Hace un par de semanas nos hemos levantado con una noticia esperanzadora: un grupo de investigación de la Clínica de Cleveland (EE.UU.) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Experimental Medicine, empleando el «modelo animal» ha conseguido evitar el avance del Alzheimer, mediante el bloqueo de la formación de placas seniles.
La formación de estas placas es una de las características más evidentes de la enfermedad de Alzheimer, lo que provoca alteraciones en la conectividad neuronal al afectar a la sinapsis.
Los resultados positivos se han encontrado al «combatir» la enzima BACE1, responsable de la formación de estas placas beta amiloides, con lo que se «evita» que el Alzheimer avance.
Aunque es una gran noticia, en cuanto al avance del conocimiento del cerebro y de cómo evitar «que enferme», la misma tiene un «pero» y es en cuanto a que está realizado con investigación animal.
Esto supone que incluso medicamentos probados que funcionan en roedores, luego no tienen ningún efecto en humanos o los efectos contraindicados son tan graves que «no merece la pena» el uso de dicho medicamento.
Esto ha sucedido con anterioridad en otras ocasiones en que se creía haber encontrado la cura del Alzheimer u otras enfermedades, pero que al pasar dichos medicamentos a los humanos, no han tenido los efectos deseados.
Hay que tener en cuenta que cuando se habla del cerebro, se hace del órgano más complejo, de ahí la complicación por saber tratarlo adecuadamente, además, cuando se habla de «modelo animal» se hace de enfermedades «provocadas» en los mismos de forma artificial que producen unos síntomas parecidos al de los humanos.
Aspecto que puede ser de gran relevancia en algunos ámbitos, pero que en el psicológico o neurológico tiene grandes limitaciones.
El Alzheimer no es únicamente un «daño en el recuerdo», si no que es un enfermedad neurodegenerativa que afecta a todos los ámbitos de la persona, ya que poco a poco va haciendo que sea más dependiente, con el «sufrimiento psicológico» que ello implica tanto para el paciente como para sus familiares, aspectos estos que no son tenidos en cuenta en el modelo animal.
Otro punto a destacar con respecto a la complejidad de la enfermedad de Alzheimer es sobre el momento de la aparición de la misma, lo cual ha sido identificado en algunos casos sobre veinte años antes de que los síntomas sean evidentes, por lo que el tratamiento «preventivo», no será tal, ya que se administrará «veinte años tarde».
Así, lo ideal sería que aquellas personas que tuviesen predisposición para padecer la enfermedad de Alzheimer fuesen tratados preventivamente, para que esos veinte años se alargase a treinta, cuarenta o cincuenta años sin que sufra la sintomatología propia del Alzheimer, pero incluso para ello existe cierta dificultad a la hora de establecer quién desarrollará o no la enfermedad.
Es cierto que existe un componente genético, hereditario, en algunos casos, pero no así en la mayoría donde los factores medioambientales tienen un mayor peso.
A pesar de lo anterior sí existen estudio que apoyan que se puede prevenir o al menos retrasar la enfermedad de Alzheimer, llevando una «vida sana», con ejercicio moderado y una determinada alimentación, aunque estas recomendaciones no son exclusivas para el Alzheimer, si no para tener una vejez de calidad.
Por tanto, y a pesar de los avances, a día de hoy no se puede considerar que la «epidemia» de Alzheimer que cada vez afecta a más personas debido a la extensión de la esperanza de vida más allá de los ochenta años, todavía hoy no está controlada.
A pesar de lo cual, se están realizando esfuerzos tanto desde la investigación animal, como en humanos para primero, detener el avance, luego controlar los síntomas, y en último lugar, revertir los efectos provocados por dicha enfermedad.
Sobre el avance, ya existen diversos medicamentos experimentales que están empezando a obtener buenos resultados, aunque todavía no han pasado por todos los controles de sanidad para poderse comercializar.
Con respecto a controlar los síntomas, se han realizado muchos avances desde la neuropsicología donde reforzar las habilidades que se van perdiendo, y entrenar otras que le sirvan como estrategias compensatorias.
Queda todavía pendiente el revertir los efectos de esta enfermedad, aspecto que supondría el final de la epidemia de de la enfermedad de Alzheimer, tal y como se conoce actualme.