El Hay Festival es un evento para conocer o acercarnos a escritores y a su obra. Ese primer acercamiento también puede ser, a la vez, el acercamiento a campos del conocimiento que vimos en la escuela y nada más. Durante los cuatro días en los que Querétaro acogió esta fiesta en este 2018, varios científicos de diferentes partes del mundo hablaron sobre sus libros, de algunos temas que ocupan a la ciencia en este momento, del oficio del científico y de los premios.
1. Evolución en la Iglesia católica
De acuerdo con los datos publicados en 2006 en la revista Science, un 70% de los estadounidenses no admite la Teoría de la Evolución. El dato lo entregó Antonio Lazcano, doctor en Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y docente de tiempo completo de la misma universidad, quien recuerda como en varias de sus charlas en Estados Unidos le han preguntado cómo compagina sus estudios científicos sobre el origen de la vida y la evolución, con sus principios religiosos. Me confesó que esta pregunta solo se la han hecho allí y una vez en Brasil.
Estas situaciones motivaron al Dr. Lazcano a estudiar la relación entre las religiones, sobre todo la católica, con la teoría de la evolución. Sus hallazgos le permiten afirmar que cuando Charles Darwin propuso su Teoría de la Evolución el Vaticano no condenó sus textos o añadió su libro al Index librorum prohibitorum —listado de libros prohibidos—, aun cuando el papa de aquel momento era Pío IX, de corte conservador. Con el paso de los años, varios sacerdotes católicos que también estudiaron ciencias se interesaron en las ideas de Darwin, y otros que la rechazaban, como el jesuita Erich Wasmann —entomólogo austriaco—, cambiaron de parecer conforme revisaban lo propuesto por el científico inglés y lo contrastaban con sus propias investigaciones.
En 1996, Juan Pablo II dijo que «la Teoría de la Evolución es más que una hipótesis». Dicha afirmación no fue sencilla, Antonio Lazcano sabe que varias personas del entorno del entonces Papa tuvieron que «empujar» el anuncio. Algunas de esas mismas personas le ayudaron también a acceder a los Archivos Secretos del Vaticano a Lazcano, que realmente se llaman Secretariales, en vez de Secretos, y que son de fácil acceso si se tiene una investigación clara, un doctorado y algún conocido en el Vaticano. Así fue como Lazcano supo que Pío IX detestaba la Teoría de la Evolución: en su correspondencia no tenía miedo de decirlo.
2. La importancia de contar
Los animales pueden contar, afirma el matemático británico Marcus du Sautoy, así es como ellos saben que falta un huevo en el nido, por ejemplo. Sin embargo, nuestra capacidad de contar nos puede llevar a contar números que no están representados con objetos, como un millón, un billón, un trillón, «(…)to a zillion, to a brazilian… Oh no! That’s not a number», dijo durante su charla en el Hay Festival, en la noche del viernes.
Du Sautoy explicó primero cómo empezamos a contar los seres humanos. Todo indica que contamos de 10 en 10 por nuestros dedos de la manos. Sin embargo, eso nos significa que todos tuvieran que hacerlo así, puso como ejemplo el sistema babilonio que tiene como base el número seis. Al contar con las manos, los babilonios usaban las falanges de los cuatro dedos de una mano —que da en total 12—, y para cifras más altas usaban la otra mano para multiplicar cuantas veces debían multiplicar el 12. A su vez, habló de la aparición del cero —como concepto—, que no es tan antiguo como los otros números. Hasta el momento, la aparición más antigua del cero que se conoce es de un documento pakistaní que pudo ser escrito entre el 225 y el 383 después de Cristo.
Habló después de Georg Cantor, matemático ruso de origen judío y alemán, quien dijo que hay muchos tipos de infinitos y que algunos infinitos son mayores a otros. Para demostrarlo, Marcus du Satuoy habló del emparejamiento que se puede dar entre dos infinidades de objetos, en su caso puso gallinas con los números enteros, cada gallina —marcada con un número— tendrá su pareja hasta el infinito. Acto seguido, usó las fracciones al infinito, ordenándolas en filas primero por denominador y luego en columnas por numerador, de menor a mayor. Siguiendo un emparejamiento en zigzag se puede dar una pareja a cada una con un número entero. Esto no ocurrió igual con los números decimales, cuyas posibilidades son infinitas y no es posible organizarlas de manera que sean emparejadas, lo cual la hace una infinitud mayor. Esto aparece en su libro Cómo contar hasta el infinito (2018).
3. Somos la especie dominante por ser creativos
En el libro La chispa creativa (2017), el antropólogo estadounidense de ascendencia española, Agustín Fuentes, propone luego de 20 años de investigación que la creatividad nos convirtió en la especie dominante del planeta. Ante la falta de ventajas físicas como las garras o los cuernos, nuestros antepasados buscaron herramientas —dos millones de años atrás—, dominaron el fuego —un millón de años atrás— y empezaron a imaginarse cómo debían moldear su entorno para su beneficio, todo gracias su cerebro, que es de los más grandes, en comparación con nuestro cuerpo, de los seres vivos.
Esto, más la naturaleza de nuestros antepasados de mezclarse —se ha encontrado evidencia fósil de que hay muchos cruces entre diferentes tipos de homo, lo que erradica cualquier principio de pureza desde la raíz—, puso a los humanos como especie dominante. Fuentes también indica que la evidencia fósil tampoco asigna roles a hombres y mujeres sino hasta al aparición de la domesticación, cuando empezamos a crear pueblos y ciudades. Anterior a esto, los fósiles muestran las mismas lesiones o marcas en los huesos en ambos sexos.
Frente al principio de que somos violentos por naturaleza, Fuentes habla de los chimpancés bonobos, que no son el ejemplo más usado para hablar de nuestra naturaleza salvaje y que no soluciona con guerras los conflictos entre grupos; los bonobos saldan sus diferencias teniendo sexo entre las comunidades en disputa. Por eso apunta a que tenemos la capacidad de ser violentos, mas no lo somos per se. Existen factores sociales que impulsan el comportamiento violento, como la desigualdad; hay evidencia de hace 8000 años que apoya esto, indica Fuentes.
4. EL ARN es más viejo que el ADN
Venki Ramakrishnan estudió primero física, pero al final se decantó por la biología y por el estudio de los ribosomas, trabajo que le entregó en 2009 el Nobel de Química a él, a Thomas A. Steitz y a Ada E. Yonath. Los ribosomas son complejos macromoleculares de proteínas y de ARN (ácido ribonucleico), que está presente en todas las células, salvo los espermatozoides. El estudio de Ramakrishnan y sus colegas es importante porque tiene relación directa con las bacterias que atacan al ribosoma, bacterias que cada vez son más resistentes a los antibióticos.
El ARN aparece primero que el ADN (ácido desoxirribonucleico), tiene su misma capacidad de pasar información, además de otra de la que carece: transmitir reacciones químicas. Entender el ARN es entender la que se considera hasta ahora la molécula más importante de la biología y la que nos puede llevar a entender un poco más sobre el origen de la vida.
Todo el trabajo que ha desarrollado este científico radicado en Estados Unidos está plasmado en su más reciente libro Gene Machine (2018) —que saldrá a la venta en noviembre y tuvo solo 15 ejemplares disponibles, en inglés, durante el Hay Festival—, en el que además Ramakrishnan trata de hablar también de su vida, de la obsesión que experimentó con los ribosomas, de su opinión sobre los premios —con los que no está de acuerdo— y de cómo los científicos no son esos seres tipo Spock, sin sentimientos.
5. Ya podemos editar los genes
Los científicos ya pueden editar los genes de un embrión. En las pruebas realizadas recientemente, se logró aislar el gen que le causaría una enfermedad cardiovascular a futuro, retirarlo y sustituirlo con un gen sano. Dado que solo era una prueba, el embrión no continuó su proceso de desarrollo. Los laboratorios aguardan a las decisiones legales del futuro, que deben ser tomadas por los ciudadanos, dice Miguel Pita, doctor en Genética, de origen español. Los científicos ya pueden, por medio de la edición genética, curar las enfermedades monogénicas, que se dan por una mutación o alteración en un gen.
En su libro, el ADN dictador (2017), Pita habla de todo lo que viene en nosotros dado por el ADN sin tomarlo como una camisa de fuerza, él lo presenta más como lo primero que viene escrito en una hoja, desde ese punto se empieza a crear y a construir. Lo único que no se puede modificar, asegura, es el color de ojos. «La genética nos moldea, pero luego nos deja libres», dijo durante su conversatorio en el Hay Festival de Querétaro, que llevaba el mismo nombre que su libro.
Pita también aseguró que la homosexualidad tiene un origen genético, aunque no descarta las posibilidades de que esta venga por otros factores importantes en lo seres humanos, como la experiencia de vida. A su vez, dijo que la genialidad en un campo está conectada con una predisposición genética, pero requiere de otras actividades para lograr potencial, como la práctica constante y el compromiso con lo que se hace.