Edimburgo es uno de esos lugares cubiertos de intrigas truculentas que la convierten en un lugar rebosante de misterio. En Edimburgo, ciudad embrujada, ya adelantábamos algunos de los anales más conocidos de la ciudad.
En esta entrega nos proponemos seguir adentrándonos en los oscuros rincones de una de las capitales europeas que cuenta con más sucesos irresolutos de la Historia, característica que los escoceses han sabido aprovechar como atractivo para el turismo y que, en cierta medida, ayuda a comprender su bagaje cultural supersticioso y fetichista de lo lóbrego.
El gaitero solitario del Castillo de Edimburgo
Según la tradición, se cuenta que hace siglos fueron descubiertos unos túneles que conectaban el Castillo de Edimburgo, antigua fortaleza, con otras partes de la ciudad. Para investigar su recorrido fue enviado un joven gaitero tocando su instrumento, para así escuchar desde la superficie la melodía que fuese indicando su trayecto. En un momento dado, la música dejó de sonar, y a pesar de las búsquedas e intentos de rescate, nunca se llegó a dar con su cuerpo. Desde entonces, se cuenta que hay noches en que, mientras la ciudad descansa, una triste melodía emerge de las profundidades del Castillo: el fantasma del gaitero camina sin descanso buscando la salida.
Relativas al Castillo son muchas las historias. Hay otra que relata la existencia de un tamborilero sin cabeza que, supuestamente, ha sido visto en repetidas ocasiones, la primera de ellas en 1650, cuando el ejército de Oliver Cromwell se disponía a atacar la ciudadela. Según cuenta la leyenda, el decapitado cuerpo pertenece a un niño encargado de avisar con su tambor los ataques durante la guerra y perdió la cabeza de un cañonazo.
Deacon Brodie
La historia de William Brodie, conocido en Edimburgo como Deacon Brodie, además de ser una de las más populares de la ciudad, supuso fuente de inspiración para Robert Louis Stevenson y su obra El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Deacon Brodie fue un exitoso y respetado ebanista en la Edimburgo del siglo XVIII que, gracias a formar parte del Consejo Municipal, ser diácono de la Corporación de Artesanos y Masones, participar como jurado y la afamada reputación de su negocio, adquirió un estatus social que le hizo codearse con clases sociales superiores a la suya, por lo que comenzó a llevar un estilo de vida que no podía permitirse.
Gracias a su profesión, dedicada en parte a la manufactura de puertas y cancelas, y a ser uno de los principales artesanos de la ciudad, trabajó para los personajes más ricos de la ciudad, así que acabó haciendo copia de sus llaves para realizar hurtos y robos que tardarían poco en ser descubiertos. Deacon Brodie fue condenado a la horca y ejecutado en 1788 (en una horca que él mismo había diseñado el año anterior), pero se dice que sobornó al verdugo para que lo dieran por muerto y logró escapar, siendo visto años después en, según la versión, Londres o París.
Las criptas de South Bridge
South Bridge, construido en 1788, es una prolongación de North Bridge, el puente que une la ciudad vieja y la ciudad nueva de Edimburgo, aunque al estar constreñido entre edificios y tener los arcos tapiados por unas 120 criptas y cámaras subterráneas de diferentes niveles, no da la sensación de puente. En aquella época, los pasillos que unían las criptas hicieron las veces de calles de aquello para lo que no había cabida en la superficie, como comercios y tabernas, y con los años y su abandono acabó siendo el cobijo de las capas sociales más bajas y miserables. Hoy en día son muchos los tours que realizan un recorrido por este inframundo buscando huellas de vidas pasadas.
La inauguración misma del South Bridge cuenta con una anécdota un tanto siniestra, ya que para presentarlo se decidió que el habitante más longevo de la ciudad fuese quien cruzase el puente. La mala fortuna hizo que la anciana encargada de hacerlo falleciese justo antes de su paseo por el South Bridge, pero las autoridades decidieron que los planes iniciales siguieran llevándose a cabo, por lo que fue un féretro con su cadáver el encargado de inaugurar el South Bridge. Muchos habitantes tomaron este acontecimiento como un mal augurio, por lo que gran parte de la población, en lugar de cruzar el puente para pasar de una parte de la ciudad a otra, atravesaba Cowgate aunque supusiera un camino más largo.