El Gobierno de Emmanuel Macron considera seriamente legislar sobre las fake news para ponerle coto a tan villana práctica, desfacer numerosos entuertos, socorrer a las viudas, aliviar a los huérfanos y confortar a los desvalidos.
Hasta ahora, la difusión de mentiras, la manipulación de la opinión pública, el lanzamiento de falsas alarmas, el pasar gatos por liebres y vender caballa por atún, en una palabra la producción y la distribución de fake news, era privilegio de la prensa dominante y, recientemente, de Donald Trump.
Un Gobierno al servicio de la banca, de los mercados financieros, de las multinacionales y la cota bursátil no admite –en este rubro ni en ningún otro– la llamada «libre competencia». He ahí las razones por las que el Gobierno de Macron, –una criatura del Banco Rotschild–, entiende movilizar la Asamblea Nacional y el Senado. Cualquier parecido con lo que ocurre en el campo de flores bordado no es pura coincidencia.
Que El Mercurio anuncie cada cinco años la construcción del Tren-Santiago-Valparaíso sin que hasta ahora se haya dado el primer golpe de pico y pala… forma parte de su oficio. Cuando un Gobierno anuncia el término de la puerta giratoria y el fin de la delincuencia, la gratuidad en la Educación o el cierre de Punta Peuco, sin merecer más crédito que la castidad del clero no puede ser acusado de propagar fake news: solo ejerce una gestión moderna y responsable que borra con el codo lo que escribe con la mano.
Nuestra conocida y envidiada manía innovadora nos ha llevado a modificar un conocido aforismo, de modo que en adelante conviene decir doctamente: Verba volant, scripta etiam. En la materia –como suele ocurrir– no hemos inventado nada. Jacques Chirac solía decir: «Las promesas comprometen solo a quienes las escuchan». Luego, al término de tu mandato regresas a tu sinecura de la ONU, o retomas tus negocios, y santas pascuas.
Lo que no está muy claro es si las fake news son una exclusividad de la prensa escrita, la radio y la televisión. Por ahí, un diario digital proclama: Crisis migratoria de Venezuela: las razones por las que el 7% de la población se ha ido del país.
Dicho así... la información adquiere ribetes de desastre, de estampida, de corrida bancaria, de bombardeo imprevisto, algo tan impensable como si un día te dijeran que el todo sistema bancario quebró y el Estado tendrá que pagar la borrachera de unos pocos. Inimaginable.
Tal vez por eso, el citado medio se explaya: «Es lo que está pasando en Venezuela, donde la inestabilidad política, la hiperinflación y la crisis económica han empujado a miles de sus ciudadanos a buscar refugios en los países cercanos».
No sé tú, pero a mí me suena a ¡sálvese quien pueda, los hombres y las botellas primero!, ¡maricón el último!, o bien, por qué no decirlo... ¡el último apaga la luz!
El medio digital echa mano a un recurso dramático como si se tratase del tercer y último acto de una obra de Shakespeare: Colombia, Perú, Ecuador y Brasil hasta ahora acogieron a decenas de miles de venezolanos, pero las autoridades de estos países están empezando a restringir el acceso en sus fronteras.
Venezuela tiene una población estimada en 31.340.000 habitantes (2017). Si un 7% de esa población salió del país… quiere decir que han emigrado 2.186.800 personas. Una cifra significativa cuya realidad conviene verificar, de cara a las decenas de miles mencionadas por el diario digital.
Lo que no recogen las cifras es que siete millones de venezolanos son en realidad colombianos inmigrados a Venezuela en razón de la miseria, la guerra civil, las persecuciones, los asesinatos, el ejército, las guerrillas, los paramilitares y otras calamidades como los gobiernos que se han sucedido desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 19 de abril de 1948.
La población de Colombia se estima en 49 millones de habitantes (2017), de donde resulta que el 14,28% de ella emigró a Venezuela sin que los fabricantes de fake news hayan dicho esta boca es mía. De los colombianos que masivamente vienen a Chile, a Francia y a otros países, huyendo de la miseria… ya hablaremos.
Uruguay, la Suiza de América del sur, tiene una población estimada en 3.487.000 habitantes (2017) de los cuales 550.000 viven fuera del territorio nacional, o sea el 15,8%. Curiosamente, la población uruguaya no ha aumentado desde hace más de 30 años... a tal punto que José Mujica, entonces presidente de la república oriental, pudo decir a fines del 2011 que «Uruguay es un país en vías de extinción». En Uruguay sigue habiendo más vacas que personas, sin juego de palabras.
Este fenómeno no es privativo del Uruguay: la tan celebrada Alemania ve reducirse su población de manera inquietante. Ricardo Lagos pretende que si las familias no tienen hijos se debe a que viven cada vez mejor (ver Luis Casado: De la dificultad de nacer, Politika). Viven tan bien que ya no quieren hacer más alemancitos, ni uruguayitos, ni chilenitos nuevos. ¿A quién le importa?
Puerto Rico, más Rico desde que dejó de ser territorio soberano para transformarse en socio asociado en sociedad de los EEUU, tiene una población de 3.400.000 habitantes. Curiosamente, la población portorriqueña residente en el territorio continental de los EEUU se estima (2017) en unos seis millones de personas, ¡o sea casi el doble de la que vive en el país de origen! Para no hablar de los portorriqueños que viven en México, en España y otros sitios.
¿Por qué se van los portorriqueños de su propio país? Los fabricantes de fake news no nos dicen nada y es una lástima. Lo importante es asegurar que Venezuela, para hablar en propiedad, tiene un saldo migratorio negativo en los últimos años. Lo que, curiosamente, ha sido el caso de… Chile durante casi una década (ver Luis Casado. Op. cit). Pero de eso… los traficantes de falsas noticias tampoco dicen nada.
Servidor ya está convencido de que Nicolás Maduro es un zafio, un bárbaro, un zascandil, un tarambana, un guarro y un calavera. A tal punto que para encontrar algo peor en Venezuela no te queda sino la oposición a Maduro. Ya nos ocuparemos del líder bolivariano. Por el momento nuestra atención está retenida por los falsarios de las fake news, los con patente, los autorizados, los que viven de eso, los mentirosos venales, los manipuladores de la opinión pública que a fuerza de pensar en redondo tienen las ideas curvas.
¡Socorro! ¡Llegan los venezolanos!