Entre lo popular y lo culto, esta sala, la más amplia del Museo, recoge en vitrinas muestras de cerámica que representan temas religiosos y populares, los famosos Barros Malagueños. Cubren una doble función. Por una parte, a través de las diferentes figuras, hay una representación de tipos populares, desde los más cotidianos hasta los más llamativos y tipificados. Mediante ellos se muestrean indumentarias, personajes populares y representaciones de fiestas del folclore local o nacional. Por otra, son una muestra del arte menos culto que se desenvolvió en la cuidad desde finales del siglo XVIII hasta primeros del XX.
Sin duda, por su calidad, son la colección estrella del Museo. Proceden de la compra realizada a Peter Winckworth, coleccionista inglés, y son la mejor representación del Romanticismo artístico en la cuidad.
Los antecedentes de este tipo de trabajos hay que encontrarlos en Nápoles, en el siglo XVIII y las figuras para belenes. En España, y en el mismo siglo, Murcia y Granada, sobre todo, desarrollan este arte. En Málaga comienza con los mismos objetivos a finales del siglo XVIII de mano de Salvador Gutiérrez de León, preferentemente de temática religiosa, aunque el populismo goyesco hizo recaer el interés por los tipos populares. Será con el Romanticismo cuando lo folclórico, lo popular y lo cotidiano, convertidos en tipos genéricos, tendrá un amplio desenvolvimiento.
En Málaga tuvieron un especial éxito por la autenticidad de su contenido, al estar hechos por escultores de sólida formación, alcanzando una amplia demanda por parte de viajeros, extranjeros especialmente, que buscaban la España de “pandereta”, perfectamente representada en los bandoleros a caballo, toreros, bailaoras y personajes del pueblo andaluz y malagueño en particular que reproducían esos barros, trabajados con una brillante y expresiva policromía.
Los principales artistas que trabajaron este género fueron la familia Gutiérrez de León: Salvador, el padre; Antonio, el hijo; Antonio, nieto y el mejor de los tres y el más propiamente romántico y José Vilchez, yerno del primero. Por otra parte los Cubero, menos escultores y más artesanos porque producían industrialmente y terminaban las figurillas al ser compradas, y Francisco Muzzo, italiano, que se especializó en asuntos taurinos.
La colección del Museo recoge temas de tauromaquia, bailes populares, tipos populares, belenes y temas religiosos.