Los barrios de las ciudades más modernas del planeta apuestan por una recuperación de lo antiguo, tanto en la moda, la decoración, la gastronomía, incluso en los hábitos y costumbres.
Nos orgullece encontrar un vestido en una tienda vintage de los años cincuenta que aún sigue en buen estado y combinarlo con unas botas de cowboy que hacía años que no nos poníamos. O restaurar un mueble antiguo de finales de siglo que hemos encontrado al lado del contenedor de nuestra casa. A la hora de movernos por nuestra ciudad, preferimos ir en bicicleta, y a poder ser que tenga un toque muy retro. Todo esto es tendencia, aparte de convertirnos en personas más respetuosas con el medio ambiente.
La gastronomía sigue también esta predilección de recuperación de lo antiguo, como por ejemplo comer los típicos platos de cuchara que hacían nuestras abuelas. Comprar productos más ecológicos y menos manipulados. Elaborar nuestras propias recetas con productos naturales.
Los jóvenes vuelven a juntarse los domingos para tomar el vermut en las típicas bodegas de los años cuarenta y cincuenta. Empresarios de la hostelería apuestan por la recuperación de este tipo de bares, o bien convierten lugares siguiendo con esta línea estética, apostando por las costumbres de antaño. Surge un movimiento neobodeguero. Los barrios más trendy de las ciudades ofrecen cada vez más este tipo de establecimientos que nos devuelven a nuestras raíces.
Dentro de este marco, se rescatan artilugios que de alguna manera habían caído en desuso, como el porrón. Un recipiente para compartir, especialmente vino, muy utilizado en eventos populares y guateques. Los pioneros en la recuperación de este instrumento tan auténtico que marcó historia son los miembros de la familia de vinos Porrón Molón. Hacen un homenaje al porrón de toda la vida, pero dotándolo de esta modernidad que se vincula con las palabras del momento: “lo vintage” y “lo hipster”. La recuperación de un producto, el porrón de vidrio de siempre, pero con mejoras. Estas mejoras van vinculadas a que la experiencia de beber en porrón sea más limpia, precisa y fácil. Cuenta con un corta gotas para poder controlar el chorro y evitar las temidas manchas. Está fabricado en cerámica de gres, con un proceso meticuloso y artesanal. Es decir, no se trata de una fabricación industrial en línea, sino que un artesano fabrica el molde y éste pasa a manos de un ceramista. Un proceso lento y minucioso, de ahí su encanto. Tiene también un tapón de corcho y una punta extraíble para que sea más fácil limpiarlo y para reutilizarlo también como decantador. Con un material opaco que conserva mejor la temperatura del vino. Un producto típicamente mediterráneo que continúa con la tradición y la cultura del compartir.
Esta tendencia va para largo y se extiende en todos los ámbitos porque tiene este encanto tan especial, es el sabor de lo antiguo.