En 1994 se construyó en el Museo un molino hidraúlico harinero que alberga los mecanismos de tres muelas distintas. El aporte hídrico proviene del pequeño arroyo que discurre por el recinto del Museo.
Para solventar la escasez de agua durante el estío se recurrió a un ingenioso mecanismo por el que una bomba eléctrica impulsa el caudal del acuífero hallado al excavar los cimientos del molino, generando un circuito cerrado que proporciona a este molino la particularidad de moverse, contradiciendo al conocido refrán, con “agua pasada”.
El banzao (cubo) del molino, donde se acumula el agua que mueve los rodeznos, procede de Villaperi (Oviedo) y data de 1869. Fue desmontado piedra a piedra y reconstruido con la colaboración de la Confederación Hidrográfica del Norte. Las máquinas de los molinos fueron adquiridas en Baldoria (Siero), Nogueirou (Grandas de Salime) y Collada (Allande) y corresponden a modelos diferentes.