Carne(t) de identidad… carne, porque una medida como esta abre la puerta a que sean los prejuicios los que definan lo que somos y el riesgo que parecemos tener ante la mirada de otro, negando a la persona. Carne porque una medida como esta se plantea aplicar bajo el criterio de personas que han crecido en un entorno donde los prejuicios y estereotipos abundan y remplazan la identidad de las personas, un entorno donde la discriminación por imagen o clase social campa a sus anchas, donde el dime cómo te ves y así te trataré es un hábito, un país donde incluso las personas más humildes de Chile- el mismo origen del que vienen la mayoría de las personas que hoy son carabineros- viven diariamente discriminación, rechazo y/o desconfianza por tener determinadas características. Carne porque alguien que en su historia ha sido discriminado y minusvalorado y a su vez sin educación en buen trato, sin educación ni trabajo en prejuicios y estereotipos, posiblemente se convertirá en un medio desde el poder y para el poder, a partir de sus propios vacíos y heridas emocionales.
“Dejar a criterio de” significa correr el riesgo de que desde la posición de poder algunos encuentren el camino para resolver sus conflictos, pero también significa correr el riesgo de que sea carne de identidad cualquiera que parezca no encajar en el ideal construido de la imagen que debe tener un “buen ciudadano”. Será carne de identidad cualquiera que cuestione el statu quo y pueda representar una amenaza a lo normativo aún cuando lo normativo hoy por hoy parece proteger por momentos al 1% de nuestro país.
En silencio y de forma reflexiva, observo como comienzan a levantarse argumentos que hablan de que aquellos que se oponen a una medida como esta están poniendo trabas a la justicia, acompañando este argumento con levantamiento de lecturas simplistas como el “quien nada hace nada teme” para justificar la aplicación de una medida como esta. Yo nada hago y nada temo pero ¿es esta es la forma de aportar “seguridad” a nuestro país?, ¿es esto lo mejor que se nos ocurre?, ¿seguiremos replicando medidas que han demostrado ser un fracaso y una bala a la percepción de comunidad, a los lazos sociales y a las personas? Si hablamos de justicia, me encantaría que en vez de seguir sacando medidas de este tipo alineadas al modelo neoliberal, que vuelven a plantear un locus de control externo en la población y alimentan la política del terror, separatismo y miedo al igual, se preocuparan de cortar la desigualdad y prevenir el maltrato en Chile porque eso si es una amenaza, no solo es caldo de cultivo para la delincuencia sino que también sirve de abono para la política del terror que da como resultado que un porcentaje alto de la población termine apoyando estas iniciativas y otros comiencen a creer que cualquiera puede hacerte daño fraccionando una vez más los vínculos y la capacidad de relación del ser humano ahora en lo público.
¿Caldo de cultivo para prejuicios y estereotipos? Pero también ¿caldo desde la propia exclusión de quienes alguna vez así pudieron sentirse, caldo de violencia, si no pudieron resolver esa exclusión sanando sus heridas? Rotundamente sí, porque hablamos de violencia en el momento en que la neurociencia plantea que en las personas que son excluidas se enciende la misma zona que cuando alguien nos pega un golpe físico. Hablamos de violencia y de perpetuación de la misma en el momento en que comprendemos que la expresión de abuso y violencia guarda relación con la falta de educación emocional, en el momento en que comprendemos que la perpetuación de la violencia social y la violencia desde una posición de poder tienen que ver con la historia de violencia que traemos sin resolver desde nuestra propia biografía individual, y en este sentido recuerdo las palabras de Arno Gruen: “La negación del dolor conduce durante toda la vida a buscar el dolor fuera de si mismo infligiendo sufrimiento a otros…”. Por todo esto, no es argumento dejarlo a “criterio de” como tampoco hacernos los ciegos ante el historial de abusos de poder que desde la institucionalidad hoy se hacen evidentes con todo lo que se está destapando en nuestro país, cuando sabemos los riesgos que corremos y consideramos todas estas negaciones que planteo vinculadas a la forma en que se estructura nuestra sociedad y desde dónde se estructura.
No tengo dudas de que una política de este tipo se prestará para abusos y será otra forma de control de la ciudadanía en vez de reparar donde hay que hacerlo, y en este sentido afirmo que el día que Chile tenga una política real de reinserción como también intervenciones profundas a nivel educativo y comunicacional con respecto a los prejuicios y estereotipos, el día que Chile tenga una educación que fomenta los vínculos sanos como base de una sociedad igualitaria y de respeto a las personas y a nuestro si mismo, el día que Chile tenga una cultura de buen trato hacia lo humano, veamos y volvamos a hablar de si esta es solución y si hace falta una medida tan burda como esta… Porque, hoy por hoy, veo como la palabra seguridad puede estar siendo una tapadera para el control político y social de la ciudadanía.
Si aún luego de leer todo esto crees que una iniciativa como esta no se prestara para abusos y si esto ocurre sólo será algo minoritario... te invito a mirar un poco hacia fuera y ver los efectos que han tenido en otros países medidas como las que aquí se comentan y más en entornos de turbulencia social como los que vienen para nuestro país.
Sin cortarme, pienso que es fácil y funcional plantear medidas de este tipo. ¿Dudas? Te invito a leer a Foucault para dar la vuelta a este mundo que nos pintan, porque lamentablemente en Chile los medios de comunicación parecieran ser percibidos como más validos a nivel argumental que los libros y la capacidad reflexiva del ser humano. Quiero creer que los carabineros de nuestro país tendrán la inteligencia suficiente como para entender que hoy son un medio, pero que también pueden ser un motor de cambio si son capaces de evaluar contra qué libertades atenta esta política y le toman el peso a la relación que existe entre la delincuencia y la desigualdad en nuestro país. Ilusa, me dirán algunos. Y sí, puede ser que lo sea. Y si lo soy es porque aún conservo la esperanza en el ser humano, porque aun con los discursos que los convierten en chivos emisarios siguen siendo personas, personas que pueden ser conscientes de las diferencias que existen en nuestra sociedad… como aquel carabinero que un día me dijo en la Plaza de la Ciudanía frente a la Moneda “Ojala llegue un día en que seamos todos iguales” cuando le hable de por qué estábamos desarrollando el proyecto Humanizate. Guardo una esperanza y, como la guardo, es a ellos a quienes les recomiendo -como a todos los que apoyan esta medida- leer un libro que hoy debería ser nuestra lectura de cabecera, de tarde y de noche, si queremos un mundo donde el bienestar humano comience a ser algo real: Es posible un mundo sin guerras: El dolor como origen de la violencia de Arno Gruen.
Si escribo este artículo es porque este no es el Chile ni el mundo que quiero, y ante lo que observo y con los que respecta a mi país, una vez más, con esta medida vuelvo a preguntarme dónde queda el articulo 1 de nuestra constitución, porque no veo un cambio de fondo, veo que seguimos la misma línea de quedarnos en un paradigma que huele a involución…
…Puro Chile es tu cielo azulado canto… pero ya no lo quiero copia, lo quiero en origen. Lo quiero en Identidad no en Carne(T) de identidad.
Pd: Invito a que otros ayuden a levantar y explicar el por qué del apego a lo normativo y su relación con los modelos de crianza autoritarios. Creo que los psicoanalistas tendrán mucho que decir sobre esto.