En España, cada vez menos parejas apuestan por el matrimonio y, de hacerlo, escogen la vía civil. La sociedad española actual nada tiene que ver con la del año 2000, cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) registró la cifra más alta de matrimonios católicos, aproximadamente 160.000, un 75% del total.
Sin embargo, 16 años más tarde, la situación ha cambiado radicalmente. Durante el primer semestre de 2016, se registraron 68.560 matrimonios, según los últimos datos publicados por el INE, lo que supone un 2,7% menos respecto al año anterior. Del total de uniones, solo 15.204 fueron bodas católicas, frente a las casi 53.000 exclusivamente civiles, lo que representa apenas el 22,2 % de las bodas celebradas. El mínimo histórico. Ya solo son mayoría en una provincia: Jaén.
Atrás quedaron los registros de los primeros años de siglo, cuando el 75% de las bodas en España se consumaban en un altar. A Bárbara Monedero le da pena la última cifra conocida. "A la gente le da miedo el compromiso. Si te casas por la Iglesia y luego te separas, no solo le fallas a tu pareja y a ti, sino que también a Dios", comenta. Agrega que el factor económico también puede influir en la caída. "Una boda es algo muy caro, siempre hablamos con Alejandro de que nos casaríamos cuando los dos tuviésemos un trabajo estable". Monedero es abogada. Su esposo, de 29 años, trabaja en un banco.
En cualquier caso, desde la entrada en el nuevo siglo, el número de matrimonios formalizados experimenta una tendencia a la baja, y el de parejas que escogen recibir el sacramento por la Iglesia disminuye constantemente. De hecho, en 2010, el INE informaba que por primera vez en la historia de España el número de matrimonios civiles superaba al de los matrimonios católicos (94.993 frente a 80.174).
El sociólogo Alfonso Pérez-Agote, autor del libro Cambio religioso en España: los avatares de la secularización, atribuye la disminución de los matrimonios a dos grandes factores. El primero, la crisis económica. La tasa de paro entre la población joven de menos de 30 años es del 34,4%. "El paso de la juventud a la edad adulta se ha atrasado de los 25 a sobre los 30 años. Ahora cuando tienes novio no tienes trabajo, o vuelves a la casa de tus padres o estudias un máster porque no hay empleo", afirma. El segundo factor es que ha cambiado la cultura de la familia. "Hay jóvenes que dicen que el sacramento para toda la vida es la hipoteca, no el matrimonio". Pérez-Agote, de acuerdo con sus investigaciones, cree que estamos pasando por una tercera oleada de secularización. "Los jóvenes de hoy, son los hijos de los desinteresados en la religión, cuando piensan en casarse no piensan en la Iglesia, ya es algo muy lejano para ellos", concluye.
Evolución del número de matrimonios
No solo la Iglesia católica pierde interesados en casarse. La tendencia en general es a la baja. Durante el primer semestre de 2016 se registraron 68.560 matrimonios, tanto religiosos como civiles, según datos provisionales, lo que supone un descenso del 2,7% respecto al mismo periodo de 2015. Sin embargo, estas cifras esconden un segmento que parece cada vez más entusiasmado con la idea de formalizar su relación: los mayores de 60 años.
En el 2006, 3.402 personas de 60 años o más se casaron. Ni el 2% del total. En 2015, esta cifra alcanzó los 6.526, un menos insignificante 4% del total de cónyuges. Y es que con las separaciones y la esperanza de vida en aumento, parece que esta vez sí tiene sentido hacer cálculos, aunque se trate de amor.
Cuando Monedero decía que se casaba por la iglesia tampoco recibió comentarios con los que se sintiera discriminada. "Me miraban raro, como cuando digo que no puedo ir al aperitivo el domingo porque tengo que ir a misa", cuenta. La mayor sorpresa, reconoce, se la llevaba la gente cuando decía que no convivía con su novio. "Se extrañaban muchísimo, me decían 'ya verás que en el matrimonio cambian las personas' y cosas así". Sin embargo, en los cuatro años de noviazgo, habían veraneado muchas veces con las familias de cada uno, así que confiaban en que no habría sorpresas. "Y así ha sido", dice contenta un año y medio después de haber dicho acepto.
Pérez-Agote cree que la tendencia de los matrimonios civiles puede aumentar en el futuro, a medida que nazcan los hijos y haya personas que quieran regularizar su situación. Narra que, al inicio, el matrimonio era la legitimación de las relaciones sexuales: "Después se fue relajando mucho y se podía tener relaciones fuera del matrimonio, entonces la gente se empezaba a casar cuando tenía hijos. Pasó de ser una legitimación social de las relaciones a ser la legitimación de la procreación". Aunque deja abierta la ventana a que puede cambiar la tendencia, en el ámbito religioso lo ve más difícil: "Me da la impresión que la Iglesia católica está perdiendo el rumbo".
Por comunidades autónomas
El número de matrimonios creció en cinco comunidades autónomas y en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla durante el primer semestre de 2016. Las ciudades autónomas de Ceuta (24,6%) y Melilla (23,4%) y La Rioja (4,4%) registraron los mayores crecimientos del número de matrimonios. En el extremo opuesto, Galicia (–14,7%), Comunidad Foral de Navarra (–12,7%) y Comunidad de Madrid (–10,0%) registraron los mayores descensos.