Revisando las tendencias tecnológicas para este año 2024 me he quedado boquiabierto. Las diez tendencias tecnológicas son: la IA generativa, la ciberseguridad como pilar, los gemelos digitales, la computación cuántica, la green tech, control de datos, la ingeniería de plataformas, las aplicaciones inteligentes, los procesos de automatización robóticos, la IoT y la hiperconexión.
Los dos únicos avances con componente «físico» y no virtual de este listado de diez son el que tiene que ver con la tecnología verde (energías renovables) y la hiperconexión, que trata de un híbrido entre software y hardware para mejorar la conectividad de sistemas, por lo que se plantea tener mejores conexiones físicas acompañadas por un soporte digital adecuado, pero, aun así, no existe ninguna tendencia ni desarrollo tecnológico puramente físico, mecánico, tangible. Casi todo lo que veamos y toquemos como desarrollo tecnológico llegará a nuestros sentidos a través de interfaces y se basará en secuencias de unos y ceros.
Nuestras experiencias se traducen a unos y ceros, se procesan en ese lenguaje minimalista en milésimas de partes de milisegundos para volver a transformar los resultados en sonido, imágenes, movimientos robóticos, respuestas de voz, cambios de temperatura, energía generada, piezas en tres dimensiones. Absolutamente todos los desarrollos tecnológicos que habrá en 2024 tendrán una transformación (en mayor o menor medida) a unos y ceros. Quedaron atrás las épocas en las que lo analógico lideraba la tecnología e incluso quedaron también atrás las épocas en las que lo analógico competía con lo digital.
Ahora lo analógico es vintage y llamativo, no por ser novedoso, sino justo por lo contrario.
La inteligencia artificial es imposible que sea analógica, la analógica es la inteligencia biológica, véase mi artículo de hace unos meses.
La ciberseguridad es clave para defender toda esta montaña de naipes sobre la que se mueven los desarrollos que nos han hecho evolucionar en tan poco tiempo. Los ciberataques son como bombas de destrucción masiva de unos y ceros, completamente incompatibles con los sistemas analógicos, que se protegen con armas convencionales o con ibuprofeno.
Los gemelos digitales son versiones digitales de sistemas analógicos. Está muy de moda simular con un coste reducido situaciones de producción de las empresas en entornos virtuales, para luego replicarlas en la realidad minimizando los costes de lanzamiento de nuevos modelos de coches o envasado de productos de consumo masivo. Antes teníamos ingenieros y técnicos lanzando una línea de producción, era un trabajo de prueba y error y los proyectos podían durar meses hasta que se llegaba al ritmo de producción serie; ahora se hace un gemelo digital del proyecto, se aceleran las iteraciones de los errores y problemas que pueden surgir y luego, después de probar unos treinta o más escenarios, se lanza la versión analógica en el mundo real. Veremos si es capaz de solucionar todos los problemas analógicos, yo no lo tengo muy claro, porque el proveedor de las partes y los servicios siempre será un humano, de una u otra manera.
La computación cuántica es cien por cien unos y ceros. Se trata de una forma de computación que aprovecha los fenómenos cuánticos como la superposición y el entrelazamiento. Es una tecnología que tiene el potencial de optimizar las estrategias de inversión, el cifrado o descubrir nuevos productos en plazos nunca vistos. Imposible plantearse una versión analógica de esto, porque ya existe y no tiene un control sencillo. Los procesos cuánticos de la materia son los que llevan a la física del átomo, la que nos gustaría controlar porque derivaría en una fuente infinita de energía, pero es como la alquimia, algo tan irreal e inalcanzable como el espacio exterior. Un sueño para las personas del siglo XXI.
La green tech o tecnología verde es la que más cerca está de nosotros hoy y en la que llevamos más de tres décadas trabajando. Esa sí empezó siendo 100% analógica y hoy sigue siendo en gran parte analógica. Los molinos de vientos son básicamente máquinas. Son generadores que transforman la fuerza del viento en movimiento circular, el que a su vez se transforma en energía eléctrica a través de unas bobinas (e imanes en algunos modelos). Los generadores solares son semiconductores con la capacidad de absorber la energía de los fotones (que reciben de la luz que nos regala el sol) y transformarla directamente en energía eléctrica. No son mecánicos, pero son electrónicos y analógicos. A más fotones, más electrones moviéndose, en relación directamente proporcional y no de unos y ceros. Ambas tecnologías analógicas han sido invadidas por lo digital. Hoy por hoy, tanto una planta solar como un parque eólico difícilmente pueden funcionar sin tener una conexión digital. Claro que se pueden pasar al modo «manual», pero como casi todas las centrales eléctricas del mundo (sean renovables o no) el control, la conexión y desconexión de la red eléctrica del país y otros sistemas de mantenimiento se hacen de forma remota y con un control digital. Los aerogeneradores tienen cientos de sensores que diagnostican en tiempo real el estado de la máquina, la velocidad y dirección del viento y que optimizan el funcionamiento de estos. Si uno de esos sistemas falla, probablemente la turbina se detenga y un ser humano tenga que ir a ver qué pasa. Lo analógico depende de lo digital. Con los paneles solares más de lo mismo, aunque la complejidad es menor que la de los molinos de viento, porque no tienen partes móviles (o si las tienen, los seguidores son mucho más sencillos que una turbina), la conexión y el grado de calentamiento de las placas depende de sistemas digitales y sensores analógicos que traducen a unos y ceros parámetros para que se procesen en unos y ceros, el lenguaje de las máquinas.
Y así podría seguir con todas las tecnologías punteras para este 2024, todas relacionadas con los unos y ceros y eso me da mucho miedo. Creo que estamos poniendo todos los huevos en una misma cesta y eso no es bueno. Los desarrollos no pueden depender de un solo lenguaje, una sola forma de entender la tecnología. Las revoluciones tecnológicas siempre fueron orientadas a una tecnología, el carbón, el vapor, el petróleo, la informática… pero ahora repetimos y creo que deberíamos diversificar. Veremos dónde nos lleva esto, pero si caemos en la trampa de los unos y ceros puede que no podamos salir y tal vez perdamos mucho de lo que somos.