Cerca de 9.500 personas mueren al año de forma prematura en la ciudad de Londres debido a la contaminación. Así lo asegura un estudio de la King´s College University que eleva esta cifra de fallecimientos, relacionados con la presencia en la atmósfera de partículas en suspensión y dióxido de nitrógeno, hasta 80.000 en el resto del Reino Unido. Además de las muertes tempranas, el informe muestra que más de 3.000 personas fueron ingresadas en hospitales con problemas respiratorios y de corazón. El coste económico de esto se estima entorno a los 2.500 millones de libras.
Según el estudio, encargado por la Comisión Metropolitana de Transporte, el dióxido de nitrógeno es el principal agente letal, causante de alrededor de 6.000 muertes en el 2010. Las partículas en suspensión serían responsables de hasta 3.500 fallecimientos. El tráfico rodado y, en especial, los vehículos diesel son el principal factor contaminante de Londres, con una flota obsoleta de taxis, autobuses y camiones que la han puesto en el disparadero de la UE. Los autores de este informe alertaban el pasado invierno sobre concentraciones de más de 400 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico en la calle más conocida y emblemática de la capital británica, Oxford Street. Esta cifra es once veces superior a los límites recomendados por la Unión Europea. El alcalde conservador Boris Johnson asegura que la ciudad está tomando cartas en el asunto, con la creación de una zona de "emisiones ultrabajas" para el 2020, la puesta en marcha de una flota de taxis de emisiones cero en el 2018 y los primeros autobuses eléctricos de dos piso que van a empezar a funcionar este año. El estudio es el primero de una ciudad del mundo en el que se intenta cuantificar cuánta gente está siendo dañada por el dióxido de carbono. Londres, Birmingham y Leeds están entre las ciudades del Reino Unido que han infringido los límites de dióxido de carbono en los últimos cinco años.
El informe citado señala que un gran porcentaje de las muertes causadas por partículas de suspensión fueron de partículas originadas fuera de la ciudad más que dentro de esta. Las muertes relacionadas con emisiones de dióxido de carbono procedían, según esta investigación, proceden de vehículos diesel y de otras fuentes dentro de la capital británica. Desde la “Asociación Británica del Pulmón” se recuerda que la contaminación del aire incrementa el riesgo de cáncer, perjudica el desarrollo pulmonar de los niños e incrementa el riesgo de hospitalización entre gente con algún problema de pulmón congénito. Esta asociación concluye que un londinense tiene más probabilidades de morir por el aire que respira que por un accidente de tráfico. Mientras desde la asociación ecologista “Amigos de la Tierra” se recuerda que la gente no tiene elección con el aire que respira, lo que significa que se deben redoblar los esfuerzos, dejar de jugar con este tema y tomar medidas contundentes como el impulso de los vehículos ecológicos, cortando los niveles de tráfico, inversión en favorecer el ciclismo seguro, mejores caminos para los peatones y carreteras de doble ancho.
Un último dato, un niño nacido en Londres en 2010 podría tener una esperanza de vida de 17 meses menos de media, y una niña de entorno a 15. El problema es serio y las medidas como suelen pasar en estos casos llegarán tarde y serán insuficientes. Tendremos que esperar algunos años para una real concienciación del problema. Mientras tanto, nos seguirán incitando desde todas partes a llevar una vida sana mientras respiramos un aire sucio.