Uno de ellos nació en Inglaterra. El otro, en los Estados Unidos. Ninguno de los dos era médico. El primero fue abogado, economista y funcionario civil. El segundo maestro, comerciante, librero y legislador. Los dos, por medio de sus obras salvaron millones de vidas en sus respectivos países. Durante sus vidas fueron reconocidos por sus conciudadanos. En la actualidad, muy pocos conocen sus obras y la trascendencia de ellas. En el primer caso, se trata de Edwin Chadwick, en el segundo, de Lemuel Shattuck.
Edwin Chadwick
Edwin Chadwick nació en Manchester en 1800, en los primeros días de ese nuevo siglo que apenas despuntaba y murió, luego de una larga existencia (máxime para su época), en 1890, en Surrey. Prácticamente su vida cubrió todo el turbulento siglo XIX. Sus antepasados fueron personas distinguidas, el abuelo trabó amistad con John Wesley y su padre, James Chadwick, fue un talentoso hombre, amante de la música y la botánica, multifacético y trabajador, amigo de reconocidos políticos liberales de su época. Ejerció el periodismo, llegando a ser editor de varios periódicos. En sus últimos años, se trasladó a Nueva York trabajando como periodista y allí falleció, a los ochenta y cuatro años.
Edwin Chadwick siendo muy niño, con su padre se mudaron a Londres en donde continuó su educación institucional y tutorial. Ya convertido en un jóven intelectual, inició sus estudios de abogado, actividad que compartió con el periodismo, siguiendo en este sentido, los pasos de su padre. De allí derivó, como refiere Marjorie Bloy, «un pensamiento preciso y gran soltura y esmero para escribir».
Sus primeros artículos no pasaron desapercibidos y entre los que los leyeron con interés, se encontraba Jeremy Bentham, quién lo invitó a trabajar con él, nombrándole de hecho, su secretario. Bentham deseaba que Chadwick fuese su sucesor y cuando falleció pocos años después, el joven abogado estaba a su lado, ya convertido en uno de sus principales discípulos. Sin embargo, pese a que compartía las ideas utilitarias de Bentham, Edwin tenía ya otros planes estando obsesionado por la «idea sanitaria», que se le había fijado en su mente cuando preparaba un artículo sobre accidentes. Por esa época, ya era bastante conocido y tenía entre sus amigos a John Stuart Mill, así como otros distinguidos pensadores.
Comisión de la Ley de Beneficencia
En 1832 fue llamado a colaborar como miembro de la Comisión de la Ley de Beneficencia (Poor Law Commission), que, como refiere Gerard Jori, «desde un punto de vista administrativo, la ley representó el primer gran intento de uniformizar la política social en el conjunto de Gran Bretaña». Muy pronto, un año después, el meticuloso y extenso trabajo de Chadwick, tanto de índole diagnóstica como de medidas propositivas, le fue reconocido nombrándosele «comisionado jefe». Entre sus múltiples asignaciones estuvo la de estudiar las condiciones de trabajo de los niños en las fábricas.
En la Comisión también estaba el Dr. Southwood Smith, médico muy estimado en su época. Vale la pena transcribir, a pesar de que mucho conmueve por su crudeza, crueldad y dramatismo, la descripción que hace una descendiente del doctor Smith (citada por Milton Terris), de las condiciones a las que tenían que someterse los menores:
«los niños, algunos de ellos no mayores de cinco años, eran obligados a trabajar el mismo número de horas que los trabajadores adultos - doce, catorce, dieciséis -, a veces toda la noche. Es triste encontrar en el informe palabras como estas: “Me siento enfermo de cansancio, sobre todo en las noches de invierno [...]. Estoy tan cansado al dejar la fábrica que no puedo hacer nada [...]. Me siento tan cansado cuando me arrastro hasta mi casa, que no me importa lo que hago [...]. Tan cansado que no puedo poner un pie delante del otro para caminar… Muchas veces he estado tan fatigado que me cuesta mucho quitarme la ropa en la noche y ponérmela en la mañana [...]. Mi madre me grita porque cuando me siento, ya no me puedo parar”. Los testimonios de los capataces también hieren la sensibilidad humana: “Tras trabajar de 8 a 9 horas, los niños menores de 10 años quedan a punto de desmayarse: siguen trabajando solo si se les habla constantemente, o si se les aplican pequeños castigos físicos que los hacen avivarse…Con el castigo se despiertan y trabajan bien una hora más, pero las dos o tres últimas son para mí de trabajo intenso, porque ya están tan exhaustos que los he visto dormirse y seguir haciendo su trabajo dormidos».
En la Comisión, Chadwick impuso su característica laboriosidad que rayaba en la adicción al trabajo, así como su ordenada capacidad para la planificación, habilidad para la organización del trabajo, rigurosidad en los detalles, integridad de principios y sobre todo, su empeño en crear y moldear la salud pública moderna. Pero también desde un principio se ganó muchos enemigos por su carácter difícil, obsesionado con sus ideas, tanto que para algunos fue considerado fanático y terco. Para otros que lo conocieron, lo consideraron arrogante, carente de sentimientos, y hasta aburrido. Pero aun así, se abrió paso por sus múltiples cualidades positivas.
Informe acerca de las condiciones de la clase trabajadora
En 1842 Chadwick en calidad de secretario de la Comisión coordinó la redacción del Informe de investigación acerca de las condiciones sanitarias de la población trabajadora de la Gran Bretaña, cuya publicación llegó él mismo a pagar. Convincentemente y con buen apoyo estadístico, detallaba el impacto del deterioro ambiental sobre la salud en las ciudades británicas. En dicho informe se hizo énfasis en la causalidad de las enfermedades como consecuencia de las malas condiciones de higiene. Reforzaba así el paradigma de la teoría miasmática vigente para esa época en la cual se consideraba que las enfermedades eran causadas por los efluvios que surgían de la suciedad, la basura, la contaminación ambiental, así como de la falta de agua potable, de un sistema de alcantarillado para eliminar las excretas de una manera adecuada y las construcciones insalubres.
Faltaban apenas unos pocos años para que en Francia, Pasteur diera nacimiento a la teoría microbiana, que desplazó abruptamente las ideas que sostenían tozudamente los defensores del papel del ambiente contaminado. Sin embargo, para ese momento, la «idea sanitaria de Chadwick», como se le llegó a denominar, lucía sólida y en consecuencia las obras de ingeniería serían las que tendrían la palabra para lograr el saneamiento ambiental. La reforma de la salud pública en la Gran Bretaña, se basó en ese momento, en los aspectos ambientales dejando de lado la causalidad social.
Para llevar a cabo su colosal cometido que implicaba reforzar el centralismo, Chadwick entró en conflicto con las numerosas parroquias que deseaban seguir siendo independientes en la administración de sus funciones sanitarias. No obstante era firme creyente en la participación local, siempre y cuando estuviese supervisada por un órgano director del que emanarían las directrices de funcionamiento. Pero el poder de Chadwick más bien se consolidó con el tiempo y sus informes fueron la base de la promulgación de la primera ley sanitaria de Gran Bretaña. Fruto de esta legislación fue la creación de la Junta Superior de Salud, la cual tenía poder sobre las juntas locales de salud. Estas a su vez podían nombrar a los oficiales médicos, de los cuales el más famoso fue el Dr. John Simon, de Londres, quién más adelante se convertiría en la más alta autoridad de salud del reino.
Pocos años después, Chadwick luchó por consolidar el servicio civil para que de tal forma, todos los funcionarios civiles para entrar en él debían presentar un examen. Sin embargo, su propuesta fue tomada en cuenta hasta varios años después. Acto seguido, vino el rompimiento definitivo y tuvo que acogerse a un retiro forzado, pero no por eso se mantuvo inactivo, participando en muchas otras actividades. Un año antes de su muerte, obtuvo un reconocimiento oficial a sus extraordinarios servicios públicos. La reina lo nombró caballero y recibió homenajes de varios institutos europeos. Sin ser médico, como refiere Anne Hardy, había llegado a formar parte, junto a John Snow, el padre de la epidemiología, y de Lord LIster, el fundador de la moderna cirugía, de la trinidad inglesa, de la progresista medicina «victoriana».
Lemuel Shattuck
Nació el 15 de octubre de 1793 en Ashby, Massachusetts y falleció en Boston, el 17 de enero de 1859. Prácticamente fue un autodidacta y en sus comienzos fue maestro de escuela, dedicándose posteriormente al comercio, a la venta de libros y otros menesteres, lo cual le permitió disponer de tiempo para dedicarse a su pasión de escribir sobre salud pública y estadística. También incursionó en la política siendo legislador en Boston.
Se conoce muy poco de su vida privada pero en cambio conocemos mucho de su quehacer en el campo social y en el de asuntos cívicos. Escribió una historia de Concord, población en la que residía con su familia, utilizando para ello estadísticas basadas en los registros municipales y de las iglesias. Su familiaridad con los números, le convenció de la necesidad que tenían las autoridades civiles de contar con buenas estadísticas para satisfacer las necesidades de la población en cuanto a asuntos sociales. No extraña entonces que fuese uno de los fundadores de la Asociación Norteamericana de Estadística. Después de trasladarse a Boston, fue electo a la legislatura del Estado. En esa función logró aprobar la realización de un censo de esa ciudad, el cual dirigió con tanto éxito que pocos años después, el mismo gobierno federal lo llamó a Washington para que los asesora en la planificación y realización del Censo Nacional de 1850.
Pero la actualización más relevante de Shattuck y por la cual se le recuerda y honra su memoria, radica en el campo de la salud pública, cuando logra ser nombrado por la legislatura del estado de Massachusetts, secretario de la comisión encargada de llevar a cabo una encuesta sanitaria en el ámbito regional y emitir recomendaciones. Ellas se plasman en su informe de 1850, el cual constituye un verdadero plan de salud local y regional, sumarizado en 50 puntos que cubren muy diversos campos de salud pública y personal (incluyen hasta educación para la salud, registro de información demográfica, juntas de salud, etc.) así como una ley sanitaria, todo lo cual serviría de modelo para que años después, fuesen adoptadas por otros Estados de la Unión. Lamentablemente Shattuck no vería en vida su gran obra, que revolucionó la salud pública en su país. En efecto, la gran mayoría de sus 50 recomendaciones son ahora práctica común en los Estados Unidos y muchos otros países. Con justa razón, C.E.A Winslow otro paladín de la salud pública norteamericana, ahora de las primeras décadas del siglo XX describió el informe, como «el más extraordinario libro de profecías en la historia de la salud pública». Pero quizás con mayor razón, Warren Winkelstein más recientemente escribió que Shattuck no fue simplemente un «profeta» de la salud pública norteamericana, sino más bien »su arquitecto más influyente»,