Hay un momento mágico que se vive en las orquestas antes que comience el concierto. Los músicos salen a escena mientras el director aún está tras bastidores y cada instrumentista empieza algún ritual que se amalgama con el del resto de sus compañeros. Está el violinista que toca por enésima vez algún pasaje de una obra, el chelista que prefiere repasar, junto con su compañero, la afinación de sus cuatro cuerdas o el trompetista que sopla su trompeta para mantenerla caliente. Todos estos sonidos, sin orden, sin esquemas, sin estructura, pueden parecer ruido, pero en realidad producen uno de las situaciones más fascinante. Es el caos que da inicio a la obra, a la academia. Se trata de un momento mágico que en Venezuela se repite cientos de veces y que experimentan miles y miles de músicos. Un ritual que no está reservado solo para las altas esferas, sino para todos los públicos desde hace 40 años gracias a la obra de «El Sistema».
«El Sistema», como se le conoce al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, es un programa social y cultural del Estado venezolano. Nació en 1975 bajo la batuta e ideas del Maestro José Antonio Abreu y desde entonces no ha hecho más que crecer. Está basado en una formación musical a la edad más temprana posible (aunque esto no es una limitación), pero que abarca más aspectos de la vida del individuo.
«Hay muchos políticos que, sin saber de lo que hablan, piensan que la educación musical no es indispensable porque es elitista, y esto es una gran mentira», decía el director argentino/palestino/israelí/español Daniel Barenboim en una entrevista sobre el poder conciliador de la música y la práctica orquesta. «El Sistema» es ejemplo de que la música académica no debería estar reservada solo para personas con alto poder adquisitivo.
Las orquestas, según la idea que persigue José Antonio Abreu, son mucho más que una estructura artística. «Son terrenos fértiles para el cultivo de valores, aptitudes y actitudes para el crecimiento y la superación individual, colectiva y ciudadana. Son modelos y escuelas insuperables para la vida social, en ánimo de perfección y con afán de excelencia(...). Porque tocar y cantar juntos significa convivir de manera entrañable y digna», dijo Abreu en su discurso de aceptación del premio TED.
Abreu, que ha sido galardonado con múltiples reconocimientos por haber creado este programa, es pianista, director y economista. Ha señalado en múltiples ocasiones que su sueño, una vez convertido en músico, era que todos los niños en Venezuela tuvieran la misma oportunidad que él tuvo. «De ahí la idea de convertir la música en una realidad profunda y global de mi país. Yo vi, desde el primer ensayo, la trayectoria futura de esto, porque se me planteó inmediatamente la magnitud del reto en ese ensayo. Había conseguido cincuenta atriles, una donación muy generosa, para que en ese ensayo pudiéramos ensayar cien muchachos, pero cuando llegué al ensayo había once. Dije: "o cierro el programa ahora o multiplico esto por miles". Asumí el reto. Esa misma noche, a esos mismos once muchachos les prometí convertir esa orquesta en una de las primeras del mundo», dijo por el TED Prize.
Cifras, diversidad y polémica
Lo ha logrado. La Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, la agrupación «top» de todo «El Sistema», es una de las más importantes del Mundo y casi todos los jóvenes quieren llegar a pertenecer a ella. Esos once músicos a los que les sobraban atriles sembraron la semilla de un proyecto que hoy está compuesto por 663.748 niños y jóvenes.
Ese ensayo en el sótano de un estacionamiento en la parroquia Candelaria, en el centro de Caracas, daría paso a 1.210 orquestas juveniles, infantiles y pre-infantiles, distribuidas en 416 núcleos y 1.340 módulos en toda Venezuela. Los núcleos son las sedes principales de las orquestas de las regiones, y los módulos, dependencias que acercan la formación a comunidades, colegios y poblaciones más alejadas. Esos once músicos dieron paso a los actuales 8.929 profesores e instructores.
«Mucha gente conoce a Venezuela como un gran exportador petrolero, pero no todos conocen que la mayor y mejor exportación que tiene este país es la que más llega al alma de tantos latinoamericanos: el Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles, programa a través del cual hemos visto a muchos jóvenes latinoamericanos que han cambiado un fusil por un violín, y que ahora tienen ilusiones, una vida útil y un futuro pleno de oportunidades», dijo tras un concierto Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, entidad que suele financiar al programa. Entrar en una orquesta le da un propósito de vida a muchos niños, les otorga una profesión, un escape a situaciones lamentables de sus hogares o sus comunidades, y les ofrece aprendizaje y... música.
Según los datos oficiales de la Fundación Musical Simón Bolívar, el 66% de los niños y jóvenes que integran «El Sistema» proviene de hogares con muy bajos recursos, viven en zonas vulnerables o en condiciones adversas. El otro 34% pertenece a zonas con mejor situación. Esta mezcla hace que el programa sea uno de los mejores ejemplos de inclusión social en Venezuela y el mundo. No se hacen distinciones de clase. Todos los integrantes tienen acceso a los mismos instrumentos, profesores y clases. El talento, el estudio, la constancia y la disciplina son los valores claves.
«Es un oasis. Todas esas cosas malas que le pasan afuera no las hablamos, no las comentamos. Si el niño fue golpeado, maltratado, abandonado, si ya no tiene mamá o papá, no importa. Aquí ya estamos nosotros. Aquí están sus amigos, sus profesores. Aquí está su música. Ellos se vienen a resguardan aquí», comentaba Rafael Elster, director del núcleo de Sarría, en Caracas, en el documental Tierra de las mil orquestas.
Hay orquestas en lugares impensables, como en antiguos correccionales de menores o en cárceles. «El Sistema» tiene varios proyectos especiales en los que se utiliza la música, no para formar a los mejores instrumentistas solistas del mundo, sino como herramienta de canalización social.
El Programa de Educación Especial (PEE), en el que participan 4.159 niños y jóvenes con discapacidades físicas y cognitivas o deficiencias funcionales, es uno de ellos. Su creador, Johnny Gómez, clarinetista y formado en la Universidad Pedagógica Experimental de Barquisimeto, en la especialidad de Educación Especial en Dificultad del Aprendizaje, señalaba que uno de sus mayores retos fue hacer ver que la música no entiende de limitaciones físicas o mentales.
Con 16 niños comenzó el PEE, una iniciativa de la que ha nacido el Coro de Manos Blancas, formado por niños sordos de nacimiento o con problemas auditivos. Estos jóvenes y niños, cuyas manos están cubiertas por guantes blancos, «expresan» sonido y música a través de sus gestos. Están acompañados por otros integrantes con discapacidades y los conciertos los suele cerrar un quinteto conformado por invidentes con una gran calidad vocal. Plácido Domingo, tenor español, ha reconocido quedar maravillado ante la belleza de este coro. «Esto es algo que todo el mundo debe escuchar», dijo a la prensa tras una presentación de esta coral en Salzburgo.
Críticas recientes
Durante el mes de febrero de 2014, en Venezuela se produjeron un serie de protestas que derivaron en varios fallecidos. Uno de esos días, «El Sistema» celebraba varios eventos y conciertos por sus 39 años de existencia. Se criticó que la organización no suspendiera la presentación tras los hechos violentos que se sucedían en el país. Se llegó a decir que Dudamel estaba «dirigiendo un concierto mientras se masacraba a la gente». La polémica estaba servida. Muchos opositores radicales al actual gobierno venezolano acusaban a los directores y músicos de ser «chavistas» y apoyar al «régimen».
Desde «El Sistema» reconocen que gran parte de sus recursos provienen del Estado, pero esto no los hace ser representantes de una agrupación o tendencia política. «Nunca hemos apoyado a ningún gobierno públicamente. Ni antes ni ahora (…) Creo que, por el contrario, todos nos han respaldado, tanto este gobierno como los anteriores», declaró al periódico El Nacional Eduardo Méndez, director ejecutivo de la institución, que asume las funciones administrativas de José Antonio Abreu, que experimenta problemas de salud.
Pero no era la primera vez que se critica a «El Sistema». Por ejemplo, la figura de José Antonio Abreu ha estado rodeada de quejas por la metodología que ha aplicado durante años. Si bien se utiliza la música como herramienta social, los niños que desean hacer de la práctica orquestal su vida profesional deben entregarse en cuerpo y alma.
Ensayan todos los días, reciben clases particulares exigentes. Si integran alguna orquesta con giras planificadas, los ensayos se prolongan los fines de semana y durante la madrugada.Es lo mínimo que hacen par asegurar su nivel musical y su puesto en una orquesta «top». Mucho se ha acusado a Abreu de ser un dictador y tirano.
El periodista Geoff Baker publicó eln The Guardian a finales de 2014 un artículo en el que señalaba que tras estar un año en Venezuela, no había visto el supuesto modelo de éxito de «El Sistema». Apuntaba con declaraciones anónimas que este programa era más parecido a un campo de entrenamiento militar que a un sistema musical, que no había flexibilidad ni creatividad en la enseñanza y que había abuso de poder.
«Lo consideramos sin base. Así como dice que estuvo un año aquí, no revela ningún nombre, solo hace mención al día que pasó con nosotros. Está completamente fuera de orden. Más bien invito a todo el que quiera venir y pasarse un año acá, porque no hay nada que ocultar», dijo Méndez a El Nacional.
Por otra parte, entre las quejas más comunes de profesores y músicos se encuentran los retrasos en los pagos de los salarios y becas. En el caso de las becas, estos incentivos económicos suelen ser de gran ayuda para músicos que provienen de zonas vulnerables y que con estos ingresos, que obtienen mientras se forman, pueden aliviar situaciones en casa.