In times of universal deceit, telling the truth is a revolutionary act.

(George Orwell)

Finaliza junio, soy un año más viejo, pero más relevante para el mundo es el hecho que este mes se ha cumplido otro año del natalicio de Eric Arthur Blair, mejor conocido como George Orwell, uno de los más relevantes escritores de habla inglesa del siglo 20.

Nacido en India, pero educado y criado en Inglaterra, se alistaría en la Policía Imperial de Burma (hoy Myanmar), para regresar a Inglaterra y comenzar su carrera periodística y literaria. Allí cambiaría su nombre y apellido, tomando este último de su lugar favorito: el Río Orwell, en Suffolk, Inglaterra. Asentado en Londres, trabajaría como maestro y librero. Iría a España, y de su propia cuenta se uniría al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), de tendencia Trotskista, involucrándose seguidamente con las Brigadas Internacionales de las Fuerzas Republicanas durante la Guerra Civil Española. Siempre se consideró un socialista, y enfocaría la mayoría de sus escritos contra el totalitarismo. La obra de Orwell ha sido muy influyente en nuestra cultura occidental y especialmente en la cultura política. Hoy, para definir prácticas o actitudes sociales totalitarias y autoritarias, podemos fácilmente utilizar el adjetivo “Orwelliano” (Orweliano, Orwellien, Orwellienne), el cual es ya parte de nuestro idioma, sea inglés, italiano, francés o español.

Su última obra, 1984, publicada apenas un año antes de su muerte, se ha convertido en visión profética del mundo, y curiosamente, podemos aplicarla a ámbitos más locales y a situaciones específicas. Debo confesarles que yo la he utilizado a manera de sátira política un par de veces en el pasado con la firme intención de criticar al trasnochado dictadorzuelo que, según la opinión de muchos, destruyó la Venezuela de la cual salí hace veinte y tantos años. Malicioso personaje, quien, junto a su mediocre discípulo y corruptos adláteres, han controlado al país de manera orwelliana, motivando a más de 7 millones de coterráneos a dispersarse por el mundo, en estas dos últimas décadas, rompiendo familias y amistades.

En 1984, Orwell nos dice que la cabeza del Partido, el Gran Hermano, nos vigila y castigará nuestros “delitos de pensamiento” utilizando a la Ruda Policía. El Partido controla la vida de todos mediante el uso de la Neolengua (ese nuevo idioma que no permite expresar pensamientos en contra del sistema, y a la larga, ni siquiera permite pensar) y el Doblepensamiento, una forma de mantener ideas contradictorias de manera que le parezcan totalmente coherentes a cada individuo. Cualquier dato histórico, puede y debe cambiarse y corregirse para que siempre esté en armonía con la doctrina del Partido y las enseñanzas del Gran Hermano: La Guerra es la Paz, La Libertad es la Esclavitud, La Ignorancia es la Fuerza.

En 1958, un grupo de investigadores quienes trabajaban para desarrollar nuevas tecnologías bajo la égida y financiamiento de la Secretaría de la Defensa de los Estados Unidos, fundarían ARPA (Advanced Research Projects Agency), luego denominada DARPA (D por Defense). En 1962, dicha agencia crearía un programa de investigación computacional y para 1967 habían desarrollado un plan comunicacional utilizando ordenadores que denominaron ARPANET. Esta red crecería paulatinamente y en 1971 ya contaba con 23 puntos conectados en los Estados Unidos.

En 1972, durante la First International Conference on Computers and Communication celebrada en Washington DC, los científicos de ARPANET presentaron este sistema ante el mundo, con una red de unos 40 puntos conectados en diferentes lugares del país. El evento y la red comunicacional, estimularían a múltiples empresas a crear redes similares, naciendo así INTERNET. Con el desarrollo exponencial de ordenadores, la conexión vía Internet creció también exponencialmente. Hoy, Internet es indispensable ya que nos permite acceso fácil y eficiente a servicios básicos tales como información, educación, seguridad, atención médica y servicios de todo tipo.

A comienzos de la década de 2000, gracias a estos sistemas de comunicación global, comenzarían a aparecer las redes sociales. El objetivo primario de estas era ayudar a la gente a conectarse digitalmente con familiares y amigos quienes vivían o estaban a distancias lejanas. MySpace fue el primer “sitio” de redes sociales, dando paso a muchas otras redes (Facebook, YouTube, WhatsApp, Instagram, WeChat, Twitter-X, TikTok, y muchas más) que hoy nos permiten estar en comunicación no solo con familiares y amigos, sino con artistas, políticos, negociantes, instituciones, y un montón de gente que desconocemos personalmente, y hasta con sectores manipulados vía Inteligencia Artificial. Algunos confiables, varios, no tanto.

En 1984, Orwell nos comenta que el Gran Hermano, nos “vigila” gracias al uso de televisores bidireccionales, las telepantallas, presentes en cada hogar, cada empresa, cada oficina. Su volumen puede bajarse, pero jamás pueden apagarse y constantemente transmiten propaganda del partido. Al mismo tiempo, pueden grabar cada conversación y monitorear nuestros más irrelevantes movimientos. Esas telepantallas del Gran Hermano, guardan un enorme parecido con “tabletas”, ordenadores personales, y particularmente, nuestros modernos teléfonos celulares, gracias a los cuales, “Big Data” (todo lo que busques en internet queda registrado gracias a que los diversos buscadores guardan los datos de los usuarios para estudios de mercado, y las “cookies” de cada página en la red tambien recopilan información) en general, y las redes sociales, en particular, deciden que ver, que hacer, que pensar, manipulando nuestra visión del mundo.

El anonimato que ofrecen las redes sociales, fácilmente ayuda a desahogar, pero también a canalizar la ira y la frustración de muchos. Con seguridad esta “canalización” se asemeja a los Dos Minutos de Odio que nos describe Orwell en las primeras páginas de 1984. En esa visión del mundo, los enemigos cambian con regularidad, pero ese ritual no. Hoy en día vemos como cuentas falsas promueven engaños y odio, muchas se convierten en tendencia que buena parte de la población siguen patética y eufóricamente. Personajes influyentes (¡muchos políticos entre estos!) se aprovechan, mienten, y ayudan a propagar mentiras, ideas racistas, o misóginas, o absurdas, entre quienes los siguen. Estos seguidores, ciegos e incapaces de pensar por su cuenta, potencian y agravan lo que muchos dirigentes e “influencers” manipulan y muestran, gracias a las redes sociales.

Las redes sociales (quizás el brazo más visible de Big Data) han cambiado nuestra forma de pensar y actuar. Incluso nuestro lenguaje se ha modificado totalmente. En nuestra actual Neolengua, es hoy ofensivo casi cualquier comentario que era común e inofensivo en el pasado. Winston, el personaje principal de 1984, terminaría aceptando el gobierno del Partido, participaría en el ritual del Odio en Dos Minutos, y terminaría creyendo cualquier cosa que el Partido dijera. Como Winston, hoy muchos solo creen lo que transmiten las redes sociales, los gigantes tecnológicos y los personas sin escrúpulos que utilizan esos medios para difundir teorías conspirativas, falacias y mentiras que jamás los “proles” (masa de gente que de acuerdo a 1984 no están obligados a pertenecer al partido, pero disfrutan de esa libertad solo por carecer de pensamiento propio) de hoy intentarán verificar.

1984 es la obra cumbre de una trilogía que comenzó con Homenaje a Cataluña y continuaría con Rebelión en la Granja. La primera narra, en primera persona, la experiencia de Orwell al apoyar la lucha del pueblo español contra el fascismo, con una opinión general sesgada, según algunos críticos, del entorno anarquista y poumista, en la que no se menciona claramente la influencia de Francisco Franco (1892-1975), Adolfo Hitler (1889-1945) y Benito Mussolini (1883-1945), así como la de los gobiernos franceses, ingleses y estadounidense al desarrollo y recrudecimiento de la Guerra Española.

La segunda, utilizando un bestiario como licencia estilística, ilustra la futilidad de la revolución y el totalitarismo, presentando el retorno a la tiranía y el aumento de irresponsabilidades peores que aquellas que originaron la revolución. En Rebelión en la Granja, los cerdos toman control y privilegios, los perros controlan cualquier disensión, los borregos difunden la línea partidista. La Constitución es cambiada por los cerdos para adaptarla a su propia agenda hasta llegar a convertirse en un solo mandamiento: Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros.

Quisiera pensar que, para este mundo moderno, la moraleja de estas historias y particularmente de 1984, es que, a pesar de encontrarnos en internet con información válida y cierta, muchos dirigentes y personas inescrupulosas manipulan al propio internet, y especialmente las redes sociales, para su propio beneficio, y terminan siendo tan malos o peores que los reales o imaginarios “demonios” de los cuales pretenden que sus seguidores y otros usuarios se den cuenta. La obra de Orwell parece hablarnos de esos conglomerados tecnológicos que se comportan como El Partido, utilizando nuestras modernas telepantallas, para que el Gran Hermano nos transmita sus órdenes, reforzadas constantemente, sin permitirnos pensar, y hacernos cumplir y seguir, como si fueran nuestros, sus torcidos pensamientos.

Cavilando sobre las premoniciones de George Orwell, noto que nuestro lenguaje se ha venido convirtiendo en más reduccionista y simplista. El resultado de la limitación de caracteres a la que obligan las redes sociales, incluyendo esos “hashtags pegajosos” para promover ideas y eventos fáciles de entender, no permiten razonar ni prestarle atención a los diferentes matices de la información. Esencialmente, logran que cualquier opinión, por absurda que sea, parezca un hecho, dificultando entender e interpretar la realidad y la verdad de los hechos.

Aclaratoria: aunque estoy catalogado como anticuado entre amigos y familiares por no tener cuentas en las redes sociales comúnmente utilizadas, de lo cual me regocijo, no estoy exento de haber cometido tal error. Por supuesto que me comunico vía correo electrónico con familia, amigos y colegas, uso internet para informarme y buscar trabajos científicos y populares. Sin embargo, muy a mi pesar (¡por abrir esas cuentas, no por la familia, a quienes quiero sin límites!) hago parte de tres cuentas familiares (WhatsApp), en las que básicamente curioseo, aunque rara vez escribo o comparto fotos (¡la familia se sorprende y comentan regocijados cuando lo hago!). Igualmente, pertenezco a una red profesional y un par de redes científicas, aunque solo a una de estas últimas agrego mis trabajos y reviso con relativa frecuencia. No tengo duda, ¡el nuevo Gran Hermano también me tiene vigilado!

Notas

Daley, J. (2017). On 1984: Quotes for the Orwellian Future Happening Today. New York: Racehorse Publishing. 144 pp.
Fisher, M. (2022). The Chaos Machine: The inside story of how social media rewired our minds and our world. Boston, Massachusetts: Little, Brown and Company. 400 pp.
González, J.M. (2014). Venezuela: Esa nueva granja Orwelliana. También Somos Americanos, 2, junio: 21.
Hafner, K. & M. Lyon. (1996). Where the wizards stay up late. The origins of the Internet. New York: Simon & Schuster. 304 pp.
Orwell, G. (2021). 1984. London: Penguin Classics. 355 pp.
Orwell, G. (2021). Animal Farm. London: Penguin Classics. 128 pp.
Orwell, G. (2015). Homage to Catalonia. Boston, Massachusetts: Mariner Books. 304 pp.