Iglesias, capillas y ermitas eran un punto de referencia permanente en la vida de los campesinos. Allí acudían semanalmente para cumplir con los cultos religiosos y siempre que había una festividad que celebrar. Eran también el escenario en que tenían lugar los acontecimientos que rubricaban los tiempos de su ciclo vital: bautismo, comunión, casamiento y, finalmente, los rituales de la muerte; ritos de paso que se celebraban en presencia de todos los vecinos y que certificaban su pertenencia a una comunidad que les reconocían y en la que se reconocían.
La capilla del Museo, que tiene la advocación de San Juan Bautista, es un edificio de nueva construcción que se ciñe a las características edilicias de la arquitectura religiosa popular de la comarca: planta rectangular y cubierta de pizarra a tres aguas con línea cumbrera de lajas entrelazadas. El espacio se articula en tres ámbitos: portal abierto a los pies que antecede a un pórtico cerrado desde el que se accede a la nave única. El ingreso entre espacios se realiza a través de puertas adinteladas flanqueadas por vanos con barroteras de madera que permiten el paso de la luz natural, esquema característico de las capillas y ermitas rurales de la zona.
Las vigas pertenecieron al puente de Salime, localidad anegada por las aguas del embalse del mismo nombre. El retablo procede la antigua capilla de Salime y la puerta policromada de ingreso a la nave de San Martín de Oscos.