En un mundo que ofrece opciones alimenticias más amplias y accesibles que nunca, la paradoja de la malnutrición persiste. La frase atribuida a Hipócrates, "que el alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento", cobra renovada vigencia en una época marcada por el exceso de productos ultraprocesados y el aumento de enfermedades crónicas asociadas a la dieta.
El mito de las grasas y la revolución de los micronutrientes. Durante décadas, las grasas fueron demonizadas como el principal enemigo de la salud, promoviendo productos "bajos en grasas" pero cargados de azúcares y aditivos. Hoy la ciencia confirma que el cuerpo humano puede adaptarse a proporciones variables de grasas e hidratos de carbono, siempre que las fuentes sean de calidad. La naturaleza, en contraste con la industria, no fabrica "grasas malas" ni "azúcares malos".
Además de los macronutrientes, la variedad y calidad de los micronutrientes —como vitaminas, minerales y polifenoles— son esenciales para prevenir enfermedades inflamatorias y autoinmunes. Estos pequeños compuestos, presentes en frutas, verduras y alimentos frescos, son clave para un organismo sano, pero muchas dietas occidentales carecen de ellos debido a la monotonía alimentaria. Andrea Chocobares lo resume así: "La naturaleza tiene una gran variedad de frutas y verduras que son indispensables para nuestra salud. En la variedad está lo saludable".
La microbiota: nuestra aliada invisible
Uno de los descubrimientos más relevantes de las últimas décadas es el papel de la microbiota intestinal. Estos microorganismos no solo procesan alimentos para su beneficio, sino que también producen sustancias esenciales para nuestro cuerpo. Una dieta rica en fibra, frutas y verduras fortalece esta relación simbiótica, mientras que los ultraprocesados y la ingesta repetitiva de alimentos como trigo y lácteos debilitan esta alianza natural.
"Somos lo que la microbiota hace con lo que comemos", enfatiza Chocobares, destacando la importancia de cuidar esta comunidad microbiana para prevenir enfermedades.
Los peligros de la dieta occidental
En las sociedades industrializadas, el exceso de macronutrientes —principalmente hidratos de carbono de alta carga glucémica— combinado con el sedentarismo ha llevado al auge de enfermedades como obesidad, diabetes y esteatosis hepática. Paralelamente, la falta de diversidad alimentaria contribuye al aumento de patologías crónicas no transmisibles.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022, más de 1.9 mil millones de adultos en todo el mundo tenían sobrepeso y, de ellos, al menos 650 millones eran obesos. En Argentina, datos del Ministerio de Salud revelan que el 61.6% de la población adulta tiene exceso de peso, situación que ha crecido un 25% en las últimas dos décadas.
La ingesta monótona de pocos alimentos básicos y procesados, unida a la ausencia de frutas y verduras frescas, genera desequilibrios nutricionales graves. Esto, sumado al consumo de fibra insoluble de baja calidad, afecta negativamente tanto la salud metabólica como la microbiota intestinal.
Claves para una alimentación saludable
La licenciada Andrea Chocobares destaca que la variedad es fundamental. Incorporar alimentos de temporada, de proximidad y, si es posible, ecológicos, garantiza una mayor diversidad de nutrientes y minimiza el consumo de pesticidas. La dieta ideal incluye:
Verduras y frutas: como base principal, priorizando diferentes colores y texturas.
Grasas saludables: como aceite de oliva extra virgen, palta, frutos secos y pescados ricos en omega 3.
Proteínas de calidad: provenientes de huevos, carnes magras y pescados, evitando el exceso de carne roja.
Fibra alimentaria: en su forma más natural y no procesada.
No hay que temerle a alimentos que durante años fueron injustamente eliminados de la dieta, como el huevo o el aceite de coco, agrega Chocobares, resaltando la necesidad de recuperar hábitos alimenticios conscientes.
Un cambio necesario y posible
La dieta occidental actual requiere una transformación profunda que devuelva a los alimentos su papel protagónico en la prevención y cura de enfermedades. Según un estudio publicado en The Lancet en 2019, adoptar una dieta basada en alimentos frescos y reducir el consumo de ultraprocesados podría prevenir aproximadamente 11 millones de muertes anuales en el mundo.
Como enseñó Hipócrates, lo que comemos no solo nos nutre, sino que define nuestra salud.
Reconstruir nuestra relación con los alimentos no es solo un acto de autocuidado, sino también un legado para las futuras generaciones.
(Andrea Chocobares)
Comparativa de consumo de frutas y verduras recomendadas vs. consumo real en América Latina: Fuente, Statista.
Notas
Incremento del sobrepeso y obesidad en Argentina (2000-2022): Fuente, Ministerio
de Salud. Sobrepeso y obesidad
Según datos de Statista Consumer Insights, México y Argentina lideran en la región, con un 86% de adultos que consumen frutas y verduras regularmente.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan una ingesta diaria de al menos 400 gramos de frutas y verduras por adulto, equivalentes a cinco porciones de 80 gramos cada una. Sin embargo, en América Latina, el consumo real varía significativamente entre países.