Los trenes de montaña suizos son una obra maestra de ingeniería que surcan la cordillera alpina descubriéndonos a su paso las maravillas del paisaje. El color dominante es el verde de los valles y montañas y el blanco que forma la nieve a su paso. Turistas de todo el mundo viajan al techo de Europa para disfrutar del encanto de los ferrocarriles más espectaculares del mundo.
El ingeniero suizo Klaus Riggenbach llevaba varios años buscando un sistema que permitiera aumentar la adherencia de los trenes a la vía para que pudieran circular por las empinadas pendientes de los Alpes. Cuando el 21 de mayo de 1871 el tren de vapor creado por Riggenbach alcanzó la cima del mítico pico Rigi (a unos 1.800 metros de altitud) todos se quedaron maravillados. La cima de la “Reina de las Montañas” había sido conquistada y todos querían visitarla. Había nacido el primer tren de cremallera, una máquina capaz de escalar por vías con una pendiente superior al 6 por ciento. El escritor Mark Twain, el músico Richard Wagher, la Reina Victoria de Inglaterra o el Rey Juan Carlos I son algunos de los ilustres turistas que han visitado la cima de la montaña más famosa de la Suiza Central a bordo del ferrocarril escalador.
Hoy en día, el tren Rigi Staffel transporta unos 500.000 pasajeros al año en una excursión que incluye un trayecto en el ferrocarril de cremallera, en teleférico y en barco de vapor por el lago de Lucerna. Las panorámicas del trayecto incluyen unos 70 glaciales, 13 lagos, 17 ciudades, 40 pueblos y altos picos.
Los grandes expresos
Un paseo de 290 kilómetros a bordo del Glaciar Exprés nos permitirá cubrir el recorrido de Zermatt a St. Moritz en ocho mágicas horas. Es una ruta legendaria que este año ha estrenado nuevos vagones con techo vidriado, mucho más sigilosos que los de la previa generación y que ofrecen una panorámica inmejorable. El “tren rápido más lento del mundo” pasa por lugares tan hermosos como el cantón de Graübunden, los macizos del Gothard y del Alto-Valais y las gargantas de Ruinaulta a una velocidad de 36 kilómetros por hora. El ferrocarril utiliza el sistema de cremallera en los ascensos más empinados y cruza 291 puentes, pasa a través de 91 túneles y por el Paso Oberalp de 2.003 metros de altitud.
El Bernina Express es un tren panorámico que cruza los Alpes de norte a sur en dos horas y media y permite al viajero disfrutar de paisajes alpinos de alta montaña, galerías labradas en escarpadas rocas, puentes levadizos, glaciares, arroyos e incluso un jardín alpino. El tren tiene una serie de viaductos en herradura que giran sobre sí mismos de manera que en menos de 30 kilómetros consigue subir hasta el Paso de Bernina que está a una altura de 2.253 metros.
El BLS RegioExpress conecta algunas de las zonas más originales de Suiza. Parte de Berna (Declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO) y en 80 minutos nos lleva hasta la región de Emmental, conocida por su queso de enormes agujeros, y la región alpina de Entlebuch, en el cantón de Lucerna, declarada reserva de biosfera por la UNESCO.
El centro de Suiza
Al norte de Valais y al este de Berna, la capital suiza, se encuentra la región del Jungfrau, uno de los pocos lugares del mundo que cuenta con dos hermosos lagos alpinos -el Thun y el Brienz-. Visitar la estación de tren más alta de Europa es un espectáculo único y también caro. El ferrocarril de diente Jungfrau asciende a una altura de 3.454 metros y cuesta entre 100 y 140 euros, pero quienes lo han probado cuentan que no defrauda. El trayecto dura unos 45 minutos y se adentra en el túnel Grosser, de más de siete kilómetros de largo, ante el asombro de sus pasajeros que no dejan de estremecerse hasta que el ferrocarril llega a su destino, la estación de Eigerwand. El cremallera de Schynige Platte-Bahn-Bahn no es tan moderno como su conocido hermano, pero sube casi de un tirón 1.500 metros con locomotoras de más de un siglo de antigüedad. En poco más de siete kilómetros el tren conduce a sus viajeros al mirador de Schynige Platte, desde donde se puede disfrutar de una especie de invernadero con flora de la zona y hermosas flores. El jardín botánico ocupa más de 8.000 m2 y tiene hasta 500 variedades de plantas. Subir a la cumbre a pie es fácil si no se padece de vértigo y allí -a 2.076 metros de altitud- nos espera la majestuosidad de Jungfrau, la ciudad de Interlaken y los lagos de Tuhn y Brienz.
El Expresso Guillermo Tell – Wilhelm Tell Express-, conecta la Suiza central con el encantador Ticino Italiánico, en el sur de país. El recorrido comienza con un viaje en un barco antiguo de vapor a ruedas por el Lago de Los Cuatro Cantones hasta Flüelen. Una vez allí, el tren panorámico nos lleva al Ticino pasando por el famoso túnel de San Gotardo -de 15 kilómetros de largo-.
La línea del Mont Blanc Express tiene su punto de partida en Martigny y asciende a alturas increíbles hacia Chamonix en Francia cruzando la garganta de Trient. En su recorrido llega hasta Granges-sur-Salvan, junto a la frontera con Italia, lugar donde el italiano Guglielmo Marconi realizó con éxito las pruebas de su telégrafo sin hilos. Unos minutos más tarde, se adentra en Les Marécottes, conocido por su zoo alpino en el que osos, lobos y otras especies salvajes conviven en un espacio de 35.000 m2. Frondosos bosques y bellas villas guían al viajero hasta el glaciar de Mont Blanc, el pico más alto de Europa.
Famosos y chocolate
La estación de Gstaad está situada en el suroeste de Suiza y a pocos kilómetros de la frontera francesa, en la región de Overlan-Bernois. Es uno de los mejores lugares del mundo para encontrar famosos practicando esquí o disfrutando de un merecido descanso en uno de sus numerosos chalets de lujo. Algunos miembros de la familia Grimaldi de Mónaco, Pierce Brosnam, Claudia Schiffer y el Príncipe Carlos de Inglaterra, entre otros, se dejan ver por allí. El Golden Pass Panorámico parte de Lucerna y cruza el Brünig Pass camino de Interlaken, desde donde nos lleva hasta el lugar predilecto de la “jet set” mundial. Acto seguido, el ferrocarril desciende a una velocidad de vértigo hacia Montreux. Desde allí podemos coger el Tren del Chocolate que combina el placer de viajar con el de saborear chocolate suizo, concretamente de la marca Nestlé-Caillers que es quien gestiona el recorrido. A bordo de uno de sus vagones Pullman de la “Belle Epoque”, podremos disfrutar de una degustación mientras contemplamos las increíbles vistas de los viñedos de Montreaux. El tren para al llegar al pueblo medieval de Gruyères para hacer una visita a su fábrica de queso antes de iniciar el viaje de retorno.
Los ingenieros suizos se han hecho expertos en la construcción de maravillas técnicas que parecían inalcanzables y gastan cada año millones en el mantenimiento de su obra. La montaña devora puentes, tendidos de cables y protecciones contra aludes pero quienes han visitado su corazón a bordo de un ferrocarril aseguran que todos los gastos merecen la pena.