Este artículo aborda el desarrollo y la evolución del deporte en Uruguay, con un enfoque especial en su comparación con el contexto de América Latina y, en particular, el fenómeno del fútbol (aunque no únicamente). Para un análisis más claro, hemos estructurado esta exposición en diferentes capítulos.

Introducción

Consideramos necesario establecer algunas pautas para una mejor comprensión de este tema. Por ello, hemos decidido dividir este análisis, comenzando con un repaso de la historia de Uruguay en las primeras décadas del siglo XX, un período de auge y esplendor. Posteriormente, exploraremos la evolución desde los años 1950 hasta el 2000 y, finalmente, examinaremos la situación actual y sus proyecciones futuras.

Estos aspectos se contrastarán con el resto de América Latina, especialmente con el Cono Sur.

Nuestro objetivo no es realizar un análisis exhaustivo ni técnico-jurídico, sino resaltar la importancia de una identificación clara con un proyecto deportivo latinoamericano que sea integrador, abierto al mundo, pero con características propias. Una vez aclarado este esquema general, procedemos al desarrollo de la temática.

Capítulo 1: Uruguay a principios del siglo XX (1900-1950)

A comienzos del siglo XX, Uruguay, un pequeño país con una creciente mezcla de inmigrantes italianos y españoles, comenzaba a tomar forma. A pesar de la influencia francesa en su estructura política republicana, no se puede ignorar el papel crucial de los ingleses, que actuaron como arquitectos diplomáticos para crear a Uruguay como un “país tapón” entre Argentina y Brasil.

Montevideo, con su amplio puerto y costas extensas, se convirtió en una ciudad próspera. La Revolución Industrial en Europa trajo una ola de inmigrantes italianos y españoles que poblaron y trabajaron las tierras uruguayas, contribuyendo al crecimiento demográfico, que alcanzó los 936.000 habitantes en 1900. Con el liderazgo visionario de José Batlle y Ordóñez, quien fue Presidente de Uruguay por el Partido Colorado en dos periodos (1903-1907 y 1911-1915), el país experimentó una profunda transformación política, económica y social que sentó las bases para el Uruguay del siglo XXI.

Entre las muchas reformas impulsadas por Batlle, destaca la Ley de las “8 horas”, que estableció un equilibrio entre el trabajo, el descanso y el tiempo para la recreación y la familia. Su visión se refleja en frases como “tanta iniciativa como sea posible, tanto Estado como sea necesario”, que resalta la importancia del equilibrio entre la intervención estatal y la iniciativa privada en la construcción del país.

En este contexto de reformas, surge en 1911 la primera Ley de Deporte en América, que creó la Comisión Nacional de Educación Física (CNEF) con cometidos clave, como:

  • Organizar concursos anuales en la República;
  • Formar asociaciones de cultura física nacional;
  • Unificar y coordinar acciones con asociaciones nacionales y extranjeras;
  • Publicar revistas y libros de divulgación popular;
  • Fomentar la creación de plazas de juegos, gimnasios, baños públicos y stands de tiro;
  • Obtener recursos para impulsar la cultura física en el país;
  • Organizar conferencias públicas sobre higiene infantil;
  • Combatir las causas de deterioro físico en la infancia y juventud;
  • Proyectar un plan nacional de educación física obligatoria en escuelas primarias y secundarias.

La influencia inglesa y la pujante democracia uruguaya dieron lugar a la formación de una extensa red de clubes deportivos. Uruguay, al igual que otros países con una fuerte influencia británica, adoptó la estructura de los clubes deportivos, que se popularizaron rápidamente. Estos clubes se convirtieron en un símbolo de modernidad y contribuyeron al desarrollo de políticas deportivas de Estado, sentando las bases para el éxito deportivo del país.

Las victorias en fútbol y básquetbol, incluyendo los triunfos en 1924, 1928, 1930 y 1950, son el resultado de esta estructura. En 1952 (Helsinki) y 1956 (Melbourne), el equipo uruguayo de básquetbol obtuvo medallas de bronce, demostrando la fortaleza de las políticas deportivas implementadas durante este período. Pero hay que agregar en esta primera etapa de la historia “moderna” de Uruguay: 1 medalla Olímpica de plata en remo (1948) y bronce en 1948 (remo 1), 1932 (remo 1), 1952 (remo 1), además de las de Basquetbol que ya expresáramos.

Un ejemplo ilustrativo de la importancia que se daba al deporte en Uruguay es el gasto realizado para el Mundial de Fútbol de 1930, donde el país financió los pasajes, estadía y viáticos de todas las delegaciones, y construyó el Estadio Centenario en tiempo récord, sin contar con los ingresos actuales de FIFA o televisión.

Capítulo II: la segunda mitad del siglo XX (1950-2000)

Esta época comenzó a declinar en 1954, cuando Schiaffino, uno de los mejores futbolista uruguayos de todos los tiempos, dejó la pelota atascada en el barro en el Mundial de Fútbol de Suiza. Si esa pelota hubiera entrado, Uruguay podría haber sido Campeón del Mundo por tercera vez consecutiva (1934 y 1938 Uruguay no participo). Sin embargo, los triunfos deportivos comenzaron a escasear y sobre todo, el desarrollo de políticas deportivas a nivel nacional y municipal empezó a decaer.

Durante este período, los poderes públicos compitieron entre sí en lugar de complementarse, y las crisis económicas debilitaron la red de clubes deportivos, que envejecieron y se empobrecieron. El sistema legal, que había sido pionero en 1911, comenzó a mostrar signos de descoordinación y falta de actualización.

En 1968, los Juegos Olímpicos marcaron un antes y un después en la relación entre el deporte, la mercadotecnia y la televisión. El deporte se convirtió en un símbolo de poder ideológico entre los bloques socialista y capitalista, lo que relegó a Uruguay a un segundo plano.

Si bien esto era de esperarse, lo que no debió decaer es la idea del deporte como un derecho.

Lo más preocupante fue, a nuestro parecer, el aumento del sedentarismo y la desatención a la cultura deportiva, especialmente en las escuelas. Las plazas de deporte, clubes y federaciones quedaron obsoletas, y la dictadura militar (1973-1985) exacerbó esta situación, con la persecución, el exilio y la represión afectando a todos los aspectos de la sociedad, incluido el deporte.

Notas

1 Las otras, un total de 10 (2 de oro, 2 de plata y 6 de bronce), son alcanzadas en 1964 (boxeo) y 2000 (ciclismo).