El baloncesto es para muchos un estilo de vida. Es difícil nacer junto a él y separarte años más tarde. Lo saben los que lo han vivido desde pequeños, asistiendo a cada encuentro con su familia, apoyando a su equipo en el pabellón, calentándose la garganta animando a sus jugadores año tras año. Es difícil explicar este sentimiento de pertenencia, ese placer que te provoca el deporte, tanto verlo como practicarlo. Muchos niños y niñas, cada vez más, se animan a jugar a este deporte que entiende de compañerismo y de unión. Un juego, tal y como lo creó su inventor, en el que se necesitan unos a otros y en el que se aprende a compartir, lejos del egoísmo, a lo que te enseña la vida por otro lado.
El inventor de este deporte que hoy practican millones de personas en todo el mundo fue James Adam Naismith, un profesor de educación física entre otras cosas, que nació el 6 de noviembre de 1861 en la provincia de Ontario (Canadá). Se quedó huérfano a los 9 años (sus padres fallecieron en 1870 por fiebres tifoideas), por lo que pasó gran parte de su niñez con su abuela materna y su tío. A los 15 años dejó la escuela para trabajar en la granja familiar y en los bosques tallando árboles, lo que le hizo desarrollar una fuerza que le valdría años más tarde para ingresar en el equipo de rugby de la escuela.
Este joven creador del basketball regresó con 20 años al estudio, dejando atrás el duro trabajo de campo, para cursar secundaria (junto a alumnos de 14 años) y se dedicó al sacerdocio, donde curiosamente descubrió el rugby. Años más tarde decidió abandonar el sacerdocio y en 1890 se integró en el Y.M.C.A (Young Men Christian Association) donde desarrollaría el futuro deporte: el baloncesto.
Se formó en las universidades de Montreal y Colorado y se doctoró en medicina con tan solo 27 años (en 1888 obtuvo el título en la Universidad de Denver), convirtiéndose más tarde en director de educación física en la Universidad Mc Gil entre 1887 y 1890. En 1892 pasó a dedicarse a la formación y se convirtió en profesor de Training School en Springfield, Massachusetts. Fue aquí donde nació el basketball, entre finales de 1891 y principios de 1892.
El director de educación física de aquella escuela (YMCA), el Dr. Luther Halsey Gulick, le dio instrucciones al profesor Naismith para que inventase un nuevo juego en el que los 18 alumnos de la clase se mantuvieran en forma durante el invierno. Un deporte que se pudiera realizar en el gimnasio entre las temporadas de fútbol americano y béisbol, para que los jugadores de ambos equipos no estuvieran mucho tiempo parados y no perdieran su forma física. Los alumnos de este instituto eran jóvenes misioneros que debían marcharse a trabajar al extranjero y afrontar enfermedades como las fiebres tifoideas y la fiebre amarilla.
El profesor se basó en un juego de la infancia llamado “el pato sobre la roca”, que consistía en derribar una pequeña piedra que estaba situada encima de otra más grande. Si fallaban, debían repetir desde donde había caído la piedra, y de aquí nació la idea de lanzar en forma de parábola.
Todo comenzó con dos cajas de unos 45 centímetros situadas a ambos lados de la pista -a tres metros de altura- en el gimnasio donde habitualmente los niños practicaban deporte. Naismith ordenó a sus alumnos que se pasaran la pelota y encestaran dentro de la caja y esa misma noche. en su casa, comenzó a redactar las normas. Lo que buscaba era crear una actividad deportiva que se pudiera realizar bajo techo y que requiriese más destreza que contacto físico. Lo llamó rugby interior.
Las 13 reglas del nuevo juego fueron puestas la mañana del 21 de diciembre de 1891 en el tablón del gimnasio. Los primeros encuentros de aquella época en nada se parecen a los de hoy, principalmente porque había 18 jugadores en pista, nueve en cada equipo (3 defensores, 3 medios y 3 atacantes).
El primer partido de la historia se jugó en el gimnasio de School for Christian Workers (YMCA), con un marcador más propio de un partido de fútbol. 1-0 con canasta de William R. Chase, que anotó desde una distancia de ocho metros.
En el partido se utilizaron dos cestas de recoger melocotones, que se colocaron al nivel de las barandillas de aquella pista de atletismo donde entrenaban los alumnos, dándose la casualidad que estaba a tres metros de altura, medida que se respeta actualmente.
En aquel primer partido, el conserje de la escuela, Pop Stebbins, fue el encargado de subirse a una escalera para recoger la pelota de dentro de la cesta. El balón utilizado fue una pelota de soccer. Más tarde, el propio Naismith encargaría la pelota oficial y en 1894 se le encargó a AG Spalding que fabricara un balón específico para jugar al baloncesto.
El partido fue un poco anárquico, ya que todavía no se conocían las reglas y nadie respetaba las posiciones, defendiendo y atacando a la vez. Pero fue un éxito total y en tan solo unos días el gimnasio de Springfield se llenaba de jóvenes curiosos que querían aprender el nuevo deporte.
Los jugadores del primer partido fueron: Lyman W. Archibald, William R. Chase, William H. Davis, Eugene S. Libby, F. G. Macdonald, Frank Mahan, T. Duncan Patton, Edwin P. Ruggles, John G. Thompson, Franklin Everets Barnes, Wilbert Franklin Carey, George Edward Day, Benjamin Snell French, Henry Gelan, Ernest Gotthold Hildner, Genzaburo Ishikawa , Raymond Pimlott Kaighn y George Radford Weller.
De esta escuela salió uno de los mejores jugadores del mundo en EE.UU, Frank Mahan. Este jugador fue el que inventó la palabra “baloncesto”. Primero dijo que debería llamarse Naismith Ball en honor al profesor que inventó el deporte, pero a este no le gustó y finalmente se le llamó basketball por la cesta de melocotones (basket) y la pelota (ball).
El primer partido oficial de baloncesto
Por lo tanto, el 11 de Marzo de 1892 a las 17:15 de la tarde se abrían las puertas del gimnasio Armory Hill de Springfield con un total de 200 personas para presenciar el primer partido oficial de baloncesto, con los equipos formados con los alumnos y profesores del Instituto YMCA.
Tras el éxito, comenzó a expandirse de forma rápida. A medida que los graduados terminaban, dispersaban el baloncesto y sus normas por todo el país, por lo que la Liga YMCA pasaba a formar parte de EE.UU. Fueron los misioneros los que distribuyeron el deporte. En tan solo diez meses ya se jugaba en todo EE.UU, y al año del primer partido ya se jugaba en al menos doce países.
Además, pronto el baloncesto entró en Europa. Fue en 1917, con la llegada de la Primera Guerra Mundial (1914), debido a los soldados norteamericanos, que lo expandieron por Francia, Grecia, Inglaterra y muchos otros países europeos. Y es que su inventor, el doctor Adam Naismith, hizo el servicio militar con el I Regimiento en Kansas en 1916 y un año más tarde en Francia (1917). Y gracias a él y al resto de compañeros que lo practicaban, comenzó a difundirse primero en Francia y rápidamente por toda Europa. El problema fue que cada país adaptó las normas de Naismith según creyó conveniente, por lo que fue muy difícil jugar competiciones internacionales.
En 1932 se fundó la FIBA (International Basketball Federation), creada por William Johnes, un galés con amplia experiencia internacional que estudió en Springfield. Y en 1936 entraba por primera vez en los Juegos Olímpicos. Fue en Berlín con 23 equipos, en una competición en la que ganó EE.UU y asistieron muchos países y público, ya que el nazismo de Adolf Hitler todavía no se había expandido. El resultado final de aquel partido fue de 19-8, y se jugó al aire libre con el inconveniente de la lluvia en la segunda parte.
En 1940 murió James Adam Naismith a los 78 años de edad, en Kansas, y la Federación Internacional de Baloncesto ordenó que del 14 al 18 de febrero de ese mismo año se guardase en todos los partidos del mundo un minuto de silencio como homenaje al creador del baloncesto.
Para finalizar, una fecha para recordar son las Olimpiadas de 1992 de Barcelona, entre el 25 de julio y el 9 de agosto, donde se cumplían 100 años desde que el profesor Naismith inventó el baloncesto. Allí se vivieron dos semanas de auténtico espectáculo con el Dream Team de Estados Unidos, que ganó la medalla de oro con Chuck Daily dirigiendo al equipo estadounidense.