En la blogosfera podemos encontrar multitud de bitácoras en las que mujeres hablan sobre maternidad y crianza, pero no vemos a tantos hombres desnudando su paternidad. Por eso, leer a Armando Bastida resulta tan interesante.
Enfermero de pediatría y padre de tres hijos, Armando escribe acerca de su propio modo de entender la crianza, ofreciendo también información de calidad sobre salud maternal e infantil, lo que le ha convertido probablemente en uno de los blogueros más influyentes en esta temática. Pero si algo le hace destacar es la extraordinaria sensibilidad que muestra hacia las mujeres en su condición de madres.
En cada uno de sus posts, ofrece una empatía, comprensión y defensa de la mujer que no son fáciles de encontrar. Probablemente por eso, su número de seguidoras en redes sociales y las lectoras de su blog no paran de crecer.
Pero hoy queremos hablar con él sobre los hombres, los padres. Porque en crianza se da un obvio protagonismo a las mujeres pero, muchas veces, el papel que ellos desempeñan pasa más desapercibido. Y quizá destacar su importancia sea clave para lograr mejores políticas de conciliación y más igualdad en el reparto de responsabilidades.
Está claro que las mujeres vivimos muy mal el tema de la conciliación, pero ¿cómo crees que lo hacen los papás?
Los papás lo tenemos un poco diferente, porque normalmente no somos los cuidadores principales de los bebés. Si lo fuéramos, si nada más nacer el bebé su alimento, seguridad, cobijo, calor y felicidad dependieran sobre todo de nuestros cuidados, te aseguro que lo llevaríamos mucho peor. Nos quejaríamos como mínimo lo mismo que las madres, porque a las 16 semanas veríamos que el tiempo es totalmente insuficiente y que el bebé sigue siendo totalmente dependiente de nuestros cuidados. Es más, en muchos casos explicaríamos algo que es muy normal que suceda: "no es solo que lo considere pequeño para que lo cuide otra persona, es que no quiero dejarlo todavía".
Pero no es el caso. Los hombres no somos los cuidadores principales, así que somos el cuidador secundario que apoya al principal. Somos el papá que apoya a la mamá en lo que podemos, que cogemos al bebé para que ella pueda ducharse, que lo sujetamos un rato para que pueda hacer lo que tenga que hacer, hasta que llora, pide teta otra vez y decimos aquello de "cariño, perdona pero es que... no me quiere a mí, te quiere a ti. Parece que te busca". Y cuando se nos acaba la baja a las dos semanas nos vamos a trabajar porque no nos queda otra, sabedores de que el bebé está en buenas manos porque está con mamá.
Diría que nuestro papel es de apoyo. Claro que cuidamos al bebé, y apoyamos a la madre en una época que es complicada para todos, porque pasamos de pareja a familia, pero lo de la conciliación creo que no es un tema que a la mayoría de padres preocupe mucho precisamente por eso, porque ya está mamá con el bebé (quizás deberíamos luchar más por conseguir bajas más largas para ellas y más largas para nosotros, pero me da la sensación de que no es algo que preocupe demasiado a los hombres).
A los padres se les suele otorgar un papel secundario en la crianza. ¿Crees que en general están cómodos con ello o por el contrario reclaman más protagonismo?
Salvo que haya un acuerdo tácito entre madre y padre, en plan: "tú cuidarás del bebé (hombre) y yo iré a trabajar (mujer)", lo habitual es que la madre sea la que pase más tiempo con el bebé y el padre quien menos. Esto crea una relación de dependencia del bebé hacia la madre. Se establece el vínculo por el cual el recién nacido se siente seguro, sobre todo si está con ella. Esto nos deja inevitablemente en un papel secundario, que asumimos con naturalidad y al que nos vamos adaptando poco a poco.
Creo que cada vez hay más hombres que reclaman protagonismo en el cuidado de los bebés. Se les llama "padres conscientes" o similar. Padres involucrados en el cuidado y educación de sus hijos. Y así debe ser porque así ha sido siempre, excepto en las últimas décadas cuando desaparecimos de los hogares para trabajar, como si no hubiera un mañana, en pro del capitalismo.
Seguro que muchos están la mar de cómodos: "ya se encarga ella", y algunos incluso lo hacen porque ellas apenas les dejan: "no lo hagas así", "así tampoco", "deberías haberlo hecho de este otro modo", "para que lo hagas así, ya lo hago yo". Pero sí, muchos están en ese proceso de participar en el cuidado de su hijo. Lo que pasa es que no deja de ser un papel secundario y simplemente quedamos a la espera de que el bebé vaya aceptando cada vez más estar con nosotros (un exceso de protagonismo por nuestra parte podría ser contraproducente si el bebé no lo lleva bien, porque no debemos sustituir a la madre, sino ser un complemento).
Además, el papel secundario se ha documentado incluso al analizar el cerebro de la madre y el del padre. En las mujeres se activan zonas del cerebro que responden a preocupación, responsabilidad, etc; mientras que en el hombre es más una cuestión de empatía. Digamos que la madre atiende al bebé porque "siente" que sufre, mientras el padre lo atiende porque "sabe" que sufre.
¿Qué podemos hacer las madres para darles más espacio en la crianza de los hijos?
Pues supongo que eso mismo: dar más espacio a los padres. Si el padre está en plan "ya lo haces tú", se le puede forzar un poco a estar con el niño... que lo coja en brazos, que lo tenga piel con piel, que empiece a ver que tiene que hacer algo para que esté tranquilo, que se duerma en sus brazos y empiece a sentir que lo cuida, que le está dando bienestar... eso tiende a ablandar bastante los corazones y empieza a vincular a padres y bebés.
Si es una cuestión más de que el padre no hace demasiado porque la madre prefiere hacerlo ella... pues es cosa de ella. Que empiece a confiar, que empiece a delegar y que empiece a relativizar. Seguro que los padres no lo hacen igual que ellas, seguro que ellas lo hacen mejor para su gusto... que los padres tendemos a pasar cosas por alto y ser un poco más simples... hay hasta estudios que demuestran que los padres tardamos menos en cambiar un pañal.
Pero eso no quiere decir que lo hagamos siempre mal, sino quizás diferente. Si de verdad lo hacemos mal, pues pueden estar a nuestro lado para ayudarnos... con cariño, sin reprimendas, con paciencia. Para nosotros lo de cuidar de un bebé es muy nuevo, y de pequeños apenas nos dejaban jugar con muñecas, así que ni siquiera tenemos ese "entrenamiento".
¿Qué singularidades crees que aporta la crianza paterna que no aporta la materna?
Es otra manera de cuidar... obviamente no siempre se puede generalizar, que hay padres más preocupados y madres no tanto, pero la tendencia parece mostrar que los padres suelen cuidar de un modo un poco más despreocupado, un poco más "salvaje", con juegos más físicos, y según dicen algunos estudios, con un lenguaje que tiene menos en cuenta los conocimientos de sus hijos y les ayuda a aprender nuevas palabras. Las madres, por contra, parece que intentan hacerse entender y condicionan sus mensajes a las palabras que el hijo ya conoce, y su juego es más calmado, más tranquilo, más de pensar, de hablar, de habilidades de psicomotricidad fina, etc.
Esto quiere decir que para un niño es muy enriquecedor tanto el papel de la madre como el del padre, porque sería como si uno complementara al otro: las madres interviniendo en el juego más tranquilo y los padres interviniendo en el juego más físico... y los niños tienen momentos de todo: tienen momentos en que buscan la calma y los juegos sentados, y momentos en que necesitan moverse y quemar energía (pero ya digo, que hay madres muy salvajes también y padres muy calmados).
¿Crees que los padres se enfrentan a los mismos miedos, las mismas inseguridades o las mismas dudas que las madres a la hora de criar o existen diferencias al respecto?
Por la diferencia de roles seguro que hay diferencias. La responsabilidad de saber que tu bebé depende exclusivamente de ti provoca muchos más miedos que si, como hombre, sabes que sobre todo depende de ella. Además está la manera de cada persona de vivirlo. Las mujeres tienden a sentirse más culpables por ciertas cosas: si el bebé llora, si duerme poco, si parece que no gana mucho peso, si... enseguida piensan que es por algo que han hecho o han dejado de hacer. Los hombres no tienen tanto ese sentimiento de que todo lo que le pasa al niño depende de su modo de hacer.
Una vez los niños crecen la cosa se iguala bastante, porque más que criar cubriendo necesidades básicas, padres y madres se dedican a educar, y ahí es cuando aparecen los debates sobre si es mejor castigar o no hacerlo, si hay que ser más rígido o no con el bebé, si se puede o no hacer uso de técnicas conductistas, si es mejor ser relativamente democrático o más bien autoritario, etc.
¿En qué punto crees que nos encontramos en el camino hacia una mayor igualdad en el cuidado y crianza de los hijos?
Más cerca de la igualdad, pero muy lejos aún. En una generación se ha eliminado en muchas familias la figura del padre cuya única obligación es trabajar y no hacer nada por los hijos más que llegar por la tarde para castigar y reprender. Ahora los padres no quieren ser esa figura, quieren que sus hijos los vean como alguien más amable, responsable... quieren pasar tiempo con sus hijos y quieren ser un referente, un ejemplo. Aquella persona que en muchas casas muchos hombres no tuvieron.
Pero aún estamos muy lejos porque las políticas de conciliación no son igualitarias, porque la sociedad aún trata diferente a hombres y mujeres... Si el niño se pone malo en el cole, a quién llaman, ¿a la madre o al padre? Y como trabajador... ¿es más habitual dejar que vaya a por el niño enfermo la mujer o el hombre? ¿Alguien conoce a un hombre que se haya cogido una excedencia por cuidar de su hijo? Sí, alguno hay, pero son una minoría. En gran parte responde a lo que he comentado antes, que las madres son las cuidadoras principales del bebé y en consecuencia siguen luego al cuidado de los hijos... pero hay países que contemplan una baja extensa del padre después de la de la madre, cuando el niño ya no es tan dependiente de ella. Esto sería genial para que los hombres también se implicaran en el cuidado de los hijos, pasaran tiempo con ellos y fueran mejores cuidadores y educadores.
Vamos, que creo que aún falta una generación más para que empecemos a considerar que estamos cerca de esa igualdad. Es posible que nuestros hijos tengan más consideración por todo esto y sean más capaces de entender que hombres y mujeres pueden cuidar y criar a sus hijos con las mismas oportunidades y derechos.