¿Alguna vez se le ocurrió al lector participar en una maratón cuyo objetivo sea comer porciones de pizza en distintas pizzerías? Si es así, puede hacerlo una vez por año en la ciudad de Buenos Aires. La prueba se denomina #Muza5K, maratón de comedores de pizza al corte. Los participantes recorren las calles de Buenos Aires probando la pizza de los establecimientos participantes y votan por la mejor. El cupo es de 150 comedores.
En Buenos Aires hay muchísimas pizzerías: tradicionales, modernas, gourmet, al paso, caras, económicas, en barrios lujosos y en los que no lo son. La pizza, traída por nuestros antepasados italianos y adaptada al gusto argentino, es un componente básico de la dieta y la cultura local. Cuando se reúnen amigos, piden unas pizzas (la mayoría de las pizzerías tiene entrega a domicilio). Si alguien no tiene ganas de cocinar, pide una pizza. Si se tiene poco tiempo para almorzar, se come una porción al paso. Para festejar una ocasión especial como un cumpleaños, la gente se reúne en una pizzería.
La variedad más habitual es la de muzarela (versión argentinizada del vocablo italiano mozzarella), espolvoreada con orégano y ajo molido y un puñado de aceitunas verdes. Le siguen la fugazza y la fugazzeta. La primera, pizza de cebollas sin salsa ni queso, deriva del genovés fugassa, o sea, foccaccia con cebollas. Se dice que la fugazzetta fue creada en 1932 por Juan Banchero, dueño de una cadena de pizzerías que todavía existe. La leyenda cuenta que la masa le salió algo delgada y seca y para humectarla, decidió rellenarla con mozzarella. Hoy en día, se puede elegir entre la fugazzeta (queso y cebolla) y la fugazzetta rellena, una versión mucho más pesada y contundente para gente de muy buen comer y que no se preocupa por su colesterol.
En las pizzerías tradicionales se ofrece una porción de fainá para acompañar la pizza. El fainá, también conocido como farinata en Italia, es una suerte de panqueque salado de alrededor de un centímetro de espesor hecho con harina de garbanzo. Se hornea en moldes redondos y se corta en porciones triangulares y se come junto con la pizza. Debo admitir que prefiero la pizza sola sin fainá.
En el pasado, se acompañaba la pizza con un vaso de moscato, un vino dulce. Con el tiempo, este fue reemplazado en el gusto popular por la cerveza y bebidas gaseosas. Una canción de la banda argentina de música Memphis La Blusera habla de la vida nocturna porteña, en especial en la calle Corrientes y dice, en su estribillo, que al final de la noche, la gente come moscato, pizza y fainá. Una tradición bien porteña.