La impresión 3D abarca todas las perspectivas posibles, desde la producción de tejidos y huesos, hasta comida y armas. Pero el último grito entre sus aplicaciones es la construcción de edificios y viviendas; es más, con esta técnica se abre la posibilidad de levantar residencias de bajo coste para llegar a los infinitos rascacielos, e incluso la oportunidad de conquistar suelos extraterrestres.
Las ventajas que supone la edificación 3D engloba, entre sus principales argumentos, ahorro de costes, mayor velocidad y calidad en los proyectos, reducción en el impacto ambiental, así como un incremento en la eficiencia de los recursos que emplea. A este respecto, la empresa china Winsun, pionera en el sector, logró hace tres años levantar 10 casas de casi 200 metros cuadrados cada una, a un precio de 4.500 euros, basándose en la nueva tecnología.
En un paso más avanzado, se podrían imprimir soluciones residenciales en zonas con grandes necesidades; es decir, sustituir las chabolas de medio planeta por casas sostenibles y más seguras. Según Areti Markopoulo, directora académica del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC), “pensamos mucho en llegar a sitios donde no hay recursos, como campos de refugiados o lugares de condiciones extremas como un desierto, y también ambientes urbanos tensos”. En concreto, la ONU calcula que unos 1.000 millones de personas viven en barrios de chabolas o favelas en todo el mundo, y que esa cifra llegará a triplicarse en el año 2050.
También Behrokh Khoshnevis, experto en impresión 3D, pone de manifiesto que “dada la rapidez de construcción y su fácil despliegue, podríamos usar esta técnica como método de respuesta a la necesidad de refugio en catástrofes naturales”.
Como resultado, y aunque aún no ha adquirido un verdadero papel protagonista para la industria, la impresión 3D es vista con buenos ojos desde algunas de las principales constructoras internacionales. Para José Daniel García, directivo de Acciona -una de las seis grandes españolas del sector- “esta innovación simplifica todo el proceso, te permite pasar directamente del diseño al objeto final”. Igualmente, pronostica que en menos de dos décadas cualquiera podrá reunirse con un arquitecto, diseñar la casa de sus sueños e imprimirla.
Otro de los puntos positivos a añadir en la impresión 3D es su capacidad para aprovechar los recursos naturales y presentes en el lugar de la obra, una funcionalidad que abre todo su potencial para implantar estructuras en el espacio intergaláctico, ya sea en la Luna o en Marte. En estos casos, se vería minimizado el tremendo esfuerzo que tiene que llevar a cabo el ser humano para realizar tareas en condiciones de baja gravedad y, a la vez, se podría recurrir a los componentes propios del satélite y del planeta sin tener que trasladar nada desde la Tierra.
En este sentido, habría que recordar que el pasado 20 de marzo la revista Nature publicó una investigación llevada a cabo por el Laboratorio de Ingeniería de Tejidos y Fabricación Aditiva (TEAM Lab, por sus siglas en inglés) de la Northwestern University de Illinois, en la que se lograba imprimir estructuras, herramientas y bloques para la construcción de edificios utilizando los sucedáneos de polvo lunar y marciano elaborados por la NASA.
Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) se ha asociado con el arquitecto Norman Foster, quien ha estudiado la creación de bases lunares con techos en cúpula en el cráter Shackleton, junto al polo sur lunar, donde la luz solar, y por lo tanto la energía, llega de forma casi permanente. De modo paralelo, otros informes han trabajado en la viabilidad de imprimir pistas de aterrizaje, carreteras, hangares y almacenes de combustible con materiales lunares.
Finalmente, la directora académica del IAAC plantea tres retos principales de la impresión 3D para llegar a extenderse, “siempre en paralelo a otras técnicas, tradicionales pero también innovadoras, como puede ser el uso del Internet de las Cosas, nuevos materiales como biopolímeros y nuevos métodos de análisis”. Además, cree que la legislación todavía tiene que adaptarse a estas últimas realidades y, en sus propios términos, “a medida que avance el proceso irán entrando más agentes importantes de la industria”.