Una de los mayores esfuerzos que se están realizando desde el ámbito de la investigación es con respecto a buscar soluciones para la enfermedad de Alzheimer, debido a que el incremento de la población mayores de 70 años en los países desarrollados está dando como consecuencia el aumento de casos de alzhéimer.
Aunque no existe una relación directa entre edad y alzhéimer, sí es cierto que ante un mayor número de anciando, también aumentan los casos de alzhéimer.
Las líneas de investigación son diversas en cuanto al tratamiento, diagnóstico y prevención de la misma, buscando tanto la detención del avance de la enfermedad como reducir sus consecuencias.
Hay que decir que la enfermedad de Alzheimer es neurodegenerativa, es decir, el paso del tiempo va a provocar que se vayan perdiendo capacidades y habilidades cognitivas y motoras, empezando por la memoria. Actualmente no existe cura al respecto, aunque algunos medicamentos experimentales sí han mostrado resultados positivos en cuanto a la detención del avance.
Igualmente se han desarrollado estrategias compensatorias desde el ámbito de la neuropsicología, con la que entrenar a otras habilidades que suplan aquellas que se van perdiendo, tratando de mantener la autonomía del paciente, y su independencia el mayor tiempo posible.
Dicho lo cual, todavía quedan muchas cuestiones por resolver, pero quizás la que mayor controversia a nivel científico es con respecto al "peso" y el alzhéimer.
Los problemas de corazón ha sido tradicionalmente asociado a una mayor probabilidad de padecer la enfermedad de Alzheimer.
Corazón que se conoce desde hace mucho que «sufre» mucho más cuando la persona tiene obesidad ya que se ve «forzado».
Por tanto el sobrepeso o la obesidad, estarían afectando indirectamente en la posibilidad de la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
Igualmente algunos estudios señalan que la presencia de cúmulos de grasa en las proximidades de las células madres del cerebro se relaciona con la enfermedad de Alzheimer.
Luego, en este caso, la relación entre el sobrepeso o la obesidad sería directa.
A pesar de las evidencias anteriores, existe una «constante» entre los pacientes con alzhéimer, y es su extrema delgadez, que puede llegar a ser «preocupante» para familiares y cuidadores.
Este último punto va en contra de todos los hallazgos científicos que relacionan la obesidad y el alzhéimer, algo que desconcierta a los investigadores.
Una posible explicación sería que las personas con sobrepeso u obesidad tuviesen más probabilidades de sufrir Alzheimer, pero a medida que esta va mostrando sus primeros síntomas, cambien dicha relación, es decir, se trataría de un detonante.
La explicación más habitual de la delgadez de los pacientes de Alzheimer, es que estos no se «acuerdan» de que si han comido, y por tanto no lo hacen.
Además la afectación a nivel neuronal podría afectar a las áreas que controlan las señales de necesidad de alimento, y por tanto el paciente no sentiría «la llamada del hambre».
Sea como fuere todavía está en discusión sobre el papel del «peso» en el alzhéimer.