Ya no basta la ayuda de otros países comunistas como China o Venezuela. Quien visite Cuba en esta época no tardará en darse cuenta que allá no queda nada. Tiendas vacías y escasez de comida es lo que le sobra al paraíso caribeño. El pueblo cubano cada día tiene menos que echarse a la boca. Precisamente esa escasez es la que produce esta avidez del mandatario cubano a lanzarse al mercado internacional, gracias al patronato del país de barras y estrellas. Cuba y el Club de París, integrado por naciones acreedoras ricas, han acordado que la isla debe 15.000 millones de dólares desde que interrumpió los pagos allá por 1986. Según los diplomáticos occidentales, este es el primer paso para renegociar la deuda. Una cifra acordada por ambas partes. Ahora los acreedores tendrán que reunirse para fijar la política a seguir para establecer unas conversaciones formales. Esto significa un acto de “buena voluntad” por parte de la isla y un interés en regresar a la economía global y adherirse a las reglas financieras internacionales. Queda por saber cómo realizará Castro los pagos… La mayoría de los países pertenecientes al Club de París han demostrado flexibilidad con Cuba, debido a su interés en realizar negocios en el país.
España no forma parte precisamente del club anteriormente citado, pero sí que tiene un creciente interés en invertir en la isla. Así, el ministro de Economía, Luis de Guindos, ya ha anunciado un futuro viaje a La Habana para una jornada económica. España siempre ha tenido unas buenas relaciones con la isla. De hecho, podría faltar de todo en Cuba, pero en Navidad siempre llega el barco español con turrones o jamás. El comercio español en Cuba es tan grande que se posiciona como el tercer socio comercial del país, por detrás de Venezuela y China. Ya se ha visto por La Habana a otros mandatarios europeos, pronto podremos ver a Barack Obama y, seguramente, en capítulos posteriores, a Mariano Rajoy.
De vuelta al país de barras y estrellas, los cubanoamericanos siguen bastante descontentos con el acercamiento a la isla y la política de Obama. Los exiliados piden no retomar las relaciones hasta que exista libertad en Cuba. Una reciente manifestación en Miami reunió a un gran grupo de estos para exigir al Ejecutivo estadounidense la marcha atrás de los diálogos con el régimen de los Castro. Según los propios exiliados, tienen un sentimiento de “traición” por parte de Obama y exigen que Estados Unidos retire a Cuba “todos los derechos que le ha otorgado”. Horacio García, dirigente de la Asamblea de la Resistencia Cubana, ha declarado que “el exilio cubano en Estados Unidos debe solidarizarse con la resistencia cubana que está siendo reprimida mucho más que antes”. Una gran parte de los cubanos allí presentes lamenta la política de Obama frente a la isla y le echan en cara que varias semanas antes, durante su visita a Miami, el máximo representante del país no quisiera hablar con los cubanos del país. Sin embargo, sí se pudo ver al presidente visitando “por sorpresa”, ya que no estaba anunciado en su agenda, el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba y lugar de peregrinación para miles de cubanos en el exilio. Según la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Bernadette Meehan, con esa visita el presidente quiso “presentar sus respetos a la diáspora” y “honrar los sacrificios que los cubanoestadounidenses han hecho en su búsqueda de la libertad”. Aunque muchos cubanos hubieran preferido haberse reunido con él en lugar de ver cómo se “hace la foto” en un lugar tan emblemático.
Por su parte, distintos economistas, tanto estadounidenses como cubanos, se han reunido este mes en Washington para valorar los pasos de la isla hacia su apertura económica. El subsecretario de Comercio Internacional, Stefan Selig, ha reconocido que desde la llegada del hermano Raúl al poder, el país ha realizado reformas para abrir su economía aunque, afirma, “persisten profundos desafíos”. Todavía no se sabe nada sobre si Cuba devolverá o indemnizará a aquellos a los que la revolución expropió sus propiedades. El país caribeño se cuida mucho de no decir nada sobre ese asunto. Por otro lado, Richard Feinberg, investigador de la Universidad de California y experto en Cuba, se mostró más receloso y ha recordado que “el Gobierno castrista sigue manteniendo un férreo control de la economía a través de empresas estatales que no permiten un sector privado sostenible”. Esto significa que aquellas empresas que se aventuren a invertir en la isla tienen que estar dispuestas a darle un buen mordisco de sus ganancias al Gobierno de Castro y, además, no tener ninguna garantía aún de que las expropiaciones no vuelven a cometerse. Bajo este clima de incertidumbre todavía queda un largo camino de negociaciones. Lo que sí se espera es que la apertura de embajadas entre EE.UU. y Cuba tenga lugar pronto. Algo que no contentará a muchos.