medida caracteriza la alianza de Gobierno en Italia y este hecho, en sí, es una demostración práctica del oportunismo rampante que crea la desideologización, que en alguna medida, afecta también la moral. Esto no está pensado como una defensa de las ideologías, sino como un intento de evidenciar algunas de sus consecuencias.
Volviendo atrás, al concepto de heridas morales y las fuertes reacciones que provoca, evidencio como dato que muchas de las protestas en contra del gobierno en Italia tienen esta connotación y estas, las protestas, se hacen cada día más fuertes. Esto nos sirve para ilustrar, que lo que aún nos queda de moral, podría ser nuestra salvación. Agrego que estas manifestaciones en contra del gobierno populista no son lideradas por la oposición política, sino más bien por la ciudadanía e instituciones, incluyendo también la Iglesia y entes locales, donde la moral tiene raíces más hondas.