A principios de octubre de 1934, todo el mundo hablaba de España, más de Asturias y especialmente de Oviedo, que se convirtió en el núcleo de un acontecimiento insólito: la Revolución de Octubre. El desencadenante es más o menos desconocido: el gobierno monocolor de centro-derecha del Partido Radical cede a las presiones de la derechista CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de Gil Robles e incluye a ministros de este último partido en el nuevo gabinete del 4 de cotubre de 1934. Como respuesta, al día siguiente los socialistas llaman a la huelga general revolucionaria en toda España, sin coordinación con otras fuerzas y con desigual éxito. La represión gubernamental es dura y efectiva en casi todas las regiones donde hay levantamientos populares.
En Cataluña, la revolución fue en principio exitosa, a pesar del antagonismo entre socialistas y anarquistas, representados por la CNT (Confederación Nacional del Trabajo); por aquel entonces, el Partido Comunista de España aún era pequeño. El presidente de la Generalitat, Lluis Companys, declaró la República Catalana en el marco de la República Federal Española, deseoso de construir un país mejor desde la unión. El mismo líder de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) al que los miembros actuales idolatran como a un héroe, mientras a la vez se lanzan a la destrucción de la organización territorial y llaman "robo" a la solidaridad con otras regiones sin ronsrojarse lo más mínimo. La revolución triunfó en Asturias gracias a la unión de los distintos obreros, socialistas, anarquistas e incluso comunistas, bajo el lema UHP (Uníos Hermanos Proletarios), un par de años antes de que se formase el Frente Popular. ¿Se imaginan algo asi en la actualidad, con una izquierda enfrascada en luchas cainitas de siglas?
La Fundación Juan Muñiz Zapico, con unos medios muy precarios -un megáfono del todo a cien- y con el incomprensible rechazo de la oposición del Partido Popular en el Ayuntamiento de Oviedo, realizó el pasado 4 de octubre -la "Noche Blanca- una visita por la ciudad recordando los hechos. Ya habían realizado en 2014, con motivo del 80º aniversario del acontecimiento, un recorrido por la ciudad explicando in situ los acontecimientos más importantes, pero esta vez la afluencia de público, tanto local como foráneo, desbordó todas sus expectativas. Una iniciativa loable de historiadores y geógrafos que debería contar con más apoyo institucional y que ya aspira a ser una ruta más de la oferta turística.
A lo largo de hora y media (existe un camino algo más largo, de dos horas), los estudiosos de la fundación explican cómo se produjo el asalto minero a la ciudad, con todas las dificultades que se encontraron -descoordinación, falta de armas y de formación militar...- y el ambiente que se vivía en Oviedo aquella semana, los avances de unos y otros, los incendios, las anécdotas y el sangriento final. Porque la Historia está escrita, nos guste o no, con sangre.