Cien niños con hidrocefalia aguardan en la lista de espera del Hospital Regional de Huambo en Angola para ser operados. La cirugía es delicada pero frecuente, por lo que se trata de una operación que normalmente no produce dificultades a los pacientes. En líneas básicas, el neurocirujano abrirá la cabeza del niño e introducirá en el ventrículo lateral de su cerebro un pequeño catéter que estará conectado a una válvula de derivación para que el exceso de líquido cefalorraquídeo se disperse por el abdomen del enfermo. De esta forma se conseguirán evitar que los niños contraigan enfermedades mentales o, incluso, que fallezcan.
El petróleo también se extrae de un lugar sellado. Y se deriva a barriles para su comercio. Utilizando con energía nuestra imaginación, parecería que la tierra es el cerebro y el oro negro su líquido cefalorraquídeo. Pero esta metáfora no es lo que más une estas actividades tan concretas afectadas por una cuestión tan abstracta como una crisis económica.
Según el anuario estadístico de 2015 que British Petroleum presentó el pasado mes de junio, Estados Unidos se aupó en 2014 al primer puesto de los productores mundiales de gas y petróleo debido a la conocida técnica del fracking. Además, el informe indicaba también que el gigante norteamericano es capaz de satisfacer en la actualidad el 90% de sus necesidades energéticas. Esta circunstancia ha provocado, evidentemente, que Estados Unidos participe menos en el mercado para comprar, como hacía antes, y más para vender, con la consecuencia de que el precio del barril del petróleo ha descendido con violencia. Tal y como el revoloteo de una mariposa puede provocar un huracán, este hecho se hila más directamente con el recorte brutal de ingresos de todos los países vendedores de petróleo. Los más afectados han sido aquellos cuya economía está asentada en la venta de esta riqueza natural. Entre ellos están los Brasil, Venezuela, Arabia Saudí, Nigeria o Angola. Ya vamos acercándonos a la válvula que esperan los cien niños de Huambo.
Ante este panorama, el Gobierno angoleño se vio obligado a modificar en marzo de este año el Presupuesto General del Estado que fue aprobado tan solo tres meses antes. En total se realizó un bocado del 25% al anterior presupuesto en un país donde la mayoría de los proyectos imprescindibles para el aumento del nivel de vida de sus ciudadanos depende del Estado. Entre las áreas más afectadas por la medida del Gobierno angolano estuvo la Sanidad, que superó la media con casi un 29% de reducción de gastos. Algunos de los proyectos que en interminables folios, reuniones o decisiones estratégicas albergaban en sí mismos la inserción de la válvula y el catéter de estos cien niños cuyo tiempo límite para la operación para evitar lesiones se aproxima, han visto como en unos cuantos meses no tienen financiación. Los proyectos se paralizan y las vida siguen su curso natural. De lo abstracto a lo concreto.
El verano del hemisferio norte es temporada de voluntariados. Miles de jóvenes se mueven, muchos de ellos desempleados, empujados por su energía y sus ganas de sentirse completos. El poder fáctico del mundo occidental los observa como un peso que se desprende de sus bolsillos para aliviar su conciencia. Se meten en un avión y van a África, América del Sur o Asia para enseñar, trabajar en el campo, ayudar y aprender. Allí los miran con asombro por lo que hacen, pero con la certeza de que se irán y que las lluvias, los accidentes y las enfermedades se quedarán. Ellos vuelven a su casa renovados, algunos dirán que están más cercanos a los que les rodean. Otros pueden volver decepcionados porque dos manos dieron para poco. Pero una idea se queda latente en sus recuerdos. Cuánto se podría ayudar si los estados financiaran con responsabilidad y sin corrupción. Esa idea va reciclándose en la mente de quien tiene la oportunidad de observar todo lo que falta. También piensan en las consecuencias y ven cómo los titulares de grandes cifras de recortes se convierten en vidas perdidas que se podían haber salvado. Y automáticamente aparece la rebelión contra la idea de que la vida es como es porque cuando ves la caja de válvulas vacía, sabes que eso podría no ser así si las cosas se hubieran realizado de otra manera
Se suele tachar de utopía aquello para lo que no existen herramientas para conseguirlo. Pero cuando ves la realidad de esa utopía se transforma en mera indecencia.