En los albores del siglo XX, el poeta italiano Filippo Marinetti lideró Il Futurismo, un movimiento artístico de vanguardia originado en Italia y dado a conocer al mundo mediante un manifiesto publicado en el diario Le Figaro. Entre sus dogmáticas premisas incluyó una consigna cuyo sujeto el paso del tiempo permitiría afianzar. “Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad”, escribió Marinetti. Un siglo después, en la World Government Summit de 2014 el presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial expresó: “en el nuevo mundo, no es el pez grande el que se come al pez pequeño, es el pez rápido el que se come al pez lento”. Con esta sentencia se instalaría una valoración tan directa como descarnada acerca de las implicancias asociadas a la llamada cuarta revolución industrial o revolución tecnológica.

No hay duda que la velocidad es uno de los principios inherentes a esta época. La comunicación, el desplazamiento, el espionaje, la inteligencia son solo algunos de los tantos aspectos en los que se evidencia su incidencia. En este entorno, el individuo contemporáneo, socio activo de la obsolescencia, propende a vivir urgido tras señales de un futuro por venir. Mientras, pasado y presente pierden valor en la ecuación y el espacio de la memoria se resiente ante esta realidad.

Al igual que en Épica y estrellas (Te pregunté sobre la construcción de la fe y dijiste que era cuestión de empatía) (2010) —obra premiada en el 54° Premio Nacional de Artes Visuales (Museo Nacional de Artes Visuales, 2010) y posteriormente exhibida en Sur-Sul Arte (Memorial do Rio Grande do Sul, Brasil, 2013) y en A Escala Humana (Espacio de Arte Contemporáneo, 2015)—, las piezas que conforman Los archivos de la luz (2024) están visualmente protagonizadas por representaciones de fragmentos de ese inconmensurable espacio que denominamos cielo.

La elección de estos fragmentos no responde a un criterio aleatorio o a la subjetividad que cada uno pueda despertar. En todo caso, está asociada a un conjunto de aniversarios cuidadosamente escogidos, acontecidos dentro de una ventana conmemorativa de tiempo comprendida entre el año 2024 y el 2025.

En estas piezas conviven elementos de diferente procedencia. Particularmente, un material de origen industrial vinculado a la producción textil moderna y varios de origen natural comprendidos dentro del género de plantas perennes. Científicamente denominados tribulus, sus especies reciben el nombre común de abrojo. A estos se suman los llamados medicago, cuyas especies laciniata, minima, disciformis, polymorpha y arabica reciben los nombres de carretón, carretón chico, melgó disciforme, carretón de amores y mielga pintada, respectivamente. Todos estos frutos poseen una consistencia dura, con mericarpos espinosos o aguijones laterales que les profieren un carácter punzante y adherente. Precisamente, el poder de fijación a una superficie y el de desplazamiento junto con ella son los atributos en los que, en tanto prestaciones, se sustenta la concepción de esta suerte de dispositivo por el que es posible traer del pasado aquellos hechos que puedan despertar interés en el presente.

La concepción de estas piezas involucra la selección de un conjunto de eventos en consideración del marco temporario indicado y en virtud tanto de los contenidos constitutivos de cada uno como de las potenciales conexiones y consiguientes valoraciones que estos contenidos pudieran generar una vez cotejados con la actualidad. Los fragmentos de cielo fueron mayoritariamente materializados a partir del empleo de Stellarium, un software que permite simular un planetario y generar la vista del mapa estelar correspondiente a la información de tiempo y ubicación que se decida ingresar. Complementariamente, la orientación cardinal exacta de cada pieza fue definida mediante el empleo de Navigraph, una aplicación de navegación aérea. Dicho esto, la disposición estelar acorde a cada uno de los eventos fue representada mediante el uso de los elementos naturales enunciados.

En una época caracterizada por la ubicuidad tecnológica y una constante pulsión de interacción con las TIC y las RRSS, la sobrecarga de información, la sobreexposición a estímulos digitales y la disminución de la concentración y de la capacidad de estar presentes son algunas de las consecuencias que la definen.

En el referido contexto, este dispositivo permite poner en valor tanto el nuevo cometido formal que revelan las púas tras su adherencia como el ánimo que sustenta esta selección de inspiradoras historias y, sobre todo, el conjunto de valoraciones que podrán desprenderse del desplazamiento temporal articulado.

Destacado como creador multidisciplinario, la trayectoria artística de Diego Focaccio se sustenta en la investigación y la reflexión en favor de la articulación de diversas áreas del conocimiento y la estética.

Ha exhibido en el Museo Nacional de Artes Visuales, en el Centro de Exposiciones Subte, en el Museo Gurvich, en Xippas Punta del Este, en Galería Alberto Elía, en el Espacio de Arte Contemporáneo, en Innova, en el Centro Cultural de España en Buenos Aires, en Galería del Paseo y Memorial do Rio Grande do Sul, entre otros. Ha obtenido premios y fondos para la investigación y realización de proyectos. Fue jurado del Fondo Concursable para la Cultura en la categoría Artes Visuales y del Premio Nacional a las Letras en categoría Ensayos sobre Arte y Música.

Distinguido por su obra pictórica, desde el año 2005 concibe nuevas formalizaciones y narrativas que cristaliza en proyectos, instalaciones, intervenciones, concepciones sonoras y musicales, dispositivos pedagógicos, tributos y producciones con nuevos medios, telefonía móvil y navegación web.

En 2019 se lanzó su libro [Rapsodia] Proyecciones desde el espacio de la geometría y en 2023 El Buen Salvaje ediciones publicó la obra Rapsodelica (2020-22), pieza inaugural, fruto de una estrategia dirigida a propiciar el encuentro con un tour de historias, vínculos y relatos, en el contexto de un presente interactivo reglado con datos y metadatos.