Estudié Ciencias Políticas porque con mi pasión de adolescente (que todavía tengo) quería cambiar el mundo como tantos jóvenes que empiezan a vivir su vida de forma independiente.
Tomé esa decisión porque creía en la política como instrumento para que las personas puedan vivir en paz, felices y unidas. También porque tenía la convicción de que era una manera de solucionar las injusticias y, sobre todo, entender la sociedad.
Bueno, pues ayer estaba convencido de que la política había muerto.
¿Cómo es posible que un gobernante no pueda dialogar con las otras fuerzas políticas que tienen unos ideales diferentes a los nuestros, pero que tienen que considerarse igual de válidos? ¿Cómo es posible que nadie pueda ceder lo más mínimo en sus respectivas posiciones? Estos gobernantes no serían capaces ni de ser presidente de la comunidad en la serie Aquí no hay quien viva.
Todo lo que escribo en este artículo es opinable, ya que últimamente veo que mucha gente tiene otra escala de valores u otros sentimientos muy diferentes de los míos, con los cuales miran o intentan explicar todo lo que ha pasado.
No estoy en ningún bando, soy italiano y amo España desde el 2010, cuando tuve un flechazo con este fantástico país que me ha dado tantas satisfacciones. Entre otras, una familia.
Ambos bandos lo están haciendo fatal, el Gobierno catalán ha hecho una completa chapuza con este referéndum, empezando por nombrarlo unilateral. Además una consulta tenía que ofrecer más de una opción, no solo la república.
Pero tampoco estoy contento con el Gobierno central de Madrid que, con las últimas declaraciones, parece vivir en otro planeta, diciendo que no pasa nada, cuando hoy además ha habido una huelga y unas manifestaciones multitudinarias. El Gobierno no ha visto ni los síntomas de algo que se sabía iba a pasar y las alarmas ya habían sonado con fuerzas. Y ahora es demasiado tarde.
Pero, sobre todo, no ha sabido dar una respuesta a este «desafío» catalán contestando solo no, no es no, no, y otra vez no. Vaya respuesta sensata. ¿Dónde está la política? ¿Dónde está el diálogo? ¿Dónde está la negociación? ¿Dónde está la reflexión? Hay que ofrecer más que la fuerza del Estado o de la ley.
He analizado varias veces el comportamiento no verbal de Artur Mas o Puigdemont y Rajoy cuando los primeros han acudido a la Moncloa. En esas ocasiones, los apretones de manos se caracterizan por su distancia, cada uno mirando para otro lado. Rajoy no hace ni el esfuerzo de esperar a Artur Mas encima de las escaleras. Todo esto denota no solo una lejanía física, sino que se traduce en una lejanía psicológica y política. Pero también me pregunto por qué el señor Rajoy ha tardado cinco años en ir a Cataluña y ha sido necesario un atentado para romper semejante récord de ausencias.
Hoy he leído varios artículos donde algunos periodista intentaban justificar la carga policial durante el referéndum de Cataluña utilizando metáforas como esta: si saltas una valla de una propiedad privada, el perro seguramente te va a morder. No creo que el uso de la violencia sea la única fuerza que los cuerpos de seguridad del Estado tienen, pero el periodista decía más: que los policías no son filósofos y no utilizan la filosofía para su trabajo, porque lo suyo es la fuerza. Desde luego, las fuerza de seguridad del Estado tienen toda mi admiración, todo mi apoyo, y sigo formando a muchos de ellos, pero no creo personalmente que esas personas que estaban votando fuesen posibles violentos. Hay crímenes y crímenes: me imagino que la fuerza ejercida para parar un robo a mano armada es diferente a la fuerza para parar unos jóvenes que fuman porros.
Es que no tendríamos ni que preguntarnos si tenía que ir la policía, porque no tenía que ir. Me pregunto de qué sirve enviar a la policía con la gente si ya se sabía que referéndum era una farsa, que estaba mal hecho, que le habían requisado todas las papeletas, que le habían requisado las urnas, ¿qué sentido tiene si sabía que al final, aunque hubiera salido Sí, Rajoy no lo iban aceptar?
¿Por qué no han ido a negociar a Cataluña los representante del Gobierno?
Ahora me explican que los policías cumplen con la ley. Muy bien. Creo en la ley, creo en el orden del Estado, por supuesto, y que las leyes tienen que respetarse, pero también me comprenderán si les digo que las leyes no son un producto divino, como cuando Dios dio a Moisés los Diez Mandamientos. No son algo ya preestablecido, sino que son frutos del trabajo humano para reglamentar una determinada cosa. El derecho tiene que mirar los movimientos sociales, los cambios que hay en la sociedad e intentar ayudarlos para que estos sean reglamentados. Si hay un movimiento social que con fuerza está reclamando un reconocimiento, la ley tiene que ir hacia él, y es por eso que ahora mismo las leyes reflejan los cambios sociales, como el matrimonio homosexual, el aborto, el divorcio y todos las mutaciones sociales que han tenido lugar en loas últimas décadas. Se trata de comportamientos que antes eran considerados delictivos y sí, iba la policía.
Cuando en un Estado hay movimientos sociales que no tiene respuestas por parte del derecho o por parte del Gobierno, ese Estado ha fallado. Por mi parte, opino que el movimiento que quiere que el pueblo catalán sea consultado es un hecho y quien dice lo contrario vive en el mismo planeta de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. Hay un movimiento catalán que pide que sea escuchado: ¿no creemos que es la hora de modificar la ley para que sea consultado? ¿Estoy loco al emocionarme cuando veo amigos y familia que votan porque quieren implicarse en la decisión de su comunidad autónoma ya que no están contentos? ¿Soy un criminal si, al ver tanta violencia, tanta sangre, no me sale aplaudir y decir viva España, o decir que me han defendido, o gritar a por ellos?
Creo que cada uno tiene que entender que este movimiento no se va a parar y que todo ha sido empeorado. El diálogo tiene que ser la única llave, la única. La falta de diálogo está provocando una herida tan profunda que va a quedarse para toda la vida.
Aquí no hay que buscar vencedores y vencidos, no hay que jugar el juego de pero tú más, pero él más, pero ellos más. Cada persona tiene el derecho de sentirse de donde es y, si se siente solo catalán, no va a pasar nada.
La estrategia de Rajoy no funcionará si no entiende que las políticas no pueden ser a corto plazo y utilizando el diálogo, no con la policía para provocar una fractura en la sociedad.
Parlem, hablemos.