La dictadura de Augusto Pinochet operó en el país un dramático quiebre en la evolución del arte y la cultura. La represión, el control sobre las instituciones culturales y la educación, la desaparición o el exilio de intelectuales, fueron algunos de los factores que interrumpieron violentamente los caminos de la cultura y fueron el detonador de nuevos procesos artísticos.

En este período histórico se afirman en Chile poéticas postmodernas y neovanguardistas, que marcan el arte que comenzó durante el régimen militar.

Difiere por sus transgresiones conceptuales, fracturas en el lenguaje y la exploración de nuevas formas y géneros (performance, intervenciones urbanas, fotografía, cine, video, etc.), apuntando al mismo tiempo a renovar el vocabulario artístico y cultural.

Extiende el soporte técnico del arte al cuerpo vivo y la ciudad, rechazando la censura impuesta al lenguaje hablado y escrito, y convirtiendo a la ciudad en un paisaje cuyos hábitos perceptivos y comunicativos fueron alterados fugazmente por un vibrante gesto de desobediencia al marco militarista que intentó homologar lo cotidiano.

En este contexto, en 1979 surge el trabajo del Colectivo de Acciones de Arte (C.A.D.A.)1 , que ideó estrategias para burlarse de la censura de los aparatos represivos y para hacer arte.

Hizo su primer trabajo, Para no morir de hambre en el arte, siguiendo una orientación artística que vuelve a significar, en el contexto de la dictadura, el doble anhelo vanguardista de la fusión del arte / vida y el arte / política.

Para el grupo CADA, así como el arte emerge de los rieles de lo institucional específico para disolverse dentro de su alcance, la imagen del autor pierde sus rasgos individuales hasta perderse, y multiplicarse en el anonimato: «cada hombre que trabaja para la ampliación, aunque sea mental, es un artista», anuncia el panfleto que arrojaron seis avionetas sobre la ciudad de Santiago durante la acción ¡Ay Sudamérica! (1981), retomando el concepto del alemán Wolf Vostell, que define al artista como «trabajador de la experiencia» y el arte como «vida modificada».

Zurita es considerado uno de los más radicales de este grupo.

Realiza diversas acciones utilizando el cuerpo como medio de expresión: se arroja amoníaca a los ojos o se quema la mejilla con una plancha candente.

También realizó una actuación masturbatoria frente a una pintura de Juan Dávila.

En este contexto, se publica su libro Purgatorio, que produce un verdadero terremoto en el panorama no solo literario.

A partir de ese momento, la poesía chilena persigue nuevos rumbos.

El epicentro de Zurita se nos presenta hoy con todas sus fracturas, sus heridas, para reparar y devolver a la historia la posibilidad de imaginar otra historia: una mutilación voluntaria, una resignación y una donación, una dolorosa identificación colectiva.

Zurita se ha dedicado a diversas actividades dirigidas a integrar las artes y ampliar las diferentes concepciones del arte y la vida de una manera crítica y creativa.

En 1982, su trabajo creativo dio un nuevo paso con La vida Nueva, un poema, que apareció en los cielos de Nueva York, gracias a un avión que lo escribió con humo.

Esta presentación consiste en ocho oraciones de quince millas de longitud, en español.

Otra acción fue rastrear en el desierto de Chile el verso Ni piedad ni temor, en 1993, para que pudiera leerse desde el cielo.

Estas acciones son un intento de superar el concepto tradicional de la literatura, para acercarlo al arte total. Desiertos de amor es un proyecto en el que Raúl Zurita, se pone como tarea la de recitar una selección de sus obras, publicadas en diversas colecciones poéticas. Se trata de interpretar varios textos en los que el poeta chileno ha trabajado durante años y que actúa con la banda González y los asistentes, una banda de rock formada en 1997.

Su estilo combina poesía y rock, con ritmos experimentales de gran intensidad.

A partir de allí, de esta elección formal común, entre Zurita y la banda, se creó una alianza implícita, que dio vida a varios conciertos en los que la música, la poesía y la memoria se funden en una sola expresión artística.

Nota

1 CADA, Colectivo de Acciones de Arte: Raúl Zurita, Fernando Balcells, Diamela Eltit, Lotty Rosenfeld y Juan Castillo.