El pasado jueves 6 de julio hubo un tiroteo en Gavà, Barcelona. Un hombre de mediana edad con barba y un arma larga abrió fuego hiriendo a dos policías. Esa sería a grandes rasgos la noticia.
¡Última hora!
El mismo jueves, al poco de ocurrir el tiroteo, empezaron publicarse noticias –ya eliminadas de sus respectivas webs- en las que se definía al asaltante como un «marroquí con un Kalashnikov» –aportación de La Gaceta, quien después cambió el cuerpo de texto, pero no la previsualización en redes del titular- o se aventuraba incluso un atentado yihadista. Poco después aparecieron noticias en las que se afirmaba que uno de los policías tiroteados había fallecido y mientras todo esto se publicaba, en Twitter se podían leer todo tipo de comentarios criminalizando a los musulmanes y emplazando a tomar medidas contra la inmigración.
La situación fue cambiando a medida que pasaron las horas; primero el policía fallecido pasó de estar gravemente herido a estar herido a secas, para alivio de su familia, a quienes seguramente no les tuvo que hacer ninguna gracia estar recibiendo prematuras noticias funestas por parte de la prensa. Al rato, mientras el agente sufría tras haber sido tiroteado y los medios le trataban como a un zombie, el autor de los disparos también iba sufriendo sus cambios; pasó de ser musulmán a gitano para después convertirse en Jordi Casas Cordero, veterinario. Por último el AK-47 se convirtió en un rifle de asalto que algún medio especificó como un Vz 58 sporter 222 Remington.
De trending a off topic
Nada más suceder, el tiroteo de Gavà se colocó inmediatamente en la lista de tendencias de Twitter. No era para menos, tras haber sido heridos dos policías con un fusil de asalto. Sin embargo, a cada nuevo giro de la prensa respecto a los acontecimientos, el interés generado por la noticia iba decreciendo y los puños en alto y las rabias se iban aplacando, como si lo sucedido fuese menos grave o si los disparos fuesen menos mortales por el simple hecho de no haberlos realizado un musulmán. Aun así, todavía se podía leer algún comentario maldiciendo a los «moros» por el ataque, pero éstos se iban desvaneciendo proporcionalmente a la aparición de nuevas informaciones. Al día siguiente la noticia quedó relegada a la sección de sucesos.
Anda…alégrame el día
La desinformación provocada por los medios en torno a esta noticia generó casi inmediatamente esa marabunta de comentarios pidiendo, en el mejor de los casos, leyes más duras contra la inmigración –estoy seguro que el lector podrá imaginar los peores-, casi como si estuviesen esperando un suceso de este tipo para reafirmarse en sus protestas contra los musulmanes.
Hoy los titulares han cambiado y casi todos los comentarios han sido borrados, pero con su precipitación, amarillismo y, en algunos casos, racismo, consiguieron formar ellos solos una noticia paralela a la que realmente había sucedido. Se creó un principio de alerta social en torno a un atentado yihadista inexistente por el simple hecho de no haber contrastado las informaciones que iban apareciendo.
Fact Check
Lo sucedido en Gavà pone de relevancia, por un lado, la importancia de contrastar información o fact check, como se dice últimamente. En la era de la información actual se hace más necesario que nunca, ya no solo por los medios de comunicación sino también por los ciudadanos, dado que las redes permiten divulgar rumores más rápido que nunca y su impacto puede llegar a tan ser imprevisible como un policía resucitado.
Por otro lado ha mostrado lo mucho que le queda a la sociedad para olvidarse de la palabra «racismo».