El acuerdo de París, también conocido como la COP 21, ha cumplido dos años y ya queda cada vez menos para que sea aplicable. El documento de cooperación internacional firmado por 195 países el 12 de diciembre de 2015, dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) será puesto en marcha concretamente en el 2020, cuando finalice la vigencia del Protocolo de Kioto.
En noviembre de este año pasado, en la cumbre de Bonn (COP23), los datos no podían ser peores dado que las emisiones de gases que causan el cambio climático siguen fuera de control tras 23 conferencias climáticas. Durante el evento, Alemania y Francia tomaban las riendas frente al retroceso de los Estados Unidos protagonizado por Trump, que no asistió a dicha conferencia. Todos los ojos están puestos en el 2018 y en la próxima reunión decisiva que tendrá lugar en Polonia, donde se deberán actualizar los compromisos de todos los países para poder cumplir con los propósitos del Acuerdo de París.
De cara a la reunión en Polonia, se tienen en cuenta los tres objetivos marcados en París para la reducción de las emisiones de gases que producen el efecto invernadero: el primero, que el aumento de la temperatura media mundial no supere más de 2 °C los niveles preindustriales, intentando limitarlo a 1,5 °C.
No obstante, según establece EcoWatch, la revista online estadounidense especializada en el medio ambiente, este objetivo será difícil de alcanzar dado que «si todos los gobiernos implementaran por completo sus compromisos del Acuerdo París, el aumento de la temperatura global en 2100 sería de 3,2 °C por encima de los niveles preindustriales, en comparación con los 2.8 °C del año pasado (2016), en gran parte debido a los EE.UU».
El segundo propósito de la COP21 es aumentar la capacidad de adaptación para evitar los efectos devastadores del efecto invernadero en la producción de alimentos y, por último, elevar los flujos financieros a un nivel compatible con el desarrollo sostenible y con bajas emisiones de gases que producen el efecto invernadero.
Las negociaciones globales sobre el cambio climático se han estado llevado a cabo durante más de 20 años, no obstante, solo durante los últimos años se han puesto en marcha medidas necesarias para establecer una relación más sostenible entre nuestro consumo y las consecuencias del mismo. Las crecientes emisiones de gases del efecto invernadero derivan de nuestro uso de combustibles fósiles y de nuestras industrias, lo que a su vez conduce a temperaturas más altas.