«Si no nos esforzamos en democratizar la mundialización, la mundialización desnaturalizará las democracias nacionales», declaraba el ex secretario general de las Naciones Unidas en 1998, como Presidente del Panel Internacional sobre Democracia y Desarrollo, creado por la UNESCO y confiado a quien tanto se había esforzado, a escala mundial, en favor de dar la voz a los pueblos, como establece en su primera frase la Carta de las Naciones Unidas, para su participación constante como corresponde a la democracia genuina.
Advertía a continuación el enorme error que suponía el cambio trade for aid porque anulaba la ayuda exterior para conseguir un desarrollo integral, sostenible y humano, dejando la iniciativa a los grandes consorcios mercantiles:
«La globalización no se rige por principios democráticos y las decisiones que se adoptan tampoco resultan de un proceso de libre expresión de opiniones… Creo que la filosofía de base para el buen funcionamiento de la democracia mundial es la misma que para la nacional: favorecer el contrapoder, escuchar las opiniones de todos, especialmente de los miembros de la oposición y de los más débiles, para llegar a acuerdos en los que todos se sientan debidamente representados».
Fue esta manera de pensar de Butros Butros Ghali, que había expresado sin paliativos en sus Agendas por la Paz, por el Desarrollo y por la Democracia, la que promovió en varios países prósperos y muy especialmente en el Partido Republicano de los Estados Unidos, los sentimientos adversos para un segundo mandato de un Secretario General que manifestaba de forma tan clara y convincente su oposición al neoliberalismo globalizador.
Su libro En Attendant la Prochaine Lune (1997-2002), se inicia con sus reflexiones del día 1 de enero de 1997, sobre las razones por las cuales no había sido prolongado en el desempeño de tan alta magistratura, como es habitual. Es muy importante esta publicación porque incluye sus recuerdos sobre los amargos tiempos que había vivido. Se refiere en primer lugar al momento en que es sustituido por el nuevo secretario general, Kofi Annan. Tuve ocasión de asistir personalmente a este Acto.
El secretario general que más había contribuido a la democratización del sistema de las Naciones Unidas debía partir porque el presidente Clinton era un presidente débil, bajo la pujanza de un Partido Republicano que, con la figura poderosísima del senador Jesse Helms, presidente del Appropriation Committee, dominaba el escenario del poder en los Estados Unidos. Y por ello, en contra de una gran mayoría que le apoyaba, Butros Butros Ghali dio otra lección de buen sentido y oportunidad, aceptando ser sustituido por un funcionario de las Naciones Unidas que reunía todas las garantías por su acreditado ejercicio de las funciones que se le habían encomendado y por sus propias características personales y familiares:
«Lo que me pesa más en este instante, escribe Butros, no es tanto dejar detrás de mí un puesto, un modo de vida, una casa y amigos… que deber, a los 74 años, partir de nuevo, bajo otros cielos , con otras responsabilidades, en un entorno que me es todavía totalmente extraño».
El día 1 de enero de 1997 volaba en el Concorde hacia París en compañía de Lea, una mujer de insólita personalidad, a la altura, con holgura, de su famoso marido. Al llegar al Hotel Meurice, «como si nada hubiera cambiado… esta manifiesta continuidad en el decorado ejerce un efecto apacible que me ayuda a empezar mi vida después de la ONU».
El 10 de enero le recibe el presidente Chirac en el Elysée «con esta cordialidad, esta simplicidad y esta amistad sincera de las que guarda el secreto [...]. Hemos perdido, ambos, una batalla… porque él ha sido, en estos últimos tiempos, mi mayor asidero y boya de salvación, cuando otros Estados prefirieron abandonarme bajo la presión del huracán americano…». En otro diario había escrito: «Yo ya sabía que los republicanos y sionistas se opondrían a mi reelección». En esta entrevista, Chirac le «presenta» el cargo de secretario general de la Francofonía, «para la defensa del plurilingüismo y de la diversidad cultural...», que debería ser elegido por primera vez en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno proyectada en Hanói en el mes de noviembre de 1997. El presidente francés le aconsejó realizar, a partir del mes de mayo, sendos recorridos por Africa y Asia para asegurar el éxito de su candidatura.
El 4 de marzo describe el momento en que Karel Vasak le ofrece, con mi apoyo insistente, al presentar el Amicorum Liber de Héctor Gros Spiell en la UNESCO, elaborar el suyo a partir de ahora. A Lea le encanta este proyecto. Butros se muestra más reticente pero accede finalmente. El 12 de mayo relata con detalle el almuerzo de trabajo que le ofrecí pidiéndole que presidiera una Comisión Internacional sobre democracia y desarrollo. Escribe:
«Antes, Federico Mayor había ya creado una Comisión presidida por Javier Pérez de Cuéllar sobre 'cultura y desarrollo', y encomendado a Jacques Delors otra sobre 'educación y desarrollo' [...]. El 18 de mayo me presentó la composición de los 22 miembros integrantes del Panel, que incluía grandes figuras internacionales entre las que destacaban Nadine Gardiner, de Sudáfrica, Basma Bint Talal de Jordania, Mohammed Charfi, Túnez, Abid Hussain, India, Attiya Inayatullah, Paquistán, Robert Badinter, Francia, Bruce Russet, de EEUU, Juan Antonio Carrillo Salcedo, de España, Rosario Green, México [...]. Se trata de una nueva aventura académica de gran envergadura. Soy plenamente consciente del desafío que me espera».
Pero no cabe duda que tenía una gran experiencia en este tema. En efecto, cuando finalizaba la 51ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas y su propio nombramiento como Secretario General, en diciembre de 1986, Butros Ghali presentó su tercera Agenda en el marco del punto del Orden del Día titulado «Apoyo por el Sistema de las Naciones Unidas a los esfuerzos de los gobiernos para promover y consolidar democracias ex novo o restablecidas». De los seis capítulos con que cuenta, el más importante y oportuno es seguramente, el que se refiere a la Democratización a nivel internacional. Una vez más, B. B. Ghali se anticipaba a los acontecimientos, porque conocía bien los entresijos de los grupos oligárquicos impulsados por el neoliberalismo. Identifica a los «nuevos actores» en el sistema internacional que deberán ser tenidos en cuenta a partir de ahora: «organizaciones regionales, ONGs, parlamentarios, autoridades locales, comunidades académica y científica, empresas,… y, muy en particular, los medios de comunicación».
«Una cultura de la democracia, asevera, conduce a la promoción y consolidación de una cultura de paz y de desarrollo a través de una gobernanza adecuada».
La ONU, siendo imparcial y universal, no puede promover movimientos de democratización. Lo que la ONU sí puede hacer es ayudar a cada país a hallar su propia vía hacia la democracia. Butros es el primer secretario general que, aún reiterando la neutralidad de las Naciones Unidas, se declara manifiestamente a favor del sistema democrático, lo que representa un cambio en la posición tradicional mantenida hasta el momento.
«La democracia contribuye a preservar la paz y la seguridad, asegura la justicia y los derechos humanos y promueve el desarrollo económico y social».
En realidad, la visión y acción de Butros Butros Ghali completa, fielmente, los Pactos de 1966 sobre derechos civiles y políticos. Las distintas Cumbres celebradas desde 1992 ponen también de manifiesto la necesidad de que, por fin, se dé la palabra a Nosotros, los pueblos…: sobre el medio ambiente, en Río de Janeiro, 1992; sobre población, en El Cairo, 1992; sobre derechos humanos, en Viena, 1993; sobre la mujer, en Pekín, 1995; sobre el hábitat, en Estambul, 1995; sobre el desarrollo social, en Copenhague, 1995…
Vienen después el Foro del Milenio que reunió en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, en el mes de mayo del año 2000, a 1350 representantes de ONGs, asociaciones civiles, entidades de los representantes de los nuevos actores… Era, pues, necesario hacer un balance de las reuniones celebradas desde los primeros años de la década de los 90 para llamar la atención sobre cuáles debían ser las directrices esenciales para iniciar correctamente, a escala nacional, regional y mundial, las acciones propias del siglo XXI, del tercer milenio. El Foro concluyó con la Declaración Final de la Sociedad Civil Nosotros, los pueblos y el Programa de Acción («Reforzando a las Naciones Unidas para el siglo XXI») en las que figuran propuestas concretas tales como: transformación del Consejo de Seguridad; reformar la Corte Internacional de Justicia… hasta ahora desoídas, pero que se hallan disponibles para cuando, de pronto, la humanidad, hoy tan distraída y sometida al inmenso poder mediático, se dé cuenta de que debe llevar a cabo con apremio los cambios fundamentales que son inaplazables.
Los títulos de las múltiples obras de Butros Butros Ghali marcan su itinerario político y humano de manera singular y extraordinaria: El problema del Canal de Suez, 1957; Teoría general de las alianzas, 1963; La organización de la Unidad Africana, 1969; El camino egipcio de Jerusalén, 1997; Mis años en la Casa de Vidrio, 1999; Paz, desarrollo, democracia: agendas para gestionar el planeta, 2001; Democratizar la mundialización, 2002…
El 19 de noviembre de 1997 era el vigésimo aniversario de la visita inteligente e intrépida del presidente Anouar El Sadate a Jerusalén, “el acontecimiento más importante de mi carrera política y diplomática… Han transcurrido 20 años: la historia retendrá esta visita excepcional como uno de los grandes momentos del siglo XX.
En mi contribución a su Amicorum Disipulorumque Liber sobre «El Derecho Humano a la Paz» escribía en el Prefacio que «el mandato de Butros Butros Ghali ha coincidido con un periodo de cambios radicales en las relaciones internacionales». En efecto, la post Guerra Fría ha sido muy distinta a las post guerras previas. Pero Butros Butros Ghali sabía cuáles eran las prioridades. Y cuáles eran los principales referentes y recomendaciones emanadas de los más relevantes encuentros de las Naciones Unidas. Teníamos los mimbres… pero nos faltaba la capacidad para tejerlos en un ambiente totalmente hostil, liderado por el Partido Republicano de los Estados Unidos.
En mi artículo indicaba: «Mi nieta me preguntó recientemente por qué no habíamos cumplido las promesas hechas en la Cumbre de la Tierra. Yo le respondí que para actuar, era necesario sentirse implicado, responsable, recordar, comparar… Ella espera. Ellas y ellos esperan. Yo confío en no decepcionarlos. Confío en que las Naciones Unidas reciban el apoyo que precisan para la puesta en práctica de los Programas en favor de la tolerancia, el diálogo, la interacción cultural, la paz».
Sus amigos y discípulos pusieron de relieve en su libro Amicorum a una persona extraordinaria en un contexto extraordinario. Me sentí muy satisfecho de que fuera la UNESCO, Organización pensante de la familia de las Naciones Unidas la que hubiera inspirado su realización. Entre las contribuciones figuraban las de Jacques Delors, Mikhail Gorbachev, Juan Antonio Carrillo, Gro Harlem Brundtland, Enrique Iglesias, Robert Badinter, Shimon Peres, Ismail Serageldin…
Quiero mencionar, por último, que recuerdo vívidamente cuando, con Karel Vasak y Bernard Kouchner, propusimos al Secretario General de las Naciones Unidas la «injerencia humanitaria», para que no se repitieran, antes la pasividad internacional, horrores como los acaecidos en Cambodia y Ruanda. La interposición de los Cascos Azules tendría lugar únicamente en dos casos: violación generalizada de los derechos humanos y genocidio. Pero el «deber de injerencia» por razones humanitarias chocaba de frente con la intocable -¿a pesar de las matanzas?- soberanía de los Estados. ¡Cuántas víctimas oculta la soberanía!. Pol Pot ¿puede realmente alegar competencias legales que exculparán sus atroces desvaríos?. Si las Naciones Unidas se re-democratizaran podrían actuar al amparo del art. 42 de la Carta que permite autorizar una intervención armada en circunstancias de violaciones masivas de los derechos humanos y de clara «amenaza contra la paz y seguridad internacional».
A Butros Butros Ghali lo retiraron… pero reapareció en la francofonía, en la presidencia del Consejo European Center for Peace and Development, en el escenario internacional, en suma, y se ha quedado para siempre como estela luminosa por sus mensajes audaces y veraces sobre la paz, la justicia, el desarrollo y la democracia, que exigen, con gran urgencia, llevar a la práctica el multilateralismo que tanto anheló.