Aquellos que apostaron por una resolución rápida en la crisis de Qatar han perdido. Todos los que pensaban que los esfuerzos de la comunidad internacional ante Qatar serían fructíferos, se equivocaron. Tres meses después, la postura de Doha no ha cambiado, y es tan firme como lo era el 5 de junio. Desde el primer día nada ha cambiado.
El mensaje ha sido claro: si Qatar quiere restablecer lazos con el mundo árabe debe poner fin a sus relaciones con Irán, solo así se volverían a abrir las fronteras de los miembros del Consejo de Cooperación de los Países del Golfo para Qatar (CCPG). Todo lo que debe hacer Doha es implementar lo que fue escrito de puño y letra por el propio emir de Qatar en el Acuerdo de Riad de 2014. Sin embargo, Doha decidió hacer frente al boicot y fortalecer aun mas sus lazos con los jomeinistas.
Qatar optó por la confrontación, la intransigencia, la escalada y el fracaso en la implementación de lo que se le pidió de su posición para que la crisis termine rápidamente e incluso se pase por alto sus promesas a los Estados árabes sunitas. Sin embargo, eso no ocurrió y el tiempo no estuvo a favor de Doha. Así, pasaron tres meses sin alcanzarse avances positivos y tal vez pase un año o dos mas hasta que Qatar reaccione y comprenda que se ha convertido en el único Estado árabe aislado, y todos sus planes y su apuesta se hayan ido con el viento.
El canciller saudita Adel al-Jubeir dijo: «Está bien si la crisis de Qatar dura dos años». Los Estados que integran el boicot decidieron romper con las políticas de Qatar juzgándolas dañinas para la región. Doha niega que ello sea así, en consecuencia, la crisis no se resolverá fácilmente de la noche a la mañana.
Es claro que hábilmente y como ha hecho hasta ahora, Doha continuará dilatando el pedido de CCPG. Sólo el tiempo dirá cuándo Qatar se pronuncie en tal sentido.
El interrogante es: ¿se benefició Doha de esta crisis con las capitales árabes mas influyentes al negarse a cambiar sus políticas de cooperación con la Republica Islámica de Irán?
La respuesta es clara: No, no hubo ningún beneficio para Doha, menos aún cuando la crisis se acerca a los 100 días, aunque Qatar sigue viéndola como su principal causa política y económica. En contraste, los cuatro Estados del CCPG no han perdido nada ante la crisis y consideran que el tema Qatar ya no es primordial en su agenda. Qatar es más que bienvenido si decide cambiar su posición, pero si mantiene su postura y rechaza cumplir con sus compromisos, entonces es libre de hacerlo aunque permanecerá fuera del CCPG, con todo lo negativo que ello significa para Doha desde lo económico y social para su propio pueblo.
Hoy se puede decir que el mundo ha olvidado la crisis de Qatar. La controversia apareció en los titulares durante algún tiempo, pero luego los Estados árabes continuaron con sus negocios cuidando sus intereses. Los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania recorrieron la región para llevar a cabo misiones diplomáticas con los Estados aliados, y luego se fueron. No se hizo nada más.
Poco a poco, Qatar despertó ante una desagradable verdad y hoy esta enfrentando una crisis real de forma unilateral. No obstante, Doha tiene una cantidad de opciones para solucionar favorablemente la crisis, pero la demora o el recurrir a la ayuda occidental no están entre sus variables y eso no es positivo.
Las construcción de alianzas con Turquía e Irán no compensaron sus intereses. Incluso la maniobra de victimizacion ante el «bloqueo» no funcionó del todo. Más bien reveló la ingenuidad de Qatar presumiendo que el 35 por ciento del comercio de Oriente Medio pasa por su Estado aún durante la situación del «bloqueo».
En medio de la actual política del régimen catarí, parece que no hay esperanza de resolver la crisis en el corto plazo, todo indica que estamos ante una crisis prolongada. A veces, sólo el tiempo es capaz de resolver problemas complejos. Sin embargo, Qatar es la única parte dañada en este escenario, sus pérdidas están aumentando, y tal vez sean esas pérdidas las que instarán a Doha a cumplir con sus obligaciones regionales.