Decidido a convertirme en entomólogo, comencé a recolectar insectos junto a varios compañeros de la Universidad. Mis primeras salidas de campo incluyeron diversos ecosistemas, pero el que visité con más frecuencia fue la Selva Nublada de Rancho Grande. Caminar por el bosque y la estación biológica, rodeado de plantas y neblina, se convirtió en imagen que aún hace mis sueños plácidos. La selva nublada me encantó desde el primer momento, especialmente por la presencia de los enormes niños, árboles que pueden alcanzar hasta 60 metros de altura. Con un tronco que no se bifurca sino hasta alcanzar gran altura, su base es reforzada por raíces tabulares adaptadas al suelo de la húmeda selva. Desde entonces, hablar de bosques siempre me traía a la memoria la imagen de esos singulares niños, los mismos que avivaron la curiosidad científica del recordado Andy Field (1955-1984).
La vida, sin embargo, me ha llevado a recorrer diversos tipos de bosques, todos con su magia particular. Eventualmente vine a vivir a Clovis, California, justo al lado de Fresno. Ciudad cuya más interesante peculiaridad (para mi) es que apenas a 2 o 3 horas de camino se puede estar frente al Océano pacífico, o en un Parque Nacional, ya sea Natural Bridges, Pinnacles, King’s Canyon, Sequoia o Yosemite. Varios parques estatales y lugares de interés también están relativamente cercanos a la ciudad.
Apenas a semanas de mudarnos a Clovis, decidimos visitar los Parques Nacionales King’s Canyon y Sequoia. Poco tiempo después hicimos nuestro primer picnic en Yosemite. Salir de Clovis en dirección al Bosque Nacional Sequoia, antesala del Parque del mismo nombre, requiere que crucemos campos agrícolas: almendros, cítricos, duraznos. Se pasa entonces a una sabana de montaña inundada de gramíneas. Afloran luego multitud de rocas graníticas, arbustos, pequeños árboles, otros más grandes comienzan a entremezclarse con pinos y cedros. Justo a la entrada del parque se ven los restos de un par de Sequoias. Sigue el camino que se desvía hacia la izquierda para King's Canyon. A la derecha entramos en Sequoia siguiendo la vía del General hacia el Bosque de los Gigantes. El bosque se hace más tupido y de pronto allí están, un grupo de gigantescos Sequoia Sequoiadendrum giganteum, el organismo vegetal más grande del mundo en términos de volumen. Pueden tener una altura de entre 85 y 100 metros y un diámetro que oscila entre 5 y 11. Imagen espectacular, hermosa, pero, créanme, difícil de procesar. Las fotografías no les hacen justicia.
«Los primeros mineros, contagiados de la “fiebre del oro” de California, siempre iban acompañados de un cazador. Su trabajo era obtener, entre otros, venados y osos, cuyas carnes eran muy apreciadas. Estos cazadores exploraban los alrededores del campamento, internándose en el bosque unas 10 o 20 millas. Un día cualquiera, el cazador de uno de los campamentos a mayor altura en el curso del río Stanislaus regresó de su cacería y luego de cenar le comentó a sus compañeros que había visto un árbol gigantesco. Tenía tres veces el ancho del tronco más ancho de los alrededores del campamento. Por supuesto, los mineros se rieron del cazador. Ellos no eran tontos – decían – ellos conocían los árboles de los alrededores tan bien como él, ninguno era tan grande como él decía. El cazador les ofreció mostrárselo si lo acompañaban, pero ninguno accedió, diciendo que no estaban dispuestos a caminar por 12 o 15 millas para que se burlaran de ellos. El cazador no insistió más y un sábado, una o dos semanas después, regresó de su cacería con lo que había cazado en una pequeña bolsa. Se excusó y le dijo a los mineros que había dejado un enorme oso y necesitaba quien lo ayudara a trasladarlo al campamento. Como el día siguiente era domingo, pensó que seis o siete hombres podrían ser suficientes para acompañarlo y trasladar al enorme oso.
»Esa mañana el grupo se levantó temprano y luego de una larga caminata, el cazador los llevó hasta el frente del enorme árbol: ‘Aquí está mi enorme oso. Cuando lo llamé ‘árbol’ no me creyeron. ¿Quien es el tonto ahora?’ El grupo estaba frente al árbol del pabellón en la gruta de Calaveras. ‘Twenty-six feet in diameter at five feet from the ground, over eighty feet in circumference, so that it would require fourteen tall men with arms outstretched to go round it.’
»El árbol sería eventualmente cortado y sobre sus restos se construyó un pabellón».
Esta historia se la contaría John Wallace (1819–1895) a su hermano Alfred Russel Wallace (1823-1913) cuando éste, luego de no haberse visto en 40 años, fue a visitarlo a California en 1887.
John, cuatro años y medio mayor que Alfred, había emigrado desde Inglaterra a California atraído por la fiebre del oro. John era, según las propias palabras del naturalista, su mentor y modelo. Además, siempre le agradeció que en un momento traumático, siendo un niño, lo había salvado de morir ahogado.
«… [John was] my chief playmate and instructor [...] [I remember that] in the river Beane, which had a gentle stream with alternate deep holes [...] I and my brother John and several schoolfellows were going to bathe and I [...] was standing on the brink, when one of my companions gave me a sudden push from behind, and I stumbled and went under water immediately. Coming to the surface half dazed, I [...] went under again, [...] my brother, who was four and a half years older, jumped in and pulled me out. [...] if my brother had not been there it is quite possible that I might have been drowned».
Mientras Alfred exploraba el Amazonas estudiando y recolectando muestras de plantas y animales para enviar a Inglaterra, John renta una finca en Heath. Al no ganar suficiente para pagar la renta sobre la finca, decide unirse al frenesí de los buscadores de oro dirigiéndose a California. Llega a San Francisco el 12 de diciembre de 1849. Ese invierno lluvioso se queda en el condado de Marín en un infructuoso proyecto de tala de madera. Luego se dirigirá a Stockton y de allí a Sonora. Trabaja en las minas, pero como muchos esperanzados mineros, no tuvo suerte en encontrar mayor cosa. Sin embargo, gracias a sus habilidades como carpintero, oficio que había aprendido de joven, y agrimensor, disciplina en la que había trabajado con su hermano Alfred, para julio de 1851 es contratado por la Tuolumne County Water Company. Comenzaría como ingeniero, para ser ascendido a presidente en 1852. Meses después renuncia al cargo pero se mantiene como ingeniero de la empresa. A principios de 1853 es elegido superintendente. Ya para esta época, California ha dejado de ser una aventura para John y ya la considera su hogar. En misiva a la familia, sugiere que Alfred:
«… [might] do very well here collecting for a short time, and then there might be a chance on the Pacific Railroad for some employment, as that is almost sure to commenced son».
Mantiene comunicación con la familia y sus cartas están llenas de historias de su patria adoptiva. Su poder de observación y su interés en la naturaleza es similar al de su hermano naturalista. En una de sus misivas habla de las tarántulas de las montañas de California (Aphonopelma spp.?), y como la avispa caza-tarántulas de abdomen azul (Pepsis sp.) la atrapa para eventualmente alimentar a sus larvas.
A fines de 1854, John viaja a Inglaterra, su hermano Alfred se encuentra explorando las islas del archipiélago Malayo. Regresa a California al año siguiente con esposa, Mary Elizabeth Webster (1831-1913), hija del carpintero para quien John había sido aprendiz cuando joven. Luego de enterase de la visita de John, su matrimonio y su éxito en los Estados Unidos, Alfred le escribe a su madre:
«I am glad john is so busy and getting plenty of dollars … When I go over I shall perhaps do a little surveying with him if it pays well. Of course it is nearer to go to California across the Pacific than by Europe and far less expensive...».
Tiempo después, aún en el pacífico, Alfred comenta en otra de sus cartas:
«I feel little inclined now to go to California; as soon as I have finished my exploration of this region I shall return home as quickly and cheaply as possible».
John, mientras tanto, supervisa las obras de construcción del paso hacia Sonora. En 1865, Una vez concluida esta vía, se mudará a Stockton y para 1868 es elegido Agrimensor oficial del condado de San Joaquín, posición que mantendría por ocho años.
En 1880 John es contratado como Ingeniero Jefe y supervisor de obras por la empresa San Joaquín & Sierra Nevada Railroad. Este empleo lo lleva a extender la línea ferroviaria y cuando ésta cruza la frontera del condado de Calaveras a fines de 1882, la empresa lo honra nombrando Wallace a un pueblo creado gracias al paso del tren. En artículo aparecido en el diario Lodi Review en junio de 1882 y reproducido en el Calaveras Weekly Citizen en diciembre, se menciona:
«A station will be located and the nucleus formed of a town to be named Wallace in honor of Mr. [John] Wallace, the engineer whose efficient work as surveyor for the company merits this signal honor».
Para 1885, Alfred Russel Wallace es reconocido mundialmente como el más importante naturalista viviente. Importante científico y ferviente darwinista, recibirá una invitación de James Russell Lowell (1819-1891) para presentar una charla en el Instituto Lowell de Boston al año siguiente. Esta visita a Estados Unidos estimularía a otras instituciones permitiéndole a Alfred Russel dictar otras conferencias y visitar varias ciudades norteamericanas.
Su primera ponencia, titulada La Teoría Darwiniana, es presentada el 1 de Noviembre de 1886, ante una atenta audiencia. Las críticas aparecidas en los diarios al día siguiente son todas positivas. Quizás la más corta, pero la que mejor describe al coloquio aparece en The Transcript:
«The first Darwinian, Wallace, did not leave a leg for anti-Darwinism to stand on when he had got through his first Lowell lecture last evening. It was a masterpiece of condensed statement – as clear and simple as compact - a most beautiful specimen of scientific work. Mr. Wallace, though not an orator, is likely to become a favourite as a lecturer, his manner is so genuinely modest and straightforward».
En la Universidad John Hopkins en Baltimore, luego de su segunda conferencia, un reportero menciona que la misma fue expuesta
«... in a clear and easy manner, and with that indefinable attractiveness which comes from many years of original research».
Durante los nueve meses que duró la gira norteamericana, Wallace viaja a Washington D.C., Toronto, Cincinnati, Bloomington, St. Louis, Kansas City, Salina, Denver, y eventualmente, San Francisco y Stockton. A su regreso de California pasaría por Salt Lake City, Colorado Springs, Sioux City, Chicago, e East Lansing, por nombrar solo algunas de las 41 ciudades visitadas.
Luego de cruzar el país en tren, el 23 de mayo de 1887, los dos hermanos se encontrarán en los muelles de Oakland para tomar el ferry a San Francisco. Dos charlas programaron John y Alfred en el Metropolitan Temple. La primera sobre darwinismo, la segunda sobre El origen y usos del color en los animales, en relación a sus hábitos y el ambiente circundante, Mimetismo y modos excepcionales de color.
En California, Alfred Russel se relaciona con Leland Stanford (1824-1893), magnate de negocios, más interesado en su visión del espiritualismo, del cual era Alfred conocido proselitista, que en la ciencia. Se vincula con el también naturalista John Muir (1838-1914) con quien visitaría el Bosque de Redwoods (Sequoia sempervirens), cerca de la población de Santa Cruz. Para Muir, el explorador y científico inglés, era una inspiración; sobre él, afirmaría:
«I met Wallace, and have enjoyed his friendship ever since. I have frequently heard him speak of his travels on the Amazon, and gave me a taste for exploring it myself».
El 29 de mayo los hermanos Wallace se dirigen a Stockton. Alfred se hospedará con la familia. En el teatro Avon dictará dos conferencias. La primera sobre Evolución, la segunda sobre Islas: su origen, naturaleza y enseñanzas.
Con su hermano y la sobrina Mary Frances (1861-1934) visitaría Yosemite. Viaje incomodo, dos horas en tren hasta Milton, dos días en coche. Se regocijaría, sin embargo, ante la belleza del lugar. Pasarían dos días caminando por diversos senderos incluyendo uno que le permitiría ver, desde cierta altura, la cascada de Yosemite. John y Mary regresan a Stockton, pero Alfred viaja hasta la gruta de los árboles gigantes de Calaveras. Allí permanecerá tres días acompañado por James Sperry (ca.1852-1902), propietario de los terrenos de la gruta. Aquí admiraría Alfred las secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum) llegando a comentar:
«Of all natural wonders I saw in America, nothing impressed me so much as these glorious trees».
El naturalista aprovecha para criticar el entusiasmo con el cual los estadounidenses venían talando numerosas zonas boscosas de su país. Reflexionando sobre la majestuosidad de los secuoyas gigantes, comentaría:
«within the power of man totally to destroy [them], as they have been already partially destroyed. Let us hope that the progress of true education will so develop the love and admiration of nature, that the possession of these altogether unequalled trees will be looked upon as a trust for all future generations, and that care will be taken, before it is too late, to preserve not only one or two small patches, but some more extensive tracts of forest, in which they may continue to flourish, in their fullest perfection and beauty, for thousands of years to come».
Biógrafos de Wallace y de Muir han argumentado que el primero ejerció en el segundo una gran influencia, inspirándolo a desarrollar el concepto de conservación de áreas naturales que eventualmente promovería el establecimiento del sistema de parques nacionales en los Estados Unidos.
Días después de regresar a Stockton, dictaría Alfred su última conferencia en California, esta vez sobre espiritualismo, área en la que se había involucrado gracias a su hermana Fanny, desde 1865. Los hermanos Wallace harían luego una excursión hasta el Bosque de Redwoods de Santa Cruz. Al regresar, enfermaría, permaneciendo por varios días en casa, hasta el 4 de julio, cuando se uniría a las celebraciones de independencia.
Perturbado por el intenso calor veraniego en Stockton, el 7 de julio se despide de su hermano, cuñada y sobrinos, abordando el tren a Sacramento. Cruzaría de nuevo el continente, esta vez hacia el este, parando en otras ciudades para dictar algunas charlas hasta finalmente embarcarse a Inglaterra. Los hermanos no volverían a verse.
John moriría el 26 de Marzo de 1895. Él, su esposa e hijos están enterrados en el cementerio rural de Stockton. Del pueblo llamado Wallace hoy queda una comunidad de apenas 200 personas. Otras vías de acceso tomaron mayor relevancia que la del tren.
Alfred Russel Wallace moriría el 7 de noviembre de 1913. Quiso ser enterrado en el pequeño cementerio de Broadstone, Dorset. Dos años luego de su muerte, fecha en la que cumpliría 90 años, un medallón que lleva su nombre fue colocado en la Abadía de Westminster, cerca de la tumba de Charles Darwin.
Hoy, además de su notable contribución a la teoría de la evolución por selección natural, a la economía social y la filosofía política, Wallace es recordado también como padre de la Biogeografía.
Remozada en el año 2000, la tumba de Alfred Russel Wallace está adornada con un tronco fosilizado de más de dos metros, original de los estratos de Portland en Dorset, posiblemente recolectado por el propio Wallace. Su biógrafo Peter Raby interpreta tal monumento como:
«... a link to his wanderings in the forests of the Amazon and the [Malay] Archipelago, and his days in the redwood and sequoia groves of California».