Algunas de las obras más relevantes de Gustave Courbet se exhiben desde hoy por primera vez en España en una exposición en el MNAC dedicada al pintor francés y su influencia en el realismo español, que también incluye piezas de Ramon Martí Alsina y pinturas y estampas del siglo XVII.
La exposición "Realismo(s). La huella de Courbet", que estará abierta al público hasta el próximo 10 de julio, reúne unas 80 obras, entre pinturas, dibujos, fotografías y grabados, que permiten acercarse al movimiento realista desde un punto de vista estético, iconográfico y temático.
De Gustave Courbet (1819-1877), el fundador del movimiento realista, se exhiben en el MNAC diecisiete de sus pinturas más emblemáticas, que contribuyeron a convertirlo en un referente ineludible del movimiento realista, y de Martí Alsina (1826-1894), introductor del realismo en la escena artística española, se presenta un número similar de piezas.
La obra de ambos se acompaña de piezas de otros pintores realistas franceses como Carolus-Duran, Jean-Baptiste-Camile Corot o Jean François Millet, y catalanes como Benet Mercadé, Antoni Caba, Simó Gómez o Pere Borrell del Caso.
Según ha explicado Cristina Mendoza, una de las comisarias de la muestra, "el recorrido expositivo permite contextualizar el efecto de contagio y la estimulante influencia que los realistas franceses, y especialmente Courbet, tuvieron en la pintura catalana de mediados del siglo XIX, el único foco de esta tendencia en España".
Articulada en cinco ámbitos, la exposición se centra básicamente en la figura, e incluye algunas de las temáticas cultivadas por los pintores realistas, como el retrato, el autorretrato, el desnudo o las escenas de género.
Se ha dejado de lado el género del paisaje, añade Mendoza, porque "merecía ser objeto de otra exposición", pero sin embargo el discurso expositivo ha permitido dar entrada a la disciplina de la fotografía.
Obras de Velázquez, Murillo, Ribera o Rembrandt, del siglo XVII, se intercalan a lo largo de la exposición, explica Mendoza, para "ilustrar el ascendente que la obra de los grandes maestros barrocos ejerció sobre la pintura realista del siglo XIX, y cómo los efectos tenebristas y las paletas oscuras de aquellos tuvieron reflejo en las obras de éstos" .
Y para sugerir que "el realismo es una corriente viva que persiste en el tiempo", la muestra se cierra con las obras de Antoni Tàpies "Materia en forma de axila", "En forma de silla" y "Esfinge", en diálogo con los cuadros de Courbet "Jo, la bella irlandesa" y "La siesta", y el "Martirio de San Bartolomé", de Ribera.
El género del autorretrato ocupa un lugar importante en la exposición, "con un lenguaje austero, alejado de la grandilocuencia" y que, en palabras de Mendoza, era la respuesta a los períodos de ausencia de encargos artísticos.
Courbet visitó Barcelona en 1917, recuerda Mendoza, con motivo de una exposición de arte francés, en la que figuraba el mismo autorretrato del artista galo con que arranca "Realismo(s)", en la que se pueden contemplar otras obras similares del francés como "Courbet con el perro negro", "El hombre de la pipa" o "Autorretrato con el cuello de rayas".
La exposición plantea asimismo pequeños diálogos, como el planteado entre "Rembrandt con la mirada extraviada" y "El desesperado" de Courbet; el autorretrato de Murillo con "Huyendo de la crítica, I" de Pere Borrell; el "San Pablo" de Velázquez con "Los jugadores de dados" de Simó Gómez, o los "Músicos" de Martí Alsina con "Marc Trapadoux examinando un libro de estampas" de Courbet.
La temática del hombre dormido está presente en obras como "El herido" de Carolus-Duran, "La siesta" de Martí Alsina, o "El hombre herido" de Courbet.
En el ámbito de las transgresiones, el MNAC evoca el cambio que se produjo en el desnudo femenino con los realistas, que, según Mendoza, queda despojado de coartadas mitológicas o alegóricas para mostrar a la mujer en carne y hueso como agente portador de erotismo.
Es el caso de obras como "Desnudo femenino" de Martí Alsina, varios retratos fotográficos de mujeres desnudas de Antoni Esplugas, "La fuente" y "La mujer de la ola" de Courbet, o "Carmen Bastián" de Marià Fortuny.