Los países actualmente denominados centroamericanos, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, remontan una historia común desde los días en que pertenecieron unitariamente a la Capitanía General de Guatemala, dentro del Virreinato de Nueva España, durante el período de dominación colonial española, hasta los días en que declararon la Independencia en los meses de septiembre y octubre de 1821.
El impulso inicial al declarar la Independencia fue agregarse al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, lo que resultó un fiasco por la muerte misma de Iturbide y la desintegración de ese intento de constituir un imperio.
En ese escenario, siguiendo la misma Declaratoria de Independencia de Guatemala, se convocó al Congreso Constituyente Centroamericano, que terminó impulsando, primero, las Provincias Unidas de Centroamérica y, unos meses después, la República Federal de Centro América, proceso histórico que funcionó desde 1824 hasta 1838, con un intento de volver integrarse en 1842, cuando Francisco Morazán gobernó por unos meses Costa Rica. Con su fusilamiento en Costa Rica ese sueño se apagó.
En la segunda mitad del siglo XIX hubo intentos integracionistas, que no sumaron más de tres países, y uno grande de Justino Rufino Barrios, presidente de Guatemala, que quiso integrar a la fuerza a los países centroamericanos, muriendo en combate en El Salvador, y con su muerte su proyecto integracionista.
Al amparo de las nuevas políticas internacionales del siglo XX, y bajo el manto de la presencia cada vez más importante de los Estados Unidos en el continente, en el Caribe y en Centroamérica, nuevos esfuerzos se impulsaron en ese afán integracionista, sin buen suceso.
Al término de la Segunda Guerra Mundial y la constitución de las Naciones Unidas en 1945 el escenario de la segunda mitad del siglo XX cambió. Integraciones políticas, militares y económicas regionales empezaron a surgir en distintas partes del mundo.
En América, en 1948, se impulsó la creación de la Organización de Estados Americanos y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, tratado militar del TIAR, de ese año.
Políticamente en 1951, el 14 de octubre, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, impulsaron la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), que fue presidida por el costarricense Marco Tulio Zeledón.
Con ODECA se hicieron esfuerzos para sentar las bases para una integración económica, social y política de la región, cuando un proceso similar empezaba en Europa.
Los diez años de ODECA fueron fructíferos en temas importantes para la región, como la unificación de las señales de tránsito, de los procesos aduanales, la unificación de los programas educativos. En políticas educativas, además, se impulsó la publicación de los libros de texto ODECA-ROCAP, sumamente criticados en Costa Rica, por el carácter antinacional que tenían, no solo para Costa Rica, sino para toda la región. Igualmente promovió el Convenio sobre el Régimen de Industrias Centroamericanas de Integración, y el Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica Centroamericana, de Tegucigalpa, de 1958, que fueron los antecedentes directos del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, suscrito en Managua, el 13 de diciembre de 1960, donde se crea el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
En 1962, reforzando este proceso integracionista, los gobiernos centroamericanos suscribieron la Carta de San Salvador, como un nuevo tratado.
Los años que siguieron fueron críticos para la región centroamericana por los conflictos de guerra, y de guerrillas, que se dieron en Centroamérica, y por los gobiernos militares y antidemocráticos que existían, exceptuando Costa Rica. En 1991, después de los Tratados de Esquipulas, entró en vigor el Protocolo de Tegucigalpa a la Carta de la ODECA, suscrito en la capital hondureña el 13 de diciembre de 1991, creando el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), que representa el marco político e institucional de la integración, que es de los organismos regionales uno de los que mejor ha operado. El SICA actualmente está conformado por Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y la República Dominicana.
Como práctica internacional se ha venido acostumbrando que, en organismos regionales como este, se inviten a países, en condición de Observadores Regionales. Así al SICA fueron invitados en esa condición los Estados Unidos, México, Argentina, Chile, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Uruguay; y como Observadores Extra Regionales España, China (Taiwán), Alemania, Japón, Australia, Corea del Sur, Francia, Italia, la Santa Sede, el Reino Unido, Unión Europea, Nueva Zelandia, Marruecos, Qatar y Turquía.
Recientemente, se han suscitado problemas con el SICA. El primero, cuando este año asumió la Dirección el Representante de Nicaragua, lo que le correspondía por los acuerdos de rotación al frente de la organización. En Costa Rica se produjo un desacuerdo con el presidente Rodrigo Chaves por parte de sectores políticos, que no estaban de acuerdo en apoyar a Nicaragua por la falta de democracia interna que está evidenciando y por la represión a distintos grupos políticos y opositores. Finalmente, Costa Rica apoyó a Nicaragua al frente del SICA por el siguiente año, siendo esa decisión del poder Ejecutivo, como establece la Constitución y por razones de oportunidad y estratégicas, siendo Nicaragua vecino fronterizo y el paso obligado del comercio hacia Centroamérica.
En este momento, se produce una nueva situación, cuando Nicaragua objeta la presencia de Taiwán como país Observador, y propone que en su lugar sea la República Popular China.
Desde 1964, cuando el General Charles De Gaulle, presidente de Francia, reconoció internacionalmente a la República Popular China y promovió su ingreso en la ONU, como la única República representante del pueblo chino, la situación de Taiwán, que en ese momento jugaba un peso muy importante en ese organismo, se vino al suelo.
Expulsada Taiwán de las Naciones Unidas, rápidamente empezó a perder reconocimientos diplomáticos. Actualmente le quedan una docena de países que la reconocen, entre ellos dos de Centroamérica.
A su vez, la República Popular China avanza en esos reconocimientos. De ellos últimamente el de Nicaragua y el de Honduras. Este es el motivo por el cual Nicaragua hoy presenta la objeción de la presencia de Taiwán en el SICA.
Es lógico que así sea. Si se trata de la representación de la nación china, y del país que mejor la represente, no hay duda de que debe ser la República Popular China la que debe llegar a ocupar esta silla de país Observador en el SICA.
El impacto económico que ha tenido, la República Popular China en la región es cualitativa y cuantitativamente más importante que lo que ha significado Taiwán si tan solo se tratara de esto. Taiwán debe salir del SICA.
Otra discusión que vendrá es el posible ingreso de Rusia como Observador en el SICA, sobre todo por la guerra que se libra en Ucrania. Quizá la situación de Rusia altere la discusión sobre Taiwán, pero no veo que pueda impedirse su salida del SICA.