La vida es un viaje y en él, a menudo, perdemos nuestro centro y nos encerramos en conflictos internos que nos desorientan y no nos dejan apreciar el sentido de ser, del mundo, de la naturaleza, de las plantas, de los animales y de la vida en general con todas sus infinitas manifestaciones y formas. Por este motivo, tenemos que reconstruirnos a través de experiencias guiadas y nuestra guía espiritual en este viaje puede ser un chamán, que conoce las técnicas y está en contacto con una realidad más profunda y su primer objetivo es sacarnos de nosotros mismos, levantarnos para que podamos vernos desde afuera y desde adentro, afrontando ese lado oculto que no queremos afrontar.
El chamanismo es un sistema de creencias que precede la religión y posee características animistas y panteístas, un lenguaje no institucionalizado, que tiene sus reglas y conceptos sin una estructura formal. En el mundo existen 21 lugares geográficos donde la cultura de los chamanes y sus tradiciones siguen vigentes y, en realidad, cada una de estas localidades nos permite vivir experiencias que rompen con la cotidianidad y nos ponen en contacto con una parte de nuestro ser que desconocemos, sea mediante alucinógenos o experiencias místicas o una combinación de ambas, para provocar estados especiales y llevarnos por un nuevo sendero, cuyo destino es tomar consciencia de nosotros mismos y el mundo circundante, saliéndonos completamente de nuestra realidad habitual. En ese sentido, la experiencia es un viaje en el viaje.
Hace años conocí a Pierre y, en realidad, no sé exactamente cuándo fue, pero hablo de unos 28 años atrás aproximadamente. Nos juntábamos casi todos los días, después de las largas jornadas en la oficina, y nuestros encuentros eran dedicados a discusiones de todos los tipos, a beber, comer, cantar y escuchar música. Nuestro grupo consistía en cantantes, pintores, artesanos y otras personas que se agregaban para pasar una noche diferente. Pierre siempre fue un exagerado en el más amplio sentido de la palabra y llevaba todo a un extremo insostenible, saliéndose de los límites y lo consensualmente definido como “habitual”. Pierre también experimentó con un cierto éxito con la pintura y sus obras reflejaban una búsqueda y ruptura con todo lo formal, como si intuitivamente estuviese ya al corriente de nuevas posibles realidades.
Años después, Pierre empezó a estudiar psicología y a menudo conversábamos de los temas que seguía en sus estudios. Hizo un curso de capitán de barco y obtuvo el permiso para navegar y durante su tiempo en la universidad trabajó, ocupándose de traducciones, de niños y adolescentes con problemas. Antes de terminar como psicólogo, por motivos que desconozco, se interesó por lo sobrenatural y, en particular, por la posesión, los rituales y técnicas que usaba la iglesia para “ayudar” a las personas poseídas y tuvo una relación estrecha con las autoridades eclesiásticas que se ocupan de exorcismo y demonios, confirmando nuevamente el deseo de entrar en una realidad más allá de la realidad.
En ese período nos frecuentamos menos, pero lo veía siempre interesando en estos temas y, sin que él lo dijese, se convirtió en un explorador de sí mismo y el mundo esotérico. Después, por unos años, dejamos de vernos, ya que me ausenté, y cuando retomamos nuestras conversaciones, Pierre había cambiado de interés y su preocupación principal pasó a ser el chamanismo. Pero no como un objeto de estudio distante y separado, sino como una experiencia para vivir. Su plan era y es el de visitar todos los lugares donde el chamanismo está presente a nivel mundial y vivir allí por meses hasta conocer y probar personalmente cada una de estas realidades y experiencias, sometiéndose a dosis de alucinógenos, a rituales y pruebas físicas que alejarían rápidamente a una persona menos fuerte y motivada.
Antes de iniciar su búsqueda exploratoria en el mundo de chamanismo, su experiencia en el campo del exorcismo se extendió a la psiquiatría tradicional, haciéndose internar voluntariamente en hospitales psiquiátricos por meses y una participación en muchas sectas, creencias y cultos, que incluyeron entre otras: masones, la iglesia de cienciologia, el budismo y hasta tocar centros de estudios de mecánica cuántica.
Recientemente, lo he vuelto a encontrar, después de su regreso de Mongolia, el noveno en una lista de 21 áreas donde está fuertemente presente el chamanismo, como: Mongolia, Siberia, pueblo Tuvá, Tsatan, Buriata y Kazajistán con la tradición oriental del chamanismo. Alaska, Groenlandia y Finlandia, estas tres últimas conforman en mundo Inuit. Perú, la Amazonia y Brasil con las tradiciones de la ayahuasca, entre otras. Pierre es casi un año menor que yo y ha visitado las Américas, África y Asia, viviendo estas experiencias, viajando por el mundo, por realidades culturales que muchos desconocen y también viajando por dentro de sí mismo, llevándose a los límites de la realidad y más allá, en su afán de descubrir y entender, usando métodos antropológicos fundados en la experiencia personal.
Al escucharlo, me decía que nuestra realidad interna está fragmentada sobre todo por el miedo y que, en esencia, el chamanismo es una técnica que busca la reunificación del ser humano no sólo consigo mismo, sino también con el mundo circundante y, en este sentido, el chamanismo es una terapia holística.
Yo lo observaba atentamente, mientras me hablaba, seguía sus gestos y tuve, por primera vez, la impresión que Pierre, con sus experiencias, estaba llegando a algo profundo. Él ha cambiado como persona, vive con más calma y sin todas esas preocupaciones que persiguen u acosan a la gente moderna. Ha tocado con sus manos situaciones extremas y sabe, por haberlas sobrevivido, que el valor de la vida es otro y que él ahora está más cerca y con menos ilusiones para ver las cosas y el mundo como son. Pierre ha abierto su tercer ojo, como diría un hinduista.
Entre sus tantos comentarios, me dijo que no temía a la pobreza, porque el valor de las cosas que conforman la riqueza es una fracción de su valor inicial y, en ese sentido, los ricos también son pobres y la esencia misma de la vida está más allá de lo material y, agregó tranquilamente, que tampoco temía a la muerte, porque la había visto de cerca y cada realidad vive la muerte a su manera. En algunas es un tabú, como aquí en occidente. En otras, un tema de todos los días, donde la gente elije la muerte como si esta fuese sólo una puerta siempre abierta por la cual pasar.
Su último viaje, en Mongolia, lo había confrontado con un aspecto importante de la vida, la rivalidad, la lucha entre enemigos, que son parte del mismo círculo vital, evidenciando el conflicto entre la independencia personal y la interdependencia con la naturaleza y la comunidad. La pregunta existencial es hasta qué límites y costos estamos dispuesto a insistir en nuestros objetivos personales y cuándo es mejor aceptar y ceder cuando estos objetivos entran en conflicto con otras personas y situaciones.
Las pruebas a las cuales Pierre se ha sometido en este viaje, sea en lucha personal o por la supervivencia, aún lo tienen marcado, pero ya se está preparando psíquica y físicamente para el próximo viaje, porque su búsqueda no tiene fin y sus logros personales han sido el creer más en sí mismo, la resiliencia, la reducción del miedo y la fuerza de carácter, que le permite continuar.
Quizás el chamanismo no sea una terapia, como la entendemos tradicionalmente, sino un puente hacia nuevas realidades, que nos hacen crecer y madurar. Pierre, como muchos, ha abandonado la zona de confort, pero también, ha cerrado la puerta para no volver atrás y entrar en ese espacio aún inexplorado donde la mitología, los rituales, la consciencia, la realidad y los sentimientos definen nuestra humanidad.
Sus palabras, para concluir el dialogo, fueron: ya no explico nada y he entendido lo que significa “mindfulness”, es decir, estar en el mundo completamente. No pretendo salvar el mundo ni la humanidad, soy adulto y lo único que puedo ofrecer es una relación responsable conmigo mismo, con los demás y el universo. Y mi objetivo, si puedo usar esta palabra, es mojarme un poco en ese sentimiento místico, que supera la humanidad y las personas y que Freud denominó sentimiento oceánico y que, en el lenguaje de nuestros días, llámanos resonancia o sentimiento cósmico, de donde nace la vida, el sentido y las formas más profundas de conocimientos, que nos hacen uno con la naturaleza y el universo.
El sentido de cada frontera es cruzarla,
el sentido de todo límite es superarlo
y el sentido de la libertad es vivir siempre
sin límites ni fronteras en un espacio abierto,
pero las barreras más difíciles son las nuestras
y la prisión más impenetrable es el pensamiento.Salió de todo sin penas
para entrar en sí mismo.
Se desvistió hasta la piel
para vestirse de humanidad.
Dejó atrás todas las sombras
para aceptarse como era.
Solo una creatura más,
entre otras miles creaturas
en un universo sin par.