La Huerta de Alicante (España), dotada desde la época árabe de un eficaz sistema de riego a través de una compleja red de azudes y acequias, tuvo su momento álgido con motivo del embalse de Tibi (1580), primer pantano en uso construido en Europa. Desde el siglo XVI la costa alicantina, en el Levante español, era víctima de constantes incursiones de piratas berberiscos que, en repetidas ocasiones, acudieron en busca de botín y cautivos que posteriormente venderían como esclavos. Para hacer frente a estos ataques se desarrolló un sistema defensivo, único en el Mediterráneo, consistente en una amplia red de torres que mantenían contacto visual entre ellas y servían para dar aviso y refugio a la población rural en caso de ataque.
Tras la batalla de Lepanto y la desaparición del peligro turco, las torres fueron perdiendo su valor defensivo y se acabaron convirtiendo en un símbolo de linaje, estatus y poder que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Así surge Torre Juana, que está integrada dentro del patrimonio cultural del municipio de Alicante como bien de interés cultural. Su construcción la sitúan unos expertos a finales del siglo XVI y otros entre el XVII y XVIII. El conjunto está formado por la casa que se plantea alrededor de la Torre y en el entorno se desarrolla un jardín con una capilla de mitad del siglo XIX; en el semisótano aparece la bodega conectada con un pequeño porche en riu-rau.
«Cuando alguno divisaba la presencia de los piratas berberiscos a través de una campana u otros medios a las demás haciendas de manera que se pudieran refugiar en las torres y esperar refuerzos y que se fueran los asaltantes», cuenta Andrés Pedreño, fundador del centro histórico y de innovación Torre Juana. Este espacio está ubicado en una de las casas que mejor se conserva de aquel periodo, enclavada entre chalés adosados y campos de golf que ocupan hoy esta parte de la Huerta alicantina.
Para conocer la historia de Torre Juana es imprescindible el documento elaborado por don Salvador de Lacy, sobrino de una de las propietarias más emblemáticas en épocas recientes, doña Josefina Cernuda Pascual de Bonanza. Tras una transacción de doña Josefa a un ciudadano argelino, en marzo de 2016, la empresa IT&IS Siglo XXI S. L. adquirió la propiedad de Torre Juana —cuyas edificaciones se encontraban en un estado ruinoso al igual que el jardín—, con el objetivo de diseñar un proyecto para la recuperación patrimonial y su sostenibilidad. Unir pasado y futuro, cultura y tecnología era el objetivo.
Inspirado en un concepto colaborativo de la historia, el economista Andrés Pedreño y su empresa se instalaron en Torre Juana, una de las diecinueve torres que siguen en pie todavía en la Huerta alicantina. El objetivo era instalar aquí diversas empresas tecnológicas que crearan un ecosistema empresarial, capaz de orientar el camino del futuro económico de la provincia. «Torre Juana es un espacio histórico y cultural, pero también es un espacio tecnológico donde colaboran entre sí empresas e instituciones para conseguir objetivos relacionados con el progreso, tanto del medioambiente como del patrimonio o de la sociedad en la educación y otros ámbitos», explica Pedreño.
Y es que no en balde en su libro, Europa frente a EE. UU. y China. Prevenir el declive en la era de la inteligencia artificial, escrito con Luis Moreno, Andrés Pedreño describe el modelo alicantino como un fenómeno que crece desde abajo:
Si tomas como centro el aeropuerto de Alicante hay 2.8 millones de habitantes en 120 km a la redonda, no solo en la provincia. Hay varias ciudades medias que no sobrepasan los 350,000 habitantes pero que son muy ricas en actividad económica. En cada pueblo de Alicante había una actividad económica tradicional como el turrón, el calzado, la industria textil, el juguete, la alimentación etc. Lo que era desconocido es el hecho de que en esos pueblos había empresas tecnológicas, empresas digitales emergentes y algunas de ellas con relevancia internacional, más conocidas en Google, en Silicon Valley, o en Japón que en el propio Alicante. Así ocurrió con Panoramio, una web que te permitía buscar fotos geolocalizadas, que montaron tres alicantinos y que compró Google.
Insiste Pedreño en que: «Este es un modelo desde abajo, que no ha recibido ayudas, y que ha nacido con los pies en el suelo, centrado en generar negocio para sostenerse, motivo por el cual somos uno de los lugares de España con más historias de éxito», dice con orgullo. Y Manuel Marco Such, socio fundador de Lucentia LAB, añade: «Nosotros, en Torre Juana, encontramos muchas sinergias con empresas que trabajan aquí, por ejemplo, 1MillionBot que crea asistentes virtuales inteligentes, y nosotros trabajamos con ellos en analítica de datos. Desde que empezamos, tenemos a Google como cliente». Lucentia LAB nace de la Universidad de Alicante, que es socia de la empresa, y su ámbito de trabajo es la big data y la inteligencia artificial, porque venían detectando desde hace tiempo que había muchas empresas del sector calzado o juguetes que no eran visibles desde el punto de vista tecnológico.
El proyecto de Torre Juana responde a la demanda de los expertos que consideraban que para adquirir esa visibilidad era necesario agrupar las empresas en un entorno físico. «Yo creo que Alicante se está posicionando en la inteligencia artificial, por ejemplo, ha aumentado mucho la demanda de informáticos y ha generado unos niveles de empleo de este sector altos, lo que a nosotros nos dificulta captar personal, pero vemos que estar en un entorno de tu sector siempre ayuda», afirma Marco Such.
Pero hay más. En Torre Juana se han plantado unas vides de monastrell que, junto con la vieja bodega que alberga, sirve de centro de interpretación para conocer cómo era el cultivo de la vid en la Huerta alicantina de donde desapareció por la llegada la filoxera, una enfermedad de la vid que arrasó con el cultivo en esta zona a comienzos de siglo XX. Desde entonces, el vino de Alicante se cultiva en el interior de la provincia.
En Torre Juana tiene también su sede la Cofradía Caballeros y Damas del Fondillón, una asociación cultural que promueve la recuperación del valor enológico e histórico de este vino. «Además de ser un vino exquisito con denominación propia, el fondillón está cargado de historia, tiene un conjunto de elementos que lo hacen especial, tiene alma. Nosotros cuando nos juntamos no lo bebemos, lo masticamos. Y cuando conoces su historia es cuando más lo saboreas», afirma el presidente de la Cofradía, Isidro Fernández Ortuño. Natural de Jumilla (Murcia) pero alicantino de adopción, Fernández ha desarrollado su actividad profesional en el mundo de las tecnologías y la innovación. Autor del libro Cómo hacer un e-Commerce y no morir en el intento, es uno de los profesionales más destacados en e-commerce y marketing digital. En la actualidad es también director de Negocio Digital de SEUR Alicante y miembro del Patronato de la Fundación SEUR. Socio del Club Rotary Lucentum, ha recibido numerosas distinciones y responsabilidades por su implicación y compromiso social, entre otras: Caballero de la Cofradía Tastevin, Caballero de la Real Dama de Elche, presidente de la Asociación contra la Violencia de Género y Doméstica ‘Alas Vivas’, presidente de honor de la Plataforma Nacional de Fibromialgia ‘Fibro Protesta Ya’ y presidente del Club de Opinión de la Volvo Ocean Race.
La Cofradía Caballeros y Damas del Fondillón tiene por objeto proyectar el enorme acervo cultural, histórico y patrimonial de este vino y promocionar la historia de la Huerta de Alicante. Las cepas de la uva monastrell que dan el vino fondillón, donadas por Rafael Poveda y plantadas en Torre Juana, se apoyan en tecnologías IoT. Este vino es un producto único en el mundo, reconocido por la Unión Europea en su base de datos E-bachus y con una especial protección dentro de la Denominación de Origen Alicante.
La historia del fondillón está plagada de grandes anécdotas: convertido en «vino con Denominación Real» fue saboreado por reyes y cardenales por lo que su fama se remonta al Renacimiento. Toneles de este vino llenaron la bodega del buque en que Magallanes y Elcano dieron la primera vuelta al mundo y fue el último reconstituyente que los médicos recomendaron al Rey Luis XIV de Francia, que tomaba bizcochos mojados en este vino. Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor de Felipe II, cuenta que los príncipes japoneses que visitaron al monarca reconocieron el fondillón que habían llevado los navegantes españoles a Oriente. Escritores como Alejandro Dumas, William Shakespeare, Fiódor Dostoyevski recogieron este afamado vino en sus escritos…
Esta iniciativa de aplicar la inteligencia artificial al cultivo de la uva se engloba dentro de uno de los propósitos de Torre Juana de revalorizar la sostenibilidad de las raíces históricas, patrimoniales y culturales, con la ayuda de las nuevas tecnologías para su sostenibilidad y proyección en todos los ámbitos (sociales, internacionales, educativos…). Y es que, si alguien tuviera que situar en un mapa el epicentro de la industria relacionada con la IA en Alicante, pocos dudarían en señalar a Torre Juana, el espacio de innovación impulsado por el exrector de la Universidad de Alicante, Andrés Pedreño. No en vano se ubican aquí cinco compañías dedicadas al sector que tienen su sede en el recinto. Se trata de Newmanbrain, una startup de base científica-tecnológica dedicada al desarrollo de instrumentación software y hardware para aplicaciones biomédicas, principalmente en el área de neurociencias; Lucentia Lab, que se dedica a la explotación y analítica de datos con una plataforma propia basada en IA; OneMillionBot, que se ha convertido en todo un referente en la creación de asistentes virtuales inteligentes; Meta Software Factory, especializada en la construcción de espacios metaversianos con avatares conversacionales basados en IA; y el Observatorio de Inteligencia Artificial (IT&IS S. L.) que recoge y difunde un seguimiento de los avances tecnológicos ligados a la IA con publicaciones y difusión de estas en redes.
Destacan también dos proyectos de especial relevancia desarrollados desde el hub. Por un lado, Torre Juana Inteligente–Gestión Inteligente del Patrimonio, un acuerdo con Santa María la Real, Lucentia y Torre Juana para explotar los datos de la sensorización del patrimonio arquitectónico de este espacio. Y, por otro, Farm45, un proyecto puesto en marcha originalmente entre Cookpad y la Fundación Sony para regenerar la tierra de desiertos o muy empobrecida y hacerla productiva. Pero a esta singular iniciativa valdrá la pena dedicar próximamente una mayor atención.
Asimismo, se organizan ciclos de charlas, actividades de difusión cultural y otras iniciativas públicas impulsadas desde este espacio de innovación alicantino. Entre ellas podemos citar la exposición permanente de fotografías Eliseo Pascual en el edificio de Caballeriza (Andrés Pedreño denomina la muestra «el alma de Torre Juana»). Otra exposición de gran éxito fue «El rumor de les ones», una obra de la artista alicantina María Percevall Graells, realizada en técnica mixta sobre papel que forma parte de la serie Traçant memòries y que la artista ha donado generosamente a Torre Juana. Por la Ermita han pasado asimismo dos guitarristas excepcionales: el alicantino Ignacio Rodes y el brasileño Fabio Zanon. Y este campus de la inteligencia artificial —historia y tecnología entre urbanizaciones costeras— es también un lugar ideal para rodar películas, como dice el cineasta Luis Colombo, que ambientó aquí el film Monjas en la Sombra.
Notas
Campos Pardillos, A. (2010). Casas y Torres de la Huerta de Alicante. Propuestas y sugerencias para su desarrollo didáctico. IES Gran Vía (Alicante).
Campos Pardillos, A. (2013). Torres y Fincas (II) de la Huerta de Alicante (06). 11.Torre Juana. Octubre.
Detell, J. M. (2014). Torre Juana – Torres Vigía de la Huerta.
García Rico, X. (2013). Guía de Castillos, Torres y Fortificaciones de Alicante: Torre Juana. Elda. Septiembre.
Morote, A. F. y Medina, R. E. (2015). La Huerta de Alicante y sus torres de defensa: propuesta de una ruta turística. Universidad de Alicante. Cuadernos de Turismo de la Universidad de Murcia.