Saber cuándo parar es importante. En todo. Y el deporte no es una excepción: saber cuándo parar de atacar, cuándo dejar de esprintar o cuándo no forzar la más máquina, y también cuándo retirarse. En España, en pocas ocasiones uno se va en un buen momento y con la sensación de haberlo hecho todo, somos más de forzar hasta el final. Un caso reciente es el legendario baloncestista Juan Carlos Navarro, que se ha retirado recientemente, forzado por su club, el Barcelona, por el bajón de rendimiento del jugador en los últimos años y por sus problemas físicos.
Navarro ha sido de los mejores jugadores de la historia del baloncesto europeo; un anotador con talento infinito y un físico más justito. Aprovechó ese físico endeble para convertirse en un jugador ágil y dinámico, alejado de perfiles musculados y duros, y eso le llevó a problemas en los contactos con rivales. Pero madre mía qué bueno ha sido Navarro que, junto a Pau Gasol, fue el estandarte de la mejor selección española de baloncesto y el único equipo capaz de asustar a la Estados Unidos de los mejores jugadores de la NBA.
El frágil físico del escolta catalán le ha jugado malas pasadas en sus últimos años; aún en esplendor, arrastró una fascitis plantar durante meses, y ha tenido multitud de problemas musculares. Mientras caían récords, su cuerpo le pasaba un peaje cada vez más caro, hasta que estos últimos años ha tenido una presencia mucho más testimonial en su equipo y en el combinado nacional. Los aficionados barcelonistas adoraban a Navarro, pero había el runrún en el Palau de si no debía haberse retirado antes y no dejar ese mal sabor de boca del último par de años, en el que ha sido una sombra de lo que fue. Algunos récords no habrían caído y no habría ganado la última medalla de bronce con España y la Copa del Rey 2018 con el Barça, pero sin duda el jugador dejaría un legado más fiel a su legendaria carrera.
Mucha gente se ha lamentado de la retirada de Navarro en las redes, y es normal, pero uno ve el ejemplo del griego Diamantidis en Panatinaikos, de la edad de Navarro y retirado hace un par de temporadas, y desde la distancia todo parece que fue mucho más natural y orgánico. Navarro todavía quería más, y está bien que las personas hagan lo que sienten, pero el icono del Barça de básquet podría haber tenido una retirada más dulce hace algunos años, e incluso haber recibido el merecidísimo homenaje que por ahora no se le ha dado, haberse ahorrado un sinfín de problemas físicos y haber dejado a todo el mundo con un sabor de boca mucho más dulce.