El cambio climático está ocurriendo ahora. Es el gran tema del siglo XXI. El clima, Bien Público, trasciende en la vida humana en el planeta de manera innegable. Sin embargo, la agenda de medidas acordadas en las Conferencias entre las Partes (COP) carece de la urgencia que ameritan las últimas investigaciones sobre el cambio climático. En muchos casos las medidas propuestas carecen de concreción y en otros conllevan ambigüedades. Esto último fue el caso de la COP21 en París (2015).
En el párrafo del artículo 4 del tratado relativo a las resoluciones, se cita la exigencia de sustituir la palabra shall por should («deberán» por «deberían») donde originalmente se expresaba que:
«las Partes, que son países desarrollados, deberán continuar liderando a través de la adopción de metas absolutas para la reducción de emisiones en el conjunto de la economía».
[«Developed country Parties shall continue taking the lead by undertaking economy-wide absolute emission reduction targets»]
Al sustituirse shall por should se reemplazaba una obligación por un condicional no vinculante. Cabe señalar que en la versión española oficial del texto se mantiene erróneamente la palabra «deberán» por «deberían». Es la ambigüedad que ha impedido en la práctica que las economías industrializadas lideren en la reducción de emisiones. En 20 años esas economías han hecho caso omiso a la Convención Marco para el Cambio Climático de 1992 y el Protocolo de Kioto de 1997.
Eludir medidas drásticas en el presente significa ignorar el concepto de cambio climático peligroso acuñado por instituciones como el Instituto de Estudios Espaciales de la NASA, en colaboración con la Universidad de Columbia, el Institut Laplace de Francia, la Universidad de Estocolmo, Suecia, el Instituto Federal de Investigaciones Tecnológicas de Suiza, la Universidad de Harvard y la Universidad de California entre otras.
Un texto de 2013 establece que «un calentamiento de 3 a 4° C tendría consecuencias desastrosas. La continuación de las emisiones provenientes de combustibles fósiles sería un acto de extraordinaria y deliberada injusticia inter-generacional»1.Paradojalmente el COP21 en su resolución final no menciona ni una sola vez el término combustibles fósiles.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es el tratado precursor del Acuerdo de París sobre el cambio climático. La Convención cuenta con un número de miembros que la hace casi universal (197). En estas reuniones los líderes mundiales buscan descarbonizar la matriz. En París se pactó reducir la temperatura por debajo de los dos grados, preferentemente hasta 1,5 grados. En Bonn los jefes de Estado o de Gobierno reiteraron el compromiso para lo cual se fijaron objetivos de financiación y la transición hacia las energías limpias.
195 países concurrieron al Acuerdo de París que reemplazará en 2020 al Protocolo de Kioto. Formalmente el Pacto es vinculante, sin embargo la reducción de emisiones será fijada por cada país. Son las llamadas contribuciones nacionales que se enmarcan dentro del acuerdo general de cima de emisiones antes del año 2030 para llegar a cero en 2060. El marco de cumplimiento se realizó según la propuesta del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático respaldada por la COP y su objetivo es evitar que la temperatura de la Tierra suba más de 2°C este siglo respecto a la era preindustrial y «seguir esforzándose por limitar ese aumento a 1,5° C»2.
En 2020 el Acuerdo de París reemplazará el Protocolo de Kioto. de 1997. Dos años antes, 2018, los países evaluarán los impactos de sus iniciativas contra el calentamiento global y analizarán nuevamente sus planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero3. Es la tarea que se encomendó al Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos (IPCC sigla en inglés) que deberá presentar un informe sobre el impacto para el mundo si la temperatura media del planeta sube 1,5° C. A partir de 2023 se efectuarán revisiones periódicas cada cinco años para el monitoreo, verificación y rendición de cuentas de los avances de las partes. El llamado principal del texto se dirige a las economías desarrolladas, emisores históricos, para que recorten sus emisiones y a los países en desarrollo, para que limiten el uso de carbón y petróleo como fuentes de energía.
En un ranking del total de emisiones de CO2 al 2012 las estadísticas señalan a China como el primer país emisor del mundo, con un 29 % del total; EEUU, 16%; Unión Europea, 11 %; India, 6 %; Rusia, 5 %; Japón, 4 % Corea, 2 % Irán 2 %. El resto de los países se inscribe con un 25% del total. Conviene recordar que en 1990, China e India emitían el 10 % del total global. Actualmente aportan el 35 % del total mundial de emisiones 4. El 30% de la población mundial, más de 2.100 millones de habitantes, es responsable de 56% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
No se han sumado a la alianza por eliminar el carbón antes de 2030, países como Estados Unidos, China, India, Alemania o Polonia. Las medidas vinculantes se han dejado para 2018 en la reunión de Polonia (Katowice). La salida de EEUU del Acuerdo se concretará en 2020. Irónicamente se señala en los pasillos de Bonn que «sería de mal gusto preguntar por la huella de carbón que deja esta conferencia, especialmente sabiendo que la mayor parte de la electricidad que se usa en Bonn proviene de plantas de carbón de la región. Pero eso ya sería demasiado para el estado de ánimo de quienes habitan este universo paralelo subvencionado por los contribuyentes».
El documento aprobado en Bonn contiene tres compromisos para los países ricos:
(1) ratificación de la Enmienda de Doha al Protocolo de Kioto por parte de 140 países de los 197 que forman parte de la Convención de Cambio Climático de la ONU. Hasta el momento solo la han ratificado poco más de 80 países;
(2) los países desarrollados deberán rendir cuentas de lo que están haciendo en la lucha contra el cambio climático antes de 2020 en dos sesiones de alto nivel que tendrán lugar en las cumbres del clima de 2018 y 2019;
(3) las naciones ricas deben producir un informe transparente y detallado de cuánto dinero aportan para que los países en desarrollo puedan hacer frente al cambio climático.
A nivel europeo, la UE se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en al menos un 40% hasta 2030 (nivel de 1990). El balance demuestra que la UE ha cumplido más allá del compromiso. De cara a 2020 su compromiso europeo fue de reducir en un 20% las emisiones. El balance presente demuestra muy probablemente un descenso del 26%. Relacionando emisiones con crecimiento, la UE exhibe para un crecimiento del PIB del 52% desde 1990 una reducción de emisiones de 23%. No todas las cifras son tan promisorias como parecen a simple vista. En España un crecimiento de la economía del 3,2% registra una reducción de emisiones de un 3,5% en 2016 respecto al año anterior. Sin embargo, documentación exhibida en Bonn demuestra que España ha bajado posiciones en el Índice de Acción Climática, situándose en el puesto 35 de los 57 países estudiados.
Los científicos han reiterado en la Cumbre de Bonn que los objetivos de reducción de emisiones actuales de los países no van por buen camino sino que por el contrario conllevan entre 3 y 4 grados más a finales de siglo. El objetivo del llamado Diálogo de Talanoa es de preparar la rendición de cuentas por países sobre sus compromisos de reducción de emisiones nacionales. La generalidad de sus directivas no augura poder cumplir con los controles de la hoja de ruta. De la misma manera nada se ha avanzado en la cumbre de Bonn con el Mecanismo Internacional de Varsovia, establecido en 2013, destinado a reparar los daños por los efectos del calentamiento global. Sin un acuerdo sobre la disponibilidad inmediata de fondos para estos accidentes el Mecanismo resulta inoperante.
En el terreno de las declaraciones de intenciones se prevé que funcione en mayo 2018 el llamado Mecanismo de Pérdidas y Daños para evaluar las necesidades de los países más vulnerables. En ese marco se sitúa la evaluación presupuestaria de la Unión Europea en un horizonte de diez años. Varios programas avanzan en la ruta diseñada por el Acuerdo de París , situación del Fondo de Adaptación del Protocolo de Kioto. Citemos así mismo que dos países en América Latina y el Caribe, Brasil y Ecuador, han iniciado un plan de mitigación del cambio climático mediante acciones que reducen sus emisiones debido a la deforestación. Se ha evaluado en la zona que el 50 % de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de los procesos de deforestación. A ello se suman programas que fomentan una producción agropecuaria menos invasiva hacia los bosques, y más sostenible en las áreas social, económica y ambiental. Países como México, Paraguay, Honduras, Costa Rica y Chile, han anunciado su participación en estos programas silvo-agropecuarios. La quinta enmienda del Protocolo de Montreal 1987 menciona la eliminación progresiva de los hidrofluorocarburos. Se trata de sustancias usadas principalmente en sistemas de refrigeración y aparatos de aire acondicionado. La preservación de la capa de ozono es el objetivo de esta medida.
Estas y otras medidas prevén durante este siglo evitar un calentamiento de 0,5 grados y por tanto avanzar significativamente hacia el cumplimiento del Acuerdo de París.
Textos de la reunión de Bonn mencionan el concepto de Gran Coalición destinada a englobar gobiernos, Estados, ciudades, sociedad civil y sector privado en una acción climática. Para lo cual se señalan esfuerzos de mitigación, adaptación, financiamiento de acciones climáticas, transferencia de tecnologías y desarrollo de capacidades, todo ello destinado a crear medidas vinculantes en el Diálogo Facilitador 2018. Se prepara así la COP24 en Polonia (Katowice) en 2018.
En relación a las finanzas comprometidas a partir de 2020 el delegado chino Xie Zhenhua, señaló que «la acción climática pre 2020 –de los países desarrollados– es urgente, por eso les apremiamos para que aceleren la ratificación de la Enmienda de Doha para que entre en vigor, y den detalles de la hoja de ruta para alcanzar los 100.000 millones de euros en finanzas climáticas anuales comprometidos a partir de 2020». Agregó que el objetivo de China es «ir sustituyendo las energías fósiles por renovables en su mix energético, tener su mercado de carbono en funcionamiento a comienzos del próximo año y seguir aportando sabiduría y soluciones a los procesos multilaterales de lucha contra el cambio climático».
En conclusión, la cantidad de temas por resolver, previos a la COP24 en Polonia, deja más interrogantes que certezas. Con emisiones de CO2 en aumento a nivel global destaca sobre todo el grado de desconfianza, y diferencias, entre países desarrollados y en desarrollo. Sin mayores concreciones los grandes temas y las metas formuladas en la cumbre, los resultados esperados para la reunión de Polonia quedan al nivel de la especulación.
Notas
1 Hansen, J., Kharecha, P., Sato, M. et al. (2013): Assessing “Dangerous Climate Change”: Required Reduction of Carbon Emissions to Protect Young People, Future Generations and Nature. PLOS ONE.
2 Julio César Centeno (2015 abril) en Earth Statement de 17 instituciones científicas COP21, resume las aprehensiones que levantó la meta 2°C del Acuerdo. «Para lograr el objetivo de los 2°C con una probabilidad de al menos 66 % es necesario que las emisiones acumuladas de todos los gases de efecto invernadero durante el período 1850-2100 se mantengan por debajo de las 3.670 giga-toneladas de CO2-equivalentes, mientras que sólo las de CO2 deben limitarse a un máximo de 3.000 G-ton durante el mismo período. El presupuesto o cupo máximo de emisiones disponibles para el período 2015-2100 es de apenas 855 giga-toneladas de CO2, lo que implica dejar al menos dos tercios de las reservas probadas de hidrocarburos bajo tierra [Ref1]».
3 El presidente francés comprometió a su país a revisar los objetivos acordados en la COP21 antes de 2020.
4 Friedrich, Johannes., Damassa, Thomas. (21 mayo, 2014): The History of Carbon Dioxide Emissions. World Resources Institute. CAIT Climate Data Explorer.