España ha quedado fuera del Mundial de Rusia en octavos de final. Un auténtico chasco para los jugadores y aficionados, un varapalo muy severo para la reputación de la Selección y una última oportunidad perdida para brillar en el fútbol de selecciones para jugadores como Iniesta o Piqué, que se antojan tremendamente difíciles de reemplazar.
La Selección Española de Fútbol estaba ante una gran oportunidad de lograr mucho habiendo hecho muy poco. La frase de grupos permitió a los de Hierro ser primeros de rebote y sin merecerlo, pero ser primeros, al fin y al cabo, y entrar en un lado del cuadro en el que, en un principio, las amenazas reales brillaban por su ausencia; tan sólo Croacia, un excelente equipo, pero en teoría lejos de la realeza, en cuartos, y el hipotético ganador del cruce entre Inglaterra y Colombia en semifinales se vislumbraban en el horizonte español. Nos encontrábamos en una situación en la que evitábamos a Francia, Argentina, Brasil y Bélgica hasta la final, y con Alemania fuera del torneo. Inmejorable.
Entonces sucedió lo que los más pesimistas temían; lo visto en la fase de grupos es lo que realmente puede ofrecer hoy este combinado español. Los rusos se atrincheraron y empataron un partido con lo mínimo, mientras que España no encontraba ninguna opción de marcar. Los minutos se consumían y los de Hierro no encontraban la manera de hincarle el diente a un rival muy inferior. Y se escapó el tiempo. En los penales, De Gea estuvo como en el resto del torneo, incapaz de parar absolutamente nada, y Koke y Aspas fallaron los suyos. Todos para casa. Decepción histórica para un país que no acaba de asimilar que sus días de gloria futbolística se acabaron, pero cuya selección da para mucho más de lo mostrado en las tierras del Este.
Entre las causas, todo el mundo analiza la destitución de Lopetegui. Tal vez sea la razón principal, aunque desde muchos medios se usa para criticar a Rubiales, el nuevo presidente de la Federación. Si bien el dirigente se equivoca, y es claro que lo hace, no es el único, ni el que más; el propio técnico se comportó mucho peor, fue a espaldas de la Federación y escasos días después de renovar contrato, y Florentino Pérez y el Real Madrid estuvieron, por lo menos, al mismo nivel que el vasco.
Entre todos contribuyeron a un batacazo histórico, que confirma la regresión de la Selección Española a niveles de épocas pretéritas, cuando los cuartos de final de todos los torneos eran barreras físicas y psicológicas insuperables para un equipo que fue verdadera élite por unos años. La sociedad, demasiado centrada en el fútbol, y los aficionados no llevarán nada bien tener que bajar el listón, es algo muy amargo de digerir para un país que lleva muy mal eso de aceptar que no se es lo que un día se fue.